Una identificación oficial, un comprobante de domicilio y 40 dólares es todo lo que se necesita para poder manejar en la Ciudad de México. En apenas media hora, una persona obtiene la licencia para sumarse a su jungla de asfalto.
Desde 2003, conocer las normas viales o saber conducir son requisitos accesorios para circular en la capital.
Hasta que los rampantes índices de siniestralidad alarmaron hasta tal punto el ayuntamiento que, desde este martes, se empezó a implementar un nuevo reglamento de tránsito más severo contra infractores.
Entre los siete millones de vehículos que circulan por la caótica megaurbe, hay diariamente entre dos y tres muertos relacionados con hechos de tránsito, según cifras del gabinete del izquierdista Miguel Ángel Mancera, que trabaja también para reimponer el ahora inexistente examen de manejo.
«Quien maneja en el DF, maneja en cualquier parte del mundo», reza el dicho popular.
Pero «la mayoría aprendemos sobre la marcha, con más educación unos que otros», reconocía María Teresa Ramírez, una funcionaria de 67 años, que el lunes hacía cola en el centro de la ciudad para renovar su licencia. «De repente, hay algunos que van tan rápidos que parece que van a cobrar una herencia».
María, una joven china de 25 años que trabaja en la industria textil, también estaba en la cola para ayudar a su jefe a sacarse el carnet porque, al no hablar español, «se le complicará más si se le hace el examen» a partir de 2016, como lo prevén las autoridades locales.
Hace 12 años, bajo el mandato del exalcalde izquierdista y dos veces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, se decidió eliminar el examen de manejo en la capital argumentando que, así, se acabaría con la corrupción que rodeaba la entonces rudimentaria prueba.
En un país donde una «mordida» (soborno) soluciona casi cualquier problema, con apenas unos pocos pesos los capitalinos se libraban del examen. Hoy, sólo los conductores de entre 15 y 17 años están obligados a pasar una prueba de habilidad en el DF, teniendo en cuenta que cada estado mexicano tiene su propia regulación vial.
¿Y qué consecuencias tuvo la insólita eliminación de la prueba en la capital mexicana, ineludible en casi toda América Latina y el mundo?
«Fue muy desafortunado, porque la formación vial es prácticamente nula en México. La mayoría de los conductores aprendieron a manejar observando, con un amigo o un familiar», considera Gerardo Gutiérrez, director de la escuela de manejo Imperial, una de las treinta oficialmente registradas en la superpoblada capital.
En Argentina, hay que realizar un curso de manejo y, con el certificado correspondiente, aprobar un examen teórico-práctico para obtener la licencia. En Chile el curso no es obligatorio, pero sí la rendición de un examen teórico, uno práctico y otro médico, cuya dificultad fue incrementada recientemente.
Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Brasil también realizan exámenes teóricos y prácticos, aunque en muchos casos con exigencias bastante laxas.
Los agentes de tránsito, en la mira
Entre quejas de muchos usuarios, el nuevo reglamento de tránsito mexicano establece prohibiciones para acciones como la llamada «vuelta continua», girar cuando el semáforo está en rojo, que pasará a estar sancionado salvo que «exista un señalamiento que expresamente lo permita».
El nuevo marco es también más severo con el uso del cinturón y establece multas de entre 40 hasta 250 dólares a quienes utilicen el celular en el vehículo, rebasen los 50 km/h en las vías primarias de la ciudad, invadan el paso de peatones o toquen el claxon de forma excesiva.
El reglamento busca priorizar la vialidad de los peatones y también de los ciclistas, en sintonía con las demandas de una creciente ola de activistas que, incluso vestidos de payasos o superhéroes, buscan combatir conductas poco cívicas en esta metrópoli de 21 millones de personas.
Consciente del problema de la corrupción, la alcaldía instaló cámaras en 40 puntos viales claves de la ciudad y añadió una nueva función de fiscalización y quejas ciudadanas en la aplicación móvil oficial ‘Mi policía’, que «va a ayudar a evitar que el elemento pudiera tener algún tipo de desviación», dijo a la AFP el subsecretario de Control de Tránsito, Fernando Martínez Badillo.
A la espera del futuro examen para nuevos conductores y «en la medida en que vayamos logrando que los ciudadanos se den cuenta de que, si no respetan el reglamento, ya no les va a pasar nada», el comportamiento cívico mejorará y los accidentes disminuirán, cree el funcionario.
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