El periodista cubano Roberto Quiñones fue liberado este viernes tras cumplir un año de cárcel por «desobediencia y resistencia» a las autoridades de Cuba, y aseguró que seguirá ejerciendo su profesión pese a haber recibido amenazas.
«Lo he llevado bastante mal en la prisión, porque he perdido 30 libras (13.5 kg) de peso, he salido muy delgado. Las condiciones son muy malas», explicó a Efe el periodista de Cubanet -un medio de Miami cuya línea editorial es crítica con el régimen cubano- horas después de salir de la prisión en la ciudad de Guantánamo, en el extremo oriental del país.
Quiñones, de 63 años, aseguró que el mismo día de su salida de prisión agentes cubanos le conminaron a abandonar su trabajo como periodista, le propusieron un nuevo empleo -que rechazó- y lo amenazaron con emitir en la televisión pública un vídeo para desacreditarlo.
En el supuesto video «intentan comprometerme ahí con una mujer y también diciendo que soy un mercenario, que recibo montones de dinero de los Estados Unidos. Ojalá eso fuera cierto, porque tendría que ver cómo yo vivo», declaró.
«Voy a seguir trabajando con Cubanet. No voy a declinar el ejercicio de mis derechos», aseguró el periodista, que aprovechó para agradecer «infinitamente la ola de solidaridad que mi familia y yo hemos recibido este año».
Esta misma semana Amnistía Internacional (AI), junto al Institute for War and Peace Reporting (IWPR) y la ONG Artículo 19 remitieron al líder de Cuba, Miguel Díaz-Canel una carta para solicitar la liberación inmediata de Quiñones e instarle «a proteger la libre circulación de información y a garantizar que todos los periodistas cubanos puedan desempeñar su papel fundamental en la sociedad, libres de toda represalia».
Otras organizaciones internacionales de prensa, así como el Gobierno de EE.UU., también pidieron la liberación del reportero en varias ocasiones desde que éste fuera sentenciado a un año por «resistencia y desobediencia» en agosto de 2019 y encarcelado en septiembre.
El origen del caso se remonta al 22 de abril del año pasado, cuando Quiñones se disponía a cubrir el juicio en Guantánamo a una pareja de religiosos procesados por querer educar a sus hijos en su hogar.
Él alegó entonces que fue detenido sin motivo aparente, esposado, conducido a la comisaría y golpeado en varias ocasiones, en las que asegura que le lesionaron el tímpano y le causaron varios hematomas.
Según la sentencia, sin embargo, Quiñones exhibió un «comportamiento provocador» y «se negó en acompañar a los agentes policiales», además de no llevar consigo el carné de identidad.
El fallo judicial atribuyó las lesiones al «desempeño adecuado de funciones públicas» de las fuerzas del orden cubanas y justificó la dureza de la condena en el «actuar antijurídico, la peligrosidad social y las condiciones personales» del periodista.
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