NUEVA YORK – Cuando un angustiante acontecimiento de tu vida te afecta tan profunda y personalmente, te encuentras ante una encrucijada. Te enfrentas a una elección sobre cómo reaccionar ante ella: ignorarla o hacer todo lo que esté a tu alcance para poder influir de manera positiva para que se logre un cambio. La primera dama de la ciudad de Nueva York, Chirlane McCray, se encontró ante una de tales encrucijadas. Ella decidió ayudar a planificar las iniciativas para mejorar los servicios de salud mental de la ciudad. Su visión global es nada menos que desafiar la división cartesiana entre mente y cuerpo tan frecuente en la medicina occidental.
Cuando McCray descubrió que su hija, Chiara de Blasio, fue diagnosticada con ansiedad, depresión y trastornos por abuso de sustancias a los 18 años, sintió todo lo que cualquier madre sentiría.
«Era tan doloroso y tan frustrante…que es incluso difícil de describir», dijo McCray en la sala verde clara del ayuntamiento de Staten Island durante una entrevista el 11 de agosto.
Al principio, estaba sorprendida. Si alguna vez ves a Chiara en acción, podrás notar lo cálida, carismática e inteligente que es, tiene todo a su favor, explicaba McCray. Era difícil de imaginar lo mucho que Chiara había estado sufriendo o cómo los síntomas habían pasado desapercibidos durante tanto tiempo.
La edad promedio en que se manifiestan síntomas tales como dolores de estómago, ansiedad, insomnio, no poder ser capaz de salir de la cama, aumento de peso, etcétera, es a los 14 años. La depresión clínica no tratada puede conducir a problemas graves como el aumento de las posibilidades de adicción a las drogas o al alcohol, la posibilidad de arruinar las relaciones y causar serios reveses en el trabajo, afectar la salud física, y puede asimismo llevar al suicidio.
«Hubo tantos síntomas que no percibimos». McCray recordó que su hija se ponía de mal humor o se quedaba en la cama demasiado tiempo. Dijo que en ese momento pensaba, «Esto es lo que hacen los adolescentes».
Chiara siempre había sido una buena estudiante. Pero McCray y el alcalde, Bill de Blasio, siempre supieron que a ella le podía ir mejor. «Estábamos tratando de averiguar por qué no avanzaba, porque ella claramente es alguien capaz, por lo que algo la estaba deteniendo. Ahora ya lo sabemos», dijo McCray.
Chiara, reveló su lucha contra la depresión en un video producido por el equipo de transición del alcalde, justo antes de que su padre asumiera el cargo en diciembre de 2013.
Ahora con 20 años y empezando la universidad, Chiara sigue ayudando a crear conciencia sobre la manera de superar la depresión y el abuso de sustancias. En marzo, ella ayudó a lanzar un nuevo servicio de salud mental a través de mensajes de texto de la ciudad, el NYC Teen Text. Los adolescentes en las escuelas participantes pueden enviar un mensaje de texto al “NYC Teen” para obtener información y acceso a un asesoramiento confidencial de forma gratuita.
Uno de cada cuatro adultos tiene una condición de salud mental diagnosticable, y el tiempo promedio de tratamiento es de nueve años después de que se manifiestan los síntomas.
Cuando McCray comenzó a ayudar a su hija, se dio cuenta de que no había ninguna serie definida de pasos seguir para buscar la atención y el tratamiento adecuados.
«Soy una persona con una red de gente a la que puede llamar, tengo seguro de salud, tengo recursos, y sin embargo estaba totalmente nerviosa», dijo, y se preguntó: «¿Cómo hacen las personas que tienen mucho menos que lo que tengo yo? ¿Cómo se las arreglan si se enfrentan a una experiencia así?»
En retrospectiva también se dio cuenta de que sus propios padres habían sufrido de depresión, que esta puede ser hereditaria (alrededor del 40 por ciento de las causas son genéticas). Cuando era una niña, ella sólo sabía que sus padres estaban tristes, pero no sabía en ese momento que ellos tenían una condición diagnosticable y que esta tenía cura.
«Mi padre se aislaba. No quería hablar con nosotros por algunos días. Podía tener una buena mañana o una buena tarde, pero eso era todo. Pero no sabíamos qué pasaba, caminábamos en puntas de pie alrededor de él y mi madre se quedaba callada”, dijo McCray. Fue sólo después de investigar y de hacer un montón de preguntas que pudo comenzar a atar cabos. Tal vez en otro momento o en otro lugar, sus padres podrían haber sido tratados.
Una inversión de 78,3 millones de dólares en salud mental
Estas experiencias y logros la han motivado a trabajar de todo corazón en el plan de la ciudad para crear un sistema de salud mental más eficaz e incluyente, con una inversión de 78,3 millones del Presupuesto Ejecutivo que el gobierno de Bill de Blasio anunció a principios de mayo.
Cuando se sentó con los líderes claves del gobierno, se quedó sorprendida al descubrir que nadie había examinado los diversos programas y servicios de salud mental de la ciudad en más de 30 años.
Así que durante meses McCray, junto con su equipo, han estado investigando y examinando el estado actual de los servicios de salud mental. Comenzaron examinando cuidadosamente las zonas donde la gente está experimentando su mayor trauma, tales como familias en refugios para desamparados. Mientras se prepara para abrir nuevos caminos, las tareas por delante pueden parecer bastante desalentadoras.
«Hay niños y sus padres que están pasando por un trauma tremendo. Y sí, necesitan una cama, pero sabes qué, necesitan apoyo emocional para que realmente puedan funcionar día tras día y puedan llegar a un lugar donde puedan disfrutar de los servicios», dijo McCray.
Para empezar, los 78,3 millones financiarán nueve iniciativas diferentes, incluyendo entre otros a los servicios en refugios para desamparados, los refugios para fugitivos juveniles, los centros de justicia de la familia, las escuelas de la comunidad y los centros de ancianos.
Previendo servicios de Atención Médica Integral
Mirándolo desde una perspectiva más amplia, siendo McCray una persona pragmática pero también idealista, ella imagina un sistema de atención de salud que trate a la salud mental con la atención que realmente requiere.
«En primer lugar no hay separación entre la salud física y la salud mental, ya que todo es uno», dijo McCray. «Quiero una puerta hacia el bienestar, de manera que atravieses esa puerta…y se te trate de manera integral», agregó.
A ella le resulta incomprensible que sepamos a ciencia cierta que uno de cada cuatro adultos tiene una condición de salud mental diagnosticable, y que casi ni se hable de esto. Si se tratara de una gripe, sarampión, o algo peor, sería una crisis. Y comentó: «Perdemos muchas más personas a causa de los [problemas] de salud mental», por ejemplo, personas que se hacen daño a sí mismas, a los demás, o que se suicidan.
Ella cree que los médicos de atención primaria son la clave. «Lo ideal sería que se hagan prácticas en grupos donde haya un médico de atención primaria que este especializado en salud física, y tal vez en otra especialidad, pero también tendría que haber alguien que esté especializado en salud mental», dijo. Los trabajadores sociales también tendrían que estar disponibles «porque no se puede tratar a las personas de forma aislada, no se puede tomar esto como cosas separadas, este es el ámbito físico, este es el ámbito mental, pero… ¡ay!, por cierto, aquí está la familia que está contribuyendo a que esto pase», dijo.
McCray también aboga por los servicios de salud mental en las escuelas, que además de que a los niños les chequeen sus ojos y oídos, también se les evalúe cualquier tipo de angustia o trauma que tal vez experimenten, por ejemplo, la violencia doméstica.
Su visión es proporcionar servicios que traten al niño, y promueva familias y comunidades más saludables. Eso también incluye las actividades extracurriculares.
«Hemos tenido una tendencia a desfinanciar la educación física y a desfinanciar las artes, todas las cosas que muchas personas utilizan para sanarse», dijo McCray hablando de su propia experiencia. Ella se volcó a la escritura, la música y los deportes en busca de consuelo cuando era joven. En la escuela secundaria comenzó a escribir poesía.
«Eso fue un salvavidas para mí, realmente fueron la escritura y la música, las que me mantuvieron con vida”. Señaló que no podemos esperar que los niños crezcan a menos que les ofrecemos la oportunidad de expresarse de manera constructiva.
Todos somos sanadores
Cuando se le preguntó como resumiría su filosofía de la vida, McCray dijo: «Todos podemos ser sanadores para algunas personas en nuestras vidas, y eso realmente comienza con el propio individuo y en cómo hacer uso de nuestros talentos y nuestras fortalezas”.
Ella sabe, tan sólo de hablar con la gente, que «a veces todo lo que se necesita es tener una conversación con alguien para sacarlo de ese agujero en el que está. Puedes salvar una vida con terapia conversacional. Me parece eso muy potente», dijo. «No tienes que tener un título de médico para tener un efecto curativo y cambiar la vida de alguien», agregó.
Este otoño el gobierno dará a conocer la hoja de ruta del plan para la construcción de un sistema de salud mejor y más accesible para los neoyorquinos.
«No puedo esperar, estoy trabajando en esto, estoy trabajando en esto todos los días», dijo McCray sonriendo.
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