Liu Nanyuan era el ministro de labores públicas durante la era Jiajing (1522 – 1566) en el tiempo de la Dinastía Ming (1368 – 1644). Él regresó a su pueblo natal después de jubilarse.
Un funcionario provincial que tenía jurisdicción sobre el pueblo del ministro retirado era quisquilloso y selectivo con respecto a la comida. Los funcionarios menores de la zona se sentían intimidados cuando tenían que enfrentarse a una de sus muchas visitas. El Sr. Liu Nanyuan, pensó “Él fue una vez mi alumno. Le ofreceré mi consejo”.
Liu visitó en su hogar a este oficial provincial quisquilloso y le comentó, “Me gustaría organizar una banquete para usted, pero esto podría posiblemente tomar mucho de su valioso tiempo e interferir con sus asuntos de negocios. Para hacer las cosas más fáciles, ¿por qué no viene a mi casa a cenar? Mi esposa está fuera del pueblo y no tenemos a nadie que pueda preparar nada especial para usted. ¿Qué le parece una comida simple?”.
El protocolo previno al oficial provincial declinar la invitación, porque Liu había sido, después de todo, su maestro.
El día de la visita en la casa de Liu, la tarde vino y se fue, y aun no había nada para comer. Cuando un plato finalmente llegó, contenía únicamente arroz y unas pocas piezas de tofu. El oficial estaba para ese entonces bastante hambriento. Liu y sus invitados comieron cada uno tres platos de arroz, y el oficial quedó realmente lleno hasta el punto de que no podía comer más. Entonces sirvieron un manjar, acompañado de un excelente vino. Al poco tiempo toda la mesa estaba llena de comida deliciosa.
Pero desgraciadamente, el funcionario estaba tan saciado que no podía comer nada más. Liu Nanyuan insistió que los invitados comieran más pero el funcionario declinó diciendo, “Estoy realmente satisfecho. No puedo probar otro bocado”.
Liu sonrió y comentó, “Vio que no importa si la comida es elaborada y rica, o simplemente nutritiva. Una vez que estamos llenos, no hay tentación incluso con la comida más elegante. La comida sirve para un solo propósito: llenar el estómago y mitigar el hambre. Solo a las personas a las que les falta virtud exigen comidas especiales y no se dan cuenta de que están recargando a otros con sus demandas, y se crean problemas para ellos mismos”.
El funcionario provincial tomó el consejo de su antiguo maestro y nunca más realizo demandas poco razonables de comida.
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