Cada año, en todo China se realiza un festival para honrar el despertar del dragón, señor del agua en movimiento. Esta larga tradición marca la llegada de la lluvia que nutrirá la siguiente cosecha y es llamada «longtaitou» o «el dragón levanta su cabeza». Este año, las celebraciones fueron el 10 de marzo, es decir, el segundo día del segundo mes lunar según el calendario chino tradicional.
Los dragones son parte de la cultura china incluso antes que existiera China como país. Pero ¿qué lo hace un ícono tan fundamental?
En la antigua tradición china, el dragón es una criatura mística dotada de características celestiales. Es el más noble de los animales y en su calidad de comandante de las aguas, dirige el clima lo que es fundamental para la civilización principalmente agraria de China.
Al mismo tiempo, es una criatura mística que encarna el pináculo insondable de la fuerza perfecta y la libertad. En la nomenclatura china de las cuatro direcciones, un Dragón Azul administra el este, es decir, la vasta extensión del Océano Pacífico. Para los antiguos chinos, esta era fuente inagotable y lugar de retorno de todos los arroyos y ríos en la Tierra. Los gobernantes tomaron el dragón amarillo de cinco garras como un símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. Este animal y su color también representaban el centro, es decir, a China.
«Sé que las aves pueden volar, que los peces pueden nadar y las bestias pueden correr», indicó el famoso maestro de la moral secular Confucio. «¡Pero los dragones! Nunca sabré cómo montan el viento y las nubes en el cielo”.
Las palabras de Confucio hablan de la importancia del dragón en la cultura china; al mismo tiempo, su declaración fue una valoración directa al sabio Lao Tse, contemporáneo suyo cuya enseñanza de la filosofía daoísta es uno de los más famosos trabajos intelectuales que hayan salido de China.
Las teorías chinas de la estrategia y de las leyes naturales hacen hincapié en la superioridad de lo sin forma. Mientras que el tigre, conocido como el rey de las bestias se considera que tiene yin primordial, o poder terrenal, todavía está limitado a una base terrena. La fuerza del dragón es una de energía invisible, un yang celestial que brota desde el agua y del clima y reina sobre ellos. Del mismo modo, los difusos y abstractos principios del daoísmo se basan en la no-intención y la comprensión de la esencia de las cosas en lugar de estar apegados a las formas.
En dos reuniones con Lao Zi, Confucio percibió la profundidad del «viejo maestro» (el significado literal del nombre de Lao Zi). Confucio sabía que sus propias enseñanzas, que eran suficientes para exponer los principios morales que rigen los asuntos seculares, siempre seguirían siendo un subconjunto de la sabiduría de los que dejan de lado todo para cultivar el Dao o el Camino.
Esencia de un pueblo
La mayoría de los pueblos chinos tienen sus propios santuarios dedicados a los dragones, que se utilizan para atraer la lluvia y cosechas abundantes. En los cielos, se dice que los dragones voladores actúan como guardianes celestiales o que tiran de carros divinos.
Aparte del Dragón Azul del este, dragones menores gobiernan las otras direcciones. En suma, dondequiera que hay cielo o agua, hay dragones.
Incluso antes que China tuviera una cultura coherente, el dragón puede encontrarse en tribus neolíticas que son anteriores a la civilización china como la conocemos.
Los primeros ejemplos conocidos de estas criaturas místicas se pueden encontrar en artefactos de jade de la cultura Hongshan, que existía en la zona fronteriza del noreste de China y Mongolia, con unos 7.000 años de edad. Muchos motivos y símbolos religiosos similares, incluyendo la veneración al jade y a los dragones, existieron en otras comunidades chinas tempranas y se transmitieron a los imperios chinos posteriores.
En las creencias populares se dice que los primeros gobernantes chinos eran de hecho dragones convertidos en humanos enviados para gobernar a los hombres. Se dice que la civilización china en sí surgió cuando el legendario «Huang Di», o Emperador Amarillo, y sus descendientes lideraron a una tribu seminómade a atacar y finalmente fusionarse con el pueblo Yan. Con el significado de “fuego”, el nombre de estas últimas tribus refiere a la cultura sedentaria basada en la agricultura que se estableció en el valle del Río Amarillo.
Hasta el día de hoy existen varios nombres literarios para el pueblo chino, incluyendo «los descendientes de Yan y Huang», y otro que significa «la posteridad del dragón».
En una teoría popular, la antigua cultura Hongshan corresponde con las leyendas del Emperador Amarillo. Cualquiera que sea la validez de este punto de vista particular, el papel del dragón en el simbolismo imperial chino encaja con la abundante y cíclica dinámica que rige la historia de la civilización más longeva del mundo.
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