Aunque la cultura tradicional ha sido desintegrada en China, el mundo no la ha olvidado y atesora el legado de sus cinco mil años de historia. Por eso, el régimen comunista chino sabe el valor de elogiar «la cultura antigua china» cuando se presenta ante el mundo en su eterna búsqueda de legitimidad.
Hoy, el régimen comunista ha desenterrado a Confucio de la misma tumba que escupió y ultrajó durante la Revolución Cultural en los años ’60 y ’70 y estableció los llamados Institutos Confucio en todos los países para difundir «la cultura china». Pero la verdad de estos institutos es otra.
Estos institutos tienen una función estratégica en la política exterior del régimen. Sus programas muestran técnicas de artes marciales, actuaciones o exhibiciones que presentan trajes tradicionales o leyendas, hablan de los «cinco mil años de la cultura china», citan a Confucio, enseñan el idioma chino simplificado y desvirtuado por el Partido Comunista Chino y otorgan becas para aprender todo esto en China.
Pero los ingredientes esenciales de la cultura china antigua, como la tradición espiritual de la disciplina, la veneración hacia lo divino y los valores fundamentales -todo lo que el propio Partido Comunista chino se ha esforzado en destruir durante décadas- están ausentes, pues contradicen la doctrina atea y revolucionaria comunista.
Es absolutamente opuesto a las enseñanzas de los antiguos sabios, que exigen el respeto del pueblo al emperador y el amor del emperador a su gente.
Abundan también las deformaciones intencionales de la cultura con fines propagandísticos. Un buen ejemplo de dichas deformaciones se vio en el Festejo de Año Nuevo Lunar Chino de este año en el ‘Barrio Chino’ de Buenos Aires. Un oficial de la embajada china dijo en su discurso que «personajes como Confucio, Lao Zi y otros dejaron mensajes a lo largo de la historia china para que el pueblo se liberase». Este «el pueblo se liberase» hace alusión a la revolución comunista.
Dada la sutileza de este tipo de mensajes, la mayoría de los oyentes no se habrá detenido a pensar en la escandalosa contradicción de esta frase con los pensamientos verdaderos de Confucio y Lao Zi y con los fundamentos de la cultura tradicional china. Es absolutamente opuesto a las enseñanzas de los antiguos sabios, que exigen el respeto del pueblo al emperador y el amor del emperador a su gente.
Basta leer algunas frases rectoras de los sabios mencionados para entender el disparate: «El hombre sigue a la Tierra, la Tierra sigue al Cielo, el Cielo sigue al Dao y el Dao sigue lo que es Natural», Lao Zi; «La vida y la muerte están predestinadas y la riqueza y la posición social las determina el Cielo», Confucio. ¿Cómo Lao Zi y Confucio dejarían mensajes para que la gente del futuro ejecutara una revolución sangrienta con una doctrina que niega y prohibe la creencia en el Cielo?
Según voceros de los Institutos Confucio, hay más de 300 Institutos Confucio en más de 80 países, todos ellos financiados por las embajadas chinas y se instalan mayormente en espacios cedidos por universidades, por acuerdos con el régimen chino. En Argentina, el Instituto Confucio tiene sedes en la Facultad de Economía de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de La Plata.
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