Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan en el desarrollo de un biosensor que servirá como prueba de detección rápida, masiva y de bajo costo del COVID-19, informó este miércoles la institución.
En un comunicado, los investigadores señalaron que el proyecto se encuentra en fase de validación ante el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) de México y en pruebas de distintos tipos de lectores para determinar la carga viral.
«Se calcula que su costo oscilará alrededor de los 300 pesos (unos 12,3 dólares) por prueba, a diferencia de los 1500 a 2000 pesos (entre 61,7 y 82,3 dólares) que ascienden otras pruebas de diagnóstico», se apuntó en la nota.
El equipo de investigadores y estudiantes forma parte del Laboratorio Nacional de Soluciones Biomiméticas para Diagnóstico y Terapia (Lansbiodyt) de la Facultad de Ciencias de la UNAM y lleva más de cuatro años trabajando en un sensor versátil de biomoléculas.
El aparato hace posible «la detección de diversos anticuerpos y moléculas como glucosa e insulina -para diagnosticar diabetes-, colesterol, triglicéridos, entre otros», del cual tienen una patente registrada en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
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Precisamente por su versatilidad y ante la emergencia sanitaria mundial, el equipo decidió trabajar la misma línea «en un biosensor que sirva para detectar este coronavirus de manera barata, rápida y segura, sin necesidad de utilizar los instrumentos y elevados costos que implican otras pruebas como el PCR (siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa)».
«Lo que hicimos fue tratar de combinar la especificidad que te da un PCR, que no tiene ese potencial de masividad de una prueba serológica, en un sensor que nos permitiera tener especificidad porque lo que detecta es el material genético viral, detecta al virus, pero en ciertas condiciones experimentales que pueden ser masivas», apuntó la doctora Tatiana Fiordelisio, quien junto con Mathieu Hautefeuille, son los líderes del proyecto.
Diseñamos «un sensor que tenga la especificidad pero que sea de fácil uso, fácil acceso, barato, que se pueda llevar a todos lados, a lugares donde no haya hospitales ni laboratorios clínicos», añadió.
Explicó que la muestra del paciente se tomaría de la nariz o de la boca y se colocaría en una solución de trisol -que es una solución comercial compuesta por cloroformo y otros solventes-, en ese momento el virus quedaría inactivado lo que significaría una gran ventaja «porque la muestra puede ser transportada a cualquier otra parte sin que haya un peligro de contagio».
Las autoridades sanitarias de México reportaron este miércoles un acumulado de 5847 contagios con 449 muertes por la COVID-19, un incremento de 448 casos y 43 fallecimientos en las últimas 24 horas.
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