SAN FRANCISCO- “Durante 16 años he vivido con miedo a ser perseguida por mi fe”, dijo Peiqi Gu, de 30 años, quien creció en la China comunista. Cree en Falun Dafa, una disciplina de la Escuela Buda para mejorar mente, cuerpo y espíritu, la cual es libremente practicada en casi todo el mundo, con la notable excepción de China.
Sólo un año antes de comenzar la persecución, Gu, de 11 años, comenzó a practicar con su madre Falun Dafa (también conocido como Falun Gong). Según un censo oficial, alrededor de 70 millones de personas en China estaban practicando la disciplina; las fuentes de Falun Gong dicen que la cifra era cerca de 100 millones.
Este sistema tradicional de meditación promueve altos valores morales asociados con la verdad, la benevolencia y la tolerancia, como enseña el libro Zhuan Falun.
“En Dafa, leyendo Dafa, siempre puedo encontrar un significado muy profundo de la vida y del universo”, dijo Gu, además de cómo ser una buena persona y de cómo “lidiar con las tribulaciones y dificultades de la vida”.
Cuando comenzó la persecución y la televisión controlada por el partido comunista empezó a difamar a Falun Gong, Gu no lo podía creer. La programación apuntaba a infundir miedo y odio a Falun Gong en un intento de justificar la brutal persecución.
“Estaba consternada porque era absolutamente lo contrario a lo que había aprendido al […] practicar y leer el libro de Dafa, porque Dafa siempre te dice que seas una buena persona siguiendo los valores de verdad, compasión (benevolencia) y tolerancia”, dijo Gu.
Gu y su madre salieron a contrarrestar las calumnias diciéndoles a otros sobre sus experiencias positivas en la práctica. No obstante, estas acciones las ponían directamente en peligro.
Esta es la historia de una afectuosa familia que se mantuvo unida, de una joven estudiante universitaria que forjó un camino hacia la libertad espiritual, y que al hacer eso, fortaleció su voz para disipar las mentiras contra Falun Gong.
La educación como una prioridad en la familia
Para la familia de Gu, la educación era una gran prioridad.
“Soy hija única en mi familia. Fui una niña muy, muy malcriada”, dijo Gu.
“Es gracioso, desde primer grado hasta el doceavo”, explicó Gu, su madre se despertaba antes para preparar el desayuno. Su padre esperaba hasta el último momento antes de despertar a Gu para que durmiera lo máximo posible. Luego de comer o mientras Gu comía, su madre la peinaba. Su padre preparaba el bolso de la escuela y le calzaba sus zapatos, luego le ponía el abrigo.
“Entonces… mi padre simplemente abría la puerta, de manera que pudiera correr e ir a la escuela. Además, mis padres incluso se mudaron a un apartamento que estaba junto a mi escuela secundaria de manera que sólo tenía que caminar cinco minutos para llegar y sentarme en mi salón de clases”.
La escuela fue un lugar seguro hasta febrero de 2006, “ese fue el día que nunca, nunca olvidaré, […] mi madre y yo fuimos arrestadas”, dijo Gu.
Arresto y amenazas
Gu, su madre y la familia de su tía estaban de vacaciones en un hotel. “Seis de nosotros fuimos arrestados, y fuimos interrogados e indagados por la policía separadamente”, dijo Gu.
“Entonces se dieron cuenta de que sólo mi madre y yo practicábamos Falun Gong, y por lo tanto liberaron a la familia entera de mi tía”.
El arresto sucedió como consecuencia de que Gu y su madre distribuyeran DVDs gratuitos a los propietarios de la tienda del hotel. Los DVDs contenían información que desmentía las artimañas propagandísticas para poner a la gente en contra Falun Gong, las cuales eran difundidas por los medios controlados por el gobierno.
Madre e hija también le contaron a un propietario de una tienda sobre sus experiencias personales de convertirse en personas saludables y mejores al vivir bajo los principios de verdad, benevolencia y tolerancia.
En la estación de policía, la madre de Gu se rehusó a decirle a la policía dónde había conseguido los DVDs que estaban distribuyendo. La policía entonces “comenzó a amenazar a mi madre con que acabarían con mi educación y arruinarían mi futuro”, dijo Gu.
Luego de 48 horas en la estación de policía, “enviaron a mi madre a un centro de detención, y le pidieron a mi padre que me llevara a casa. La policía […] le dijo a mi padre -que no es practicante de Falun Gong- que cuidara de mí porque ahora tenía antecedentes criminales en el sistema policial, y que si alguna vez hacía eso de nuevo […] definitivamente sería arrestada y acabarían con mi educación universitaria”.
“Fue la primera vez que vi a mi padre tan desesperado”, dijo Gu.
Las amenazas también fueron duras para su madre. “Mi madre pensó en suicidarse, porque si terminaban con mi educación, no podría perdonárselo”, dijo Gu.
El padre de Gu les aseguró que todo estaría bien. Él decidió preguntar si podía tomar su lugar en caso de que Gu tuviera que ir a la cárcel, de manera que sus estudios no fueran interrumpidos.
Impacto en la familia
Históricamente, el régimen chino siempre infundió tal miedo que puede enfrentar a padres e hijos entre sí, como también entre otros seres queridos. Este miedo es fundado.
Son escalofriantes las consecuencias por hablar sobre Falun Dafa en público y por no renunciar a la fe cuando lo piden las autoridades del régimen comunista. Estas consecuencias bien documentadas incluyen encarcelación, que lleva a cosas tales como, “privación del sueño, amenazas a miembros de la familia, negación de acceso a sanitarios o baños”, según informes de Amnistía Internacional.
“Los malos tratos se intensifican hasta severas golpizas, vigilancia 24 horas al día, confinamiento solitario, descargas con picanas eléctricas, […] torturas en camas de estiramiento […] y cientos de otras formas de tortura increíblemente inhumanas”, informa Amnistía.
Por miedo a las represalias por parte de las autoridades gubernamentales, los familiares de Gu le dieron la espalda. “Simplemente nos abandonaron esa oscura noche; nunca lo olvidaré. Simplemente se fueron y […] nunca más llamaron a mi padre”.
En vez de brindar soluciones, “reunieron a todos nuestros parientes […] insultándonos y culpándonos”, explicó Gu.
“Nadie estaba dispuesto a ayudarnos a salir de esa situación. Así que, sentí que toda la familia había colapsado”.
Desde el día en que ella y su madre fueron arrestadas, dijo, “he estado viviendo con miedo a ser perseguida”.
“No podría imaginar nada peor que pudiera pasarme. Así que lo único que tuve en mente durante los cuatro años en la universidad en China fue cómo escapar, cómo salir de ese lugar”, dijo Gu.
Se le dieron varias oportunidades de vivir fuera y ella las tomó. La última parada fue Estados Unidos. Con la ayuda de los practicantes de Falun Gong de EE.UU., “me alejé del miedo poco a poco”, dijo Gu.
El sueño de practicar Falun Gong libremente
Luego de la universidad, Gu probó vivir en varios lugares fuera de China. “Conseguí un trabajo y la empresa me envió a Laos, un país en desarrollo. Me dije a mí misma que prefería […] vivir ahí en vez de volver a China”, dijo Gu. Ya no estaba preocupada por ser secuestrada.
No obstante, aún sentía miedo dado que el teléfono de sus padres estaba siendo monitoreado por la policía.
Su trabajo en Laos era en un hotel “donde encontré mi interés en la industria hotelera” dijo Gu. Y en 2014 la aceptaron en una universidad de EE.UU. para estudiar un máster en gestión de hotelería.
La universidad le dio la oportunidad de asistir a una conferencia en República Dominicana donde por primera vez desde que comenzó la persecución pudo practicar Falun Gong abiertamente.
“Ese momento fue tan hermoso. Simplemente me sentí tan aliviada al sentarme allí y practicar con practicantes. Me di cuenta… todo el mundo da la bienvenida a Falun Dafa”, dijo Gu.
La práctica “es originaria de China, pero desafortunadamente la mayor parte del pueblo chino es incapaz de conocer la belleza de Falun Dafa”.
Gu decidió entonces continuar haciendo lo que hacía en China, “seguir contando a otros, especialmente a la gente de China, lo que es Falun Dafa, y sobre lo maravillosa que es la disciplina”, dijo Gu.
En mayo de 2016, se graduó con un título de master en gestión de hotelería, lo que la llevó a tener un buen trabajo como contadora de una cadena de hoteles boutique.
Una nueva vida en Estados Unidos
Recientemente tuvo un reencuentro con su padre en su visita a Estados Unidos. Estaba tan emocionada puesto que luego de dos años de estar lejos finalmente pudo verlo.
“Nunca he estado separada de mis padres tanto tiempo”, dijo Gu.
Su padre no podía creer que su pequeña hija ya era una adulta, muy independiente, con sus estudios terminados, una nueva vida, amigos, y un buen trabajo.
“Él sabe cuán duro intenté sobrevivir sola al otro lado del mundo por mi cuenta”, dijo Gu.
La familia de Gu tiene la esperanza de reunirse permanentemente algún día.
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