La iniciativa de Corea del Norte para crear pesticidas y fertilizantes biológicos podría ser una cobertura para un programa de armas biológicas, advierten investigadores de Harvard.
Mientras Pyongyang disfruta del horror internacional causado por su programa nuclear en curso y sus amenazas de exterminar a Japón y Estados Unidos, al mismo tiempo niega que tenga algún programa de armas biológicas del que hablar.
Pero esa afirmación está siendo cuestionada por varias evaluaciones militares y de inteligencia utilizadas por investigadores del Centro Belfer de Ciencia y Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de Harvard.
En un nuevo informe encuentran probable que el régimen de Kim Jong-un tenga un programa de armas biológicas e instan a Corea del Sur y a sus aliados a prepararse para la posibilidad de que Corea del Norte pueda usar ántrax, viruela u otros agentes biológicos en las primeras etapas de cualquier conflicto armado.
Los informes militares y de inteligencia de Estados Unidos y Corea del Sur identificaron 13 agentes biológicos que el régimen comunista podría poseer, desde el botulismo y el cólera hasta la peste.
Los autores señalan que las armas biológicas a menudo se pasan por alto en medio de la creciente amenaza del programa nuclear norcoreano.
Pero cuando el medio hermano de Kim Jong-un fue asesinado con un agente nervioso VX en febrero de 2017, despertó un renovado interés en otros programas de Corea del Norte sobre otras armas de destrucción masiva.
“Si se utilizan a gran escala, estas armas pueden causar no sólo decenas de miles de muertes, sino también crear pánico y paralizar a las sociedades”, advierte el informe.
Corea del Norte podría esparcir agentes biológicos en los drones que regularmente envía a Corea del Sur, advierten los autores.
Algunas armas biológicas (AB) también pueden ser transportadas por avión o introducidas en el suministro de agua.
“Es teóricamente posible que los agentes norcoreanos disfrazados de personal de limpieza y desinfección puedan dispersar las armas biológicas con pulverizadores de mochila”, detalla el informe.
Los autores dicen que es difícil evaluar la capacidad de Corea del Norte en materia de armas biológicas porque estos programas de armamento no anuncian su progreso con el ruido de un terremoto, como sucede cuando las bombas nucleares explotan bajo tierra.
“Mientras que los programas nucleares pueden ser monitoreados por el número de pruebas nucleares y el éxito de las pruebas de misiles, los patógenos de cultivo y armas pueden permanecer invisibles a puertas cerradas”.
Parte del desafío proviene de determinar si las instalaciones designadas para uso agrícola tienen un doble propósito de producir o convertir en armas los agentes biológicos.
Kim hizo hincapié en la reforma agrícola como “la primera línea del socialismo”, incluyendo los esfuerzos para aumentar la producción biológica de pesticidas.
Algunos analistas, señala el informe, creen que esto podría indicar que el régimen aislado está expandiendo su programa de AB.
Fotografías publicadas en marzo por el periódico estatal norcoreano Rodong Sinmun plantearon preguntas sobre un enorme complejo de producción de fertilizantes gestionado por militares, el Instituto Biotecnológico de Pyongyang.
El complejo puede producir miles de toneladas de fertilizantes orgánicos, afirma el régimen, pero las fotografías del elemento propagandístico revelan que cuenta con instalaciones capaces de producir lotes de ántrax de tamaño militar.
Los autores del informe advierten que la limitada información sobre la capacidad de Corea del Norte en materia de armas biológicas puede llevar a la ilusión de que la amenaza es baja, lo que socava los preparativos para un posible ataque.
“Sin embargo -dice el informe- la preparación contra la AB es urgente y necesaria, y servirá también como defensa contra las epidemias naturales que amenazan cada vez más al siglo XXI”.
El documento sugiere que las agencias militares y de salud pública cooperen para preparar con urgencia respuestas a un posible ataque de armas de destrucción en masa.
En esa marco, las comunidades militares y de inteligencia trabajarían en equipo con la salud pública para detectar y responder a un ataque de este tipo con una estrategia de comunicación de crisis bien coordinada y la cooperación de un público informado.
Los autores también piden una mejor vigilancia del programa de AB de Corea del Norte.
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