El candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, se retractó el miércoles de su promesa de deportar a todos los inmigrantes indocumentados que viven en el país, pero prometió dar prioridad a la seguridad en la frontera y asegurarse de que quienes entren a Estados Unidos compartan sus valores.
Hablando a sus seguidores en Phoenix, Arizona, Trump dijo que “cualquiera que haya entrado de forma ilegal en Estados Unidos está sujeto a la deportación” y que si son detenidos “por cualquier crimen” pasará de inmediato a un proceso de deportación. “No habrá amnistía”, recalcó.
En su discurso no hubo mención directa a la llamada “fuerza de deportación” que en otras ocasiones ha prometido para expulsar a todos los 11 millones de inmigrantes que se calcula viven en el país en situación irregular.
Propuso contratar 5.000 nuevos agentes para la patrulla fronteriza, triplicar el número de oficiales de inmigración de ICE y deportar a cualquiera que entre ilegalmente al país. Vaticinó que con su plan el crimen y los cruces en la frontera se vendrían abajo y desaparecerían las pandillas.
Pero el tono que utilizó Trump fue más agresivo que el de horas antes en la Ciudad de México donde sostuvo lo que llamó una “importante y directa” conversación con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
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Durante la conferencia de prensa conjunta que siguió a la reunión con Peña Nieto, Trump dijo que no se había hablado de quién pagaría el muro que piensa construir en la frontera. Peña Nieto guardó silencio en ese momento, pero después tuiteó: “Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará el muro”.
En Arizona, Trump no dejó lugar a dudas. Cuando reveló los 10 puntos de su plan sobre inmigración, el “alto, poderoso y hermoso muro”, fue el primero.
“México pagará el muro, al 100%”, dijo el magnate inequívocamente. “Aún no lo saben, pero van a pagar el muro”, a lo que la multitud respondió cantando “¡Construya ese muro!”.
En un acto de campaña en Ohio, la demócrata Hillary Clinton criticó la visita de Trump a México y defendió su propia experiencia trabajando con mandatarios extranjeros como jefa de la diplomacia estadounidense.
“La gente tiene que saber que puede contar contigo, que no dirás una cosa un día y algo totalmente diferente al día siguiente”, dijo ante la American Legion en Cincinnati.
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