El mayor impacto ambiental producto de las plantaciones de soja en Argentina está principalmente vinculado al monocultivo, debido a la falta de rotación de productos a cosechar y el mal uso de los agroquímicos, indicó una especialista de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
“La falta de rotación de cultivos resulta en una inadecuada reposición de nutrientes, lo cual indica que no sólo se exporta grano, sino también con ellos a nutrientes importantes que no son cuantificados ni valorados”, explicó la economista ambiental del Área de Cambio Global de FARN, María Marta Di Paola en una entrevista con La Gran Época.
Del mismo modo explicó que la falta de rotación de cultivos ocasiona dificultades en el manejo de las malezas, dando como resultado la propagación de especies resistentes a los agroquímicos utilizados para su control.
La especialista señaló que la expansión de los cultivos de soja no sólo va en detrimento de otras producciones, sino también sobre los ecosistemas naturales tales como humedales y bosques nativos.
Factores macroeconómicos
El cultivo de soja creció exponencialmente en los últimos años, representando actualmente más del 50 por ciento de la producción agrícola.
Según la economista ambiental, este tipo de cultivo juega un rol muy importante para los indicadores de la macroeconomía argentina, ya que representa casi el 60 por ciento de las exportaciones a nivel nacional y es la cuarta herramienta de recaudación con la que cuenta el fisco (luego del impuesto al valor agregado, ganancias y aportes jubilatorios).
Con respecto a las sostenidas exportaciones a otros países como China y los impactos que esto ocasiona a los suelos argentinos, la economista citó una frase de Bill Mollison, considerado el padre de la permacultura, quien dijo: “El problema de la agricultura actual es que no es un sistema orientado a la producción de comida sino a la producción de dinero”.
Factores ambientales y regulaciones
Según Di Paola, es necesario establecer un marco que organice la producción y debatir un ordenamiento ambiental del territorio.
“Más allá de los ya vigentes (leyes de bosques y glaciares), que incorpore las áreas productivas, teniendo en cuenta, entre otros aspectos prioritarios, las necesidades regionales y el crecimiento urbano sobre ecosistemas agrícolas”, destacó la especialista.
Di Paola valoró la posibilidad de poner en vigencia nuevamente la Ley 22.428 de Fomento a la Conservación de Suelos sancionada en 1981 y que en el año 1989 dejó de regir por problemas financieros a nivel nacional, que devinieron en la falta de los equipos técnicos destinados al cumplimiento de la ley.
“Vale también hacer mención a la necesidad de una ley nacional vinculada al tema del uso de agroquímicos que tenga en cuenta principalmente tres ejes como el registro de aplicadores, zonas de aislamiento y una estrategia vinculada a la deposición final de los envases”, señaló.
Conciencia social
Di Paola consideró que Argentina enfrenta una serie de problemáticas ambientales que afectan la calidad de vida de los habitantes de diversas partes del territorio.
Esto resulta en que los ciudadanos se involucren a través de reclamos, movilizaciones e incluso acciones judiciales, opinó la especialista.
“Sin embargo, la temática ambiental sigue sin ocupar un lugar destacado dentro de la agenda pública”, enfatizó.
Asimismo destacó que desde FARN consideran que es de fundamental importancia el sostenimiento una agenda ambiental que vaya más allá de las acciones que puedan concretarse en el plano gubernamental.
“Por ahora seguirán dependiendo del nivel de participación e involucramiento que puedan expresar los ciudadanos”, concluyó.
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