Lula pone fin a su resistencia y ya está en manos de la Policía

Por EFE
07 de abril de 2018 8:47 PM Actualizado: 08 de abril de 2018 3:07 AM

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, tras dos días de resistencia en el sindicato, se entregó hoy para comenzar a cumplir los doce años de cárcel que le impuso la Justicia por hechos de corrupción.

«Cometí un delito», que fue «llevar a los pobres a la universidad; permitir que compren coches, que tengan comida» y «si es así, seré un criminal el resto de mi vida», dijo Lula en un discurso cargado de emoción. la alocución fue una despedida de los miles de simpatizantes, los que desde el jueves, rodearon el sindicato en el que se había atrincherado.

Con ese discurso puso fin a la resistencia que inició el pasado jueves, después que la Justicia le dictara un auto de prisión. Lula se enclaustró junto a dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo.

El juez Sergio Moro, que le halló culpable de corrupción en un caso asociado al escándalo en Petrobras, le había dado plazo hasta las 20.00 GMT del viernes para entregarse; pero Lula lo ignoró.

Hubo complejas negociaciones para su entrega con la Policía, que se vio inhibida de intentar cumplir el mandato del juez en un predio que estaba rodeado por miles de incondicionales de Lula, pues temían que hubiera enfrentamientos.

La última excusa para postergar su encarcelamiento fue una misa que se celebraría hoy en el sindicato, en memoria de su fallecida esposa quien habría cumplido 68 años.

Lula rompió su encierro y su silencio con la misa, y pareció surgir el líder sindical de puño alzado y verbo encendido de años atrás. Con su discurso acusó a la «elite», a la prensa y a «jueces al servicio de los poderosos», a los que culpó de llevarlo tras las rejas para evitar que vuelva a gobernar.

«No les perdono que hayan sembrado la idea de que soy corrupto. Ninguno de ellos duerme con la conciencia tranquila de la verdad y la honestidad que yo tengo», declaró.

Aseguró que no se siente «por encima de la justicia» y señaló: «si no creyera en la justicia no hubiera fundado un partido… habría hecho una revolución».

Habló del «sufrimiento» de su familia cuando «ve a uno de los suyos masacrado»; aseguró que sus problemas judiciales agudizaron los problemas de salud que llevaron a la muerte a su esposa y dijo que con su entrega, quienes querían verlo en prisión «hoy tendrán orgasmos múltiples».

Pero ¡Tampoco se dio por vencido! «Saldré de ésta más fuerte, más verdadero y más inocente; porque voy a probar que ellos cometieron el crimen de perseguir a un hombre sin culpas», dijo.

Quizás previendo que puede estar en prisión más tiempo del que calculan sus abogados -quienes aún confían en recursos que deberán ser juzgados los próximos días- agregó que sus adversarios «van a darse cuenta de que el problema de este país no es Lula», pues «habrá millones de ‘lulas’ andando» por el país.

La entrega de Lula, sin embargo, se demoró varias horas después de su discurso e incluso casi fue impedida por decenas de militantes que bloquearon los portones y no dejaron salir su automóvil.

Tras unas tensas negociaciones, Lula salió caminando en medio de un enorme tumulto, subió a un automóvil y partió seguido de inmediato por un convoy de la Policía Federal.

El expresidente será trasladado a Curitiba, donde le espera una celda de 15 metros cuadrados especialmente preparada para él.

El PT, que ha sufrido su más duro golpe desde que Lula lo fundó en 1980 anunció que ahora la «resistencia» será mayor.

La presidente del partido Gleisi Hoffmann convocó a toda la militancia de izquierda a «ocupar» Brasilia y Curitiba hasta que Lula deje la prisión.

«Ahora mismo comenzamos la campaña. Vamos para Curitiba, vamos para Brasilia, vamos a acampar allí hasta conseguir la liberación del compañero Lula», dijo Hoffmann en las puertas del mismo sindicato en el que el expresidente permaneció durante más de dos días.

Según Hoffmann, la militancia del PT acampará «desde el domingo» en Curitiba y el lunes hará lo mismo en Brasilia para exigir «la libertad de Lula a los magistrados golpistas de la Corte Suprema».

Pese a ello, en el Supremo reside la última esperanza de que Lula recupere la libertad, que es la revisión de una jurisprudencia que rige desde 2016 y permite la prisión de un condenado una vez que la sentencia se ratifica en segunda instancia, como es su caso.

En el Supremo, a espera del debate, hay varios recursos que piden volver al régimen anterior que establecía el encarcelamiento una vez agotadas todas las apelaciones, incluso en una tercera y una cuarta instancia.

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