Claudio Marangoni dejó el fútbol (tras haber jugado en Independiente y Boca Juniors en Argentina) pero, a diferencia de sus colegas, no prosiguió por el camino de la dirección técnica, la representación de jugadores o el periodismo sino que descubrió que llevaba una fuerte vocación docente que puso en acción aún antes de su retiro.
La Gran Época visitó al actual Director de la Escuela de fútbol que funciona en el barrio de Palermo (Ciudad de Buenos Aires) para conocer más en profundidad su labor cotidiana, la misión de inculcar valores a los más pequeños, su relación con la comunidad y cómo ve el ambiente del fútbol actual, entre tantos otros temas. Los invitamos a compartir la entrevista con un ex futbolista distinto a los demás.
Formarse desde pequeño
¿Cómo surge la idea de poner una escuela de fútbol en Buenos Aires?
-La escuela de fútbol surge por una necesidad personal, una vocación docente de enseñar un deporte que está ligado a mí desde la primera infancia, que después lo practiqué profesionalmente y que en el momento tal vez cumbre de mi carrera quise abrir un espacio para enseñarles a los más chicos -fundamentalmente los de muy corta edad- a generar un vínculo con el fútbol basado en los valores que tiene este deporte, que son muchos como deporte colectivo. Y así fue que lo abrí, no porque estaba persiguiendo crear una institución ni nada sino como un espacio.
“Me di cuenta que el fútbol podía oficiar como vehículo para que ese chico mejorara en la problemática que tenía»
¿O sea que la vocación la llevaba adentro y cuando la puso en funcionamiento, la desplegó?
-Sí, fue una vocación, y enseguida me di cuenta que estaba ante una responsabilidad mayor porque tenía chicos que llegaban a aprender a jugar al fútbol, pero con diferentes problemáticas: tímidos, hiperquinéticos, con problemas neurológicos, emocionales, de familias disfuncionales, con chicos derivados de consultorios neurológicos o psicológicos.
Nos dimos cuenta de que todos querían aprender a jugar al fútbol pero en realidad venían por otro objetivo más: el que era tímido socializarlo, el que era hiperquinético de algún modo equilibrar esa cantidad de movimiento que traía.
“Tratamos que la relación del chico con el fútbol sea una base sólida para que después sea un chico feliz practicando la actividad deportiva y que sea importante en su vida”
Y así fue que me di cuenta de que enseñar fútbol era enseñar algo más que fútbol y que era tan importante enseñarles a jugar como contenerlos de alguna manera, que el fútbol podía oficiar como vehículo para que ese chico mejorara en la problemática que tenía. Empezamos a trabajar con un grupo de profesores de educación física, con mi mujer que es psicoanalista y enseguida fue una explosión de gente porque no existía el modelo en Argentina, fuimos precursores de la escuela de fútbol formativa y recreativa de corta edad.
En la actualidad trabajamos con chicos de 3 hasta los 12 o 13 años. Fundamentalmente lo que tratamos de reforzar es el primer vínculo: que la relación del chico con el fútbol sea una base sólida para que después pueda jugar al fútbol o a cualquier otro deporte y que sea un chico feliz practicando la actividad deportiva, que sea importante en su vida.
“Hoy cada jugador se ha convertido en una empresa propia”
Crecer en un mundo complejo
¿Cómo ve a los jóvenes hoy?
-Yo siempre soy un optimista, siempre tengo la esperanza de que la raza humana vaya mejorando, que los que vienen sean mejores. Les toca enfrentar nuevos retos: cada vez hay más gente, menos posibilidades de trabajo y más exclusión. Hoy los jóvenes están muy sumergidos en una nueva era: la tecnológica. Todo eso seguramente trae aparejado diferentes formas de vincularse y contactarse, pero en esencia el ser humano es siempre el mismo: quiere ser feliz y sentirse útil. Van cambiando las formas pero la esencia es siempre la misma.
Generalmente todas las sociedades tienen una visión crítica de la juventud, yo no adhiero a eso. Simplemente hay que generar el espacio para que puedan sentirse útiles y puedan generar ideas, darles paso a ellos. Soy un optimista en eso, siempre pienso que lo que va a venir va a ser mejor que lo que nos tocó vivir.
El fútbol ayer y hoy: valores vs dinero
¿Qué aprendizaje le dejó su época de futbolista?
-Todos los aprendizajes que tiene este deporte: el trabajo en equipo, solidaridad, compañerismo, todo lo que tiene que ver con fijarse objetivos personales y grupales, superar la adversidad, superar momentos de injusticia. Muchos valores tiene el deporte grupal: aceptar los liderazgos, mirar el trabajo de uno y no el del otro, sentirse contento con lo que uno puede lograr, saber que el trabajo grupal es un logro de todos, aunque se tengan necesidades individuales distintas, porque no es lo mismo salir campeón para un jugador de 35 años que salir campeón para un chico de 19. Poder amalgamar esas voluntades y tener una visión es lo que te va dejando el fútbol, y después disfrutarlo, porque eso es muy importante.
“El jugador de mi época era más artesanal, como un especialista de cada puesto y hoy es más funcional y más utilitario”
¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre su época de futbolista y la actual?
-Yo creo que el amor por el fútbol es el mismo, solo que hoy son diferentes las circunstancias que rodean al futbolista profesional. Si bien nosotros jugábamos en una era ya bastante profesionalizada, se ha profesionalizado mucho lo que son las divisiones inferiores, el entrenamiento físico, la metodología, la enseñanza táctica y estratégica, y tal vez se ha perdido virtuosismo, un jugador de mi época era más “artesanal”, como un especialista de cada puesto y hoy es más funcional y utilitario.
Hoy el deporte ha cambiado porque han cambiado los sistemas de entrenamiento, la parte farmacológica, han ido a un sistema que prácticamente va más allá de la capacidad que tiene el individuo de adaptarse a un entrenamiento por lo fuerte que es, hoy los deportistas son más atléticos y la cancha sigue midiendo lo mismo (110m x 70m), pero en el año ´86 un jugador corría entre tres y cuatro kilómetros, y hoy en una media de un mundial está entre diez y trece kilómetros.
¿A qué atribuye esas diferencias?
-Todo tiene que ver. La cantidad de dinero que se maneja hoy en la industria del deporte va directamente proporcional a la cabeza de los futbolistas. Es decir, si las empresas del deporte venden miles y miles de millones de dólares, es lógico que estas tengan jugadores para sus publicidades y patrocinios, y que los clubes reciban cada vez más dinero. Eso lleva a que vaya profesionalizándose más porque las exigencias del mercado son cada vez más grandes.
Asimismo, en un deporte profesional es lógico que hoy los sistemas de software utilizados por el fútbol sean fantásticos, les brindan a los técnicos una información que antes no tenían. Antes el técnico solamente podía tener un informe de un tercero que se lo hacía porque no podía ver al equipo rival y hoy se puede ver a este porque la cantidad de partidos, tácticas y estrategias que se van desarrollando, cuando uno adopta o consigue hacer una novedad -que hace una diferencia- enseguida el rival la copia; eso ha profesionalizado el mundo del fútbol pero no quiere decir que algunos románticos piensen que antes el fútbol era más lírico, más virtuoso.
¿Los valores y los códigos que se manejaban en aquel entonces siguen siendo los mismos?
-Puede ser que hayan cambiado algunos, en el sentido que hoy cada jugador se ha convertido en una empresa propia. Hoy Messi no es solamente Messi, sino todo lo que representa y alrededor de él hay secretarios, debe haber gerentes, representantes, etc. Messi solo debe ser una compañía de producto. Y así prácticamente todos los jugadores de los grandes equipos.
Un jugador hoy gana a lo mejor millones y millones de dólares por año, estresado pensando qué hacer con todo su dinero o qué hacer para seguir siendo exitoso. Es decir, va entrando en una variable que nosotros la desconocemos porque no nos tocó, sino que simplemente nosotros pensábamos en jugar, en entrenar, y prácticamente ningún jugador se hacía rico, salvo raras excepciones. Tal vez era más simple.
Hoy el jugador tiene no solamente que exteriorizar su deseo, trabajar y ser exitoso, sino que tiene múltiples obligaciones.
Lo que aporta el deporte
¿Considera que las personas influyentes en la sociedad (futbolistas, técnicos y dirigentes) tienen una responsabilidad mayor ante el conjunto de la sociedad?
-Siempre pienso que los futbolistas son mirados por miles de jóvenes y pueden elegir. Me gusta ver mucho más a los futbolistas orientados hacia un tema comprometido de ayuda, de solidaridad y de caridad, que a deportistas que se han farandulizado, porque el mensaje que le llega a la gente es mejor. Pero la verdad que tampoco tengo derecho a juzgar al deportista que elige otro tipo de vida; es su vida y eso no se puede criticar.
¿Qué le queda por hacer?
-La realidad es que me gusta este trabajo y pienso que con la escuela, con el club y con los proyectos todavía no dimos lo mejor, que lo mejor está por venir. Si es con mis hijos o si es con un grupo de trabajo como el que tenemos, que es confiable y solidario, pienso que nos gustaría seguir ayudando a que crezca el deporte en el país.
¿Qué tiene para aportar al deporte?
-Tenemos una experiencia de 30 años, una vida del deporte. La continuidad en el trabajo es lo más importante porque una persona es lo que hizo, no lo que dice ser ni lo que representa. Espero que el futuro nos siga encontrando en ese camino.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.