Si alguna vez viste un cachorro o un adorable bebé y quisiste apretarlo, acariciarlo o incluso morder su linda nariz de botón, debes saber que hay una razón perfectamente científica detrás de ese impulso.
Resulta que hay un nombre para esa forma de ataque amistoso: Se llama tierna agresión y es muy común, tan común, de hecho, que parece estar conectada a nuestros cerebros.
Sin embargo, en este tipo de respuesta no se pretende hacer daño. Según la ciencia, puede ser un tipo de comportamiento dimórfico adaptado para poder proteger a nuestros hijos, como los estudios lo demuestran.
Tierna agresión es el término utilizado en un estudio de psicología conductual de la Universidad Yale, en 2015, dice la profesora asistente de la Universidad de California, Katherine Stavropoulos, quien también es una psicóloga clínica licenciada con experiencia en neurociencia.
Recientemente, Katherine, estudió la neurología detrás de la tierna agresión a través de un estudio electrofisiológico, que evalúa la actividad eléctrica en el cerebro de las personas en respuesta a ciertos estímulos.
Seleccionaron a 54 participantes para que se sometieran a pruebas, todos los cuales acordaron usar gorras forradas con electrodos para medir su actividad cerebral y luego se los sometió a 4 bloques de 32 imágenes en una pantalla de computadora, cada uno de los cuales mostraba diferentes grados de «ternura».
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Se les mostraron fotos de bebés, algunos con rasgos acentuados para realzar su belleza (agrandamiento de ojos, mejillas y frentes) y otros sin alterarlos (menos lindos), lindos animales bebés y animales adultos (menos lindos).
A cada participante se le pidió que calificara en una escala del 1 al 10 lo conmovido que se sentían por las imágenes bonitas, que correspondían a afirmaciones como «¡No puedo soportarlo!”, “No puedo manejarlo» y cómo se vieron obligados a cuidarlos con declaraciones como «¡Quiero sostenerlo!» Y «Quiero protegerlo, para medir sus lindos niveles de agresión (según el estudio anterior de Yale).
«Hubo una correlación especialmente fuerte entre las calificaciones de la tierna agresión a los animales, que se experimentaron y la respuesta de recompensa en el cerebro de los animales lindos», aseguró Katherine. «Este es un hallazgo emocionante, ya que confirma nuestra hipótesis original de que el sistema de recompensa está involucrado en las experiencias de las personas de tierna agresión».
Hasta donde ellos saben, el estudio es el primero en mostrar evidencia de actividad cerebral, tanto emocional como de sistemas de recompensa, como fundamento de la tierna agresión.
Se cree que la tierna agresión es una expresión dimórfica, como la forma en que algunas personas reportan llorar cuando están felices o reír cuando están tristes y se cree que es un «mecanismo para regular las emociones positivas agobiantes», expresando la emoción opuesta, señalaron en su informe. Se supone que tal respuesta evita que un padre esté «insatisfecho con los sentimientos positivos», lo que podría dificultar o impedir la tarea de cuidar a sus hijos
Rescatan a tiernos cachorros abandonados en una isla
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