Para muchos madrugar es de las peores cosas que pueden existir y según asegura el Dr. Paul Kelley del Instituto del Sueño y Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford para un adolescente que la alarma suene a las 7 de la mañana es equivalente a que lo haga a las 4:30 de la mañana en adultos de 50 años.
Por eso indican que sería apropiado sincronizar el ritmo biológico de los estudiantes con los horarios escolares para mejorar el desempeño estudiantil y su rendimiento e incluso su salud ya que la privación del sueño está directamente relacionada con diversos problemas de salud, como diabetes, obesidad, resfriados, depresión, etc.
Los expertos explican que el horario natural para despertar de los niños de aproximadamente 10 años de edad es a las 6:30 de la mañana, mientras que a los 16 sería a las 8 am, y para los de 18 años a las 9 de la mañana. Por eso consideran que el horario habitual de las escuelas hoy en día es ideal para los niños de 10 años pero no para los de 16 o 18 años. Y señalan que sería mejor para los adolescentes comenzar las clases a las 11 de la mañana o incluso más tarde.
Kelley explicó que no tiene que ver con que vayan a dormir más temprano, sino que el ritmo natural del cuerpo es controlado por un tipo de luz particular que capta el ojo. “El ojo contiene células que reportan al núcleo supraquiasmático en el hipotálamo, parte del cerebro que controla el ritmo circardiano del ciclo de 24 horas”. Es la luz quien determina la hora en la que despertamos dependiendo la edad.
Además el investigador considera que no sólo sería beneficioso para los adolescentes comenzar sus tareas más tarde, sino que las jornadas de trabajo también deberían ser más benévolas y sincronizarse con el ritmo biológico de los empelados. Explican que la pérdida de horas de sueño es diferente para cada grupo de edad, por ejemplo de los 14 a los 24 años se pierden más de dos horas, de los 24 a los 30/35 años se pierde una hora y media, y así continúa hasta llegar a los 55 años cuando se vuelve a tener el mismo período de sueño que a los 10 años.
Para Kelley sincronizar los horarios de trabajo también tendría buenos resultados en el desempeño, estado de ánimo y salud de los empleados, lo que sería una solución para muchas enfermedades que hacen que ellos se ausenten del trabajo.
Los investigadores hablan de escalonar los horarios de clase y trabajo dependiendo las edades de los estudiantes y empleados y señalan que con eso seguramente habría menos accidentes y los conductores estarían más atentos. Además consideran que podría reducir el efecto de las horas pico en el tránsito ya que no todo el mundo tendría el tradicional horario de 9 a 17 horas.
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