Durante la 29ª reunión del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, el 15 de junio, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Zeid Ra’ad Al Hussein se comprometió a defender a los oprimidos y marginados del mundo, ”sin temor ni favor“, independientemente de la víctima o de la identidad y credenciales del perpetrador.
Y el lunes, cuatro importantes grupos internacionales de derechos humanos instaron a la ONU a «pasar de las palabras a los hechos y a las acciones» en la larga violación de los derechos humanos en China: por la sustracción de órganos de presos de conciencia. Es un abuso que a pesar de su gravedad, no ha atraído el tipo de escrutinio global y la censura que se esperaría si fuera cometido por un país de menos peso global.
«Como organizaciones comprometidas con la preservación de los derechos humanos, estamos profundamente preocupadas por la sustracción forzada de órganos; obtenidos sin el consentimiento libre y voluntario de los presos de conciencia en China, lo que es un crimen de lesa humanidad y viola los valores fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, «escribieron representantes de los cuatro grupos de derechos; Médicos Contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH), el Partido Radical No Violento, Transnational and Transparty, las sucursales suizas de la Sociedad para los Pueblos Amenazados y la Sociedad Internacional para los Derechos Humanos en una carta abierta al alto comisionado Hussein.
La carta da seguimiento a una iniciativa anterior de DAFOH para obtener que la ONU reconozca y confronte al régimen comunista chino en el tema de la sustracción forzada de órganos. De 2012 a 2014, DAFOH dirigió una petición firmada por más de dos millones de personas para el alto comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, pero no recibió una respuesta.
Las denuncias de que los hospitales chinos se dedicaban a la sustracción de órganos de practicantes de Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el Partido Comunista desde 1999, surgieron por primera vez en 2006. Los investigadores reunieron evidencias que indican que los hospitales públicos y militares de China están participando en un comercio de órganos rentable suministrado por decenas de miles de presos de conciencia, principalmente de Falun Gong y que también incluye uigures, tibetanos y cristianos.
En la carta abierta, los autores también pidieron a las Naciones Unidas iniciar «una oficina o grupo de trabajo» para dirigir «los esfuerzos globales con el fin de detener las diversas formas de abuso de la medicina de trasplantes, como el turismo de trasplantes y la sustracción forzada de órganos de las víctimas que no proporcionan un libre y voluntario consentimiento o están siendo asesinados en el proceso para obtenerlos».
Las Naciones Unidas abordaron antes el tema de la sustracción forzada de órganos, aunque de manera poco sistemática. El relator especial de la ONU Manfred Nowak dijo que el primer informe de investigación sobre la sustracción de órganos por David Kilgour y David Matas mostró una «imagen coherente que causa preocupación», y pidió al régimen chino por una «completa explicación de la fuente de los trasplantes de órganos.» En marzo de 2007, el Comité de las Naciones Unidas contra la Tortura pidió al régimen llevar a cabo una «investigación independiente» en los informes; ningún informe de una investigación ha sido entregado por el Partido Comunista.
¿Vientos de cambio?
Este año, individuos en el régimen chino y organizaciones de todo el mundo dieron un paso adelante en reconocer y afirmar la cosecha de órganos y la documentación de este crimen.
En una serie de entrevistas públicas en marzo, el zar de los trasplantes de órganos en China Huang Jiefu, indicó fuertemente que Zhou Yongkang, el ex jefe de seguridad de China recientemente purgado, era el que estaba detrás de la sustracción de órganos de presos ejecutados.
Huang entonces caracterizó la sustracción de órganos como un «campo sucio, intratable, sensible y prohibido», remontándonos en declaraciones anteriores hechas al diario estatal chino y a la Australian Broadcasting Corporation en la que decía que el uso de órganos de criminales ejecutados era aceptable para los estándares chinos.
En un comunicado, DAFOH pidió al régimen chino que sea totalmente transparente sobre el tema, señalando que los hospitales chinos todavía estaba revisando sus números en trasplante de órganos para reflejar cifras más bajas de lo que numeraban anteriormente.
Mientras tanto, un documental exponiendo los crímenes sistemáticos de trasplante en China, «Sustracción de Órganos: El Comercio Ilegal de Órganos en China», ganó un premio Peabody en la 74ª edición de la prestigiosa entrega de premios emitida en la ciudad de Nueva York el 31 de mayo.
El directora Leon Lee entrevistó a los investigadores de la sustracción de órganos, los nominados al premio nobel de la paz David Kilgour y David Matas, y al periodista de investigación Ethan Gutmann, así como a practicantes de Falun Gong perseguidos que pudieron salir de China, antes de que les sustrajeran los órganos después de haber pasado por los procedimientos, tales como múltiples pruebas de sangre en los campos de trabajo.
Kilgour y Matas estiman que alrededor de 40.000 a 60.000 personas perdieron la vida por sus órganos en China. En su libro La Masacre, Gutmann estima que la cifra de muertos es de 65.000. Los tres investigadores sospechan que las cifras reales son mucho mayores.
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