Durante la campaña presidencial, Donald Trump prometió ser duro con China en temas comerciales y relacionados a la manipulación de su moneda.
Pero Trump parece haber cambiado de dirección después de reunirse con el mandatario chino, Xi Jinping. El 16 de abril tuiteó: “¿Por qué diría que China manipula su moneda cuando están trabajando junto a nosotros en el problema de Corea del Norte? ¡Veremos qué pasa!”
Desde entonces, Trump ha sido criticado por muchos medios de comunicación por ablandar su postura hacia el régimen chino.
Pero un análisis cuidadoso de los comentarios de Trump sobre el régimen chino y Xi sugiere que Trump habría entendido recientemente la delicada situación política de China. Esta comprensión y las rápidas acciones del régimen de Xi contra Corea del Norte, podrían haber convencido a Trump de abstenerse de reprender a Xi.
Xi y Trump anunciaron luego de su reunión de dos días en Florida, que se habían entendido bien entre sí. “Estuvimos juntos durante horas y horas” dijo Trump a “Fox & Friends”. “Teníamos una reunión pautada de 15 minutos y duró tres horas. Y lo mismo ocurrió al día siguiente”.
Las seis horas de charla privada –o un poco menos, tomando en cuenta los recesos y el tiempo de traducción– serían suficientes para que Xi le diera una explicación decente sobre los desafíos que enfrenta por parte de la facción política rival encabezada por Jiang Zemin, ex dictador del Partido Comunista Chino.
Jiang encabezó el Partido Comunista entre 1989 y 2002 y siguió teniendo una gran influencia durante el mandato de su sucesor, Hu Jintao (2002-2012). El periodo de Jiang como la fuerza política máxima del régimen chino estuvo marcado por la corrupción, la cleptocracia y la persecución.
Jiang no solo tenía influencia en China continental. La semiautónoma Hong Kong es considerada un feudo político de Jiang y tanto Jiang como sus máximos lugartenientes tienen vínculos cercanos con el régimen de Kim en Corea del Norte.
Xi ha estado tratando de eliminar la facción de Jiang y consolidar su control sobre el régimen chino desde que se convirtió en líder del Partido en 2012. La campaña anti-corrupción de Xi ha terminado con la carrera de muchos aliados claves y cómplices de Jiang. En octubre de 2016, Xi tomó el políticamente simbólico título de líder “central” del partido (que solo tuvieron un puñado de grandes mandatarios, como Mao Zedong), desplazando efectivamente al “central” anterior, Jiang Zemin.
Sin embargo, Jiang sigue suelto y su facción fue diezmada pero no eliminada.
Miembros de la facción de Jiang manejan portfolios importantes en el Comité Permanente del Politburó, el organismo máximo para la toma de decisiones. Sectores claves del gobierno, como el de seguridad y el de propaganda, todavía siguen las directivas de Jiang. Y las crecientes tensiones en Hong Kong y con Corea del Norte sobre sus provocaciones nucleares son fenómenos que podrían haber sido manipulados por la facción de Jiang.
Si Xi realmente informó a Trump sobre los problemas internos que enfrenta, eso pondría en perspectiva los comentarios de Trump en los medios de comunicación sobre los esfuerzos de Xi para refrenar al líder norcoreano Kim Jong Un.
“Después de escucharlo 10 minutos, me di cuenta de que no es fácil” dijo Trump a The Wall Street Journal y agregó que “sentía bastante fuerte” que la cúpula de Xi tenía un “tremendo poder” sobre Corea del Norte. “Pero no es lo que uno pensaría”, dijo insinuando que la situación entre ambos regímenes comunistas es compleja.
Un régimen de Kim cercano al principal rival de Xi ciertamente no será fácil de controlar para Xi.
En la entrevista con “Fox & Friends”, Trump dijo: “China está intentando ayudarnos. No sé si podrá hacerlo o no”.
Suponiendo que Trump está al tanto de la lucha de facciones del régimen chino, tendría sentido entonces que no catalogara inmediatamente a China de manipulador de su moneda, ya que es casi seguro que la facción de Jiang lo usaría contra Xi.
Sin la presión de Estados Unidos, Xi podría entonces enfocar sus esfuerzos en derribar a la facción de Jiang.
Y sin la facción de Jiang como apoyo político, el régimen de Corea del Norte podría no avanzar de manera tan temeraria con su programa nuclear, como lo ha hecho en los últimos meses.
Derechos Humanos
Una posible resolución de largo plazo al problema de Corea del Norte podría no haber sido la única cuestión que cambió la opinión de Trump sobre China y sobre Xi.
Xi prometió a Trump en Florida que resolvería una importante cuestión de derechos humanos en China, supo La Gran Época de una fuente cercana a Xi.
“Creo que muchos de los malos problemas potenciales se terminarán”, dijo Trump en la conclusión de su reunión con Xi. Sea que esto se refiera a Corea del Norte, la ‘importante cuestión de derechos humanos’, o algo completamente diferente, no está claro.
Cuando al Secretario de Estado Rex Tillerson se le preguntó en una conferencia de prensa si se había hablado de derechos humanos en la reunión, dijo: “En cuanto a las conversaciones sobre los derechos humanos en China, pienso que los valores estadounidenses son bastante claros y realmente estuvieron en el centro de todas nuestras conversaciones”.
La represión por parte del régimen chino contra los practicantes de Falun Dafa, el grupo de prisioneros de conciencia más severamente perseguido actualmente en China, se ha debilitado de alguna manera durante el mandato de Xi –aún cuando observadores de China y grupos de derechos humanos notan un mayor control social y mayor represión contra activistas y abogados de derechos humanos.
Jiang inició la persecución a Falun Dafa el 20 de julio de 1999. Durante casi 18 años, los practicantes han sido arrestados por su fe y sometidos a brutales torturas y abusos, que en muchos casos causaron la muerte. Investigadores de la sustracción de órganos en China descubrieron que los practicantes componen la gran mayoría de los prisioneros de conciencia cuyos órganos fueron extirpados a la fuerza por el régimen chino, en una cifra que se estima en alrededor de un millón y medio de trasplantes.
Una de las primeras medidas de Xi al asumir fue ordenar el desmantelamiento del sistema de campos de trabajo forzado, cuya población en un momento estaba compuesta en un 50% por practicantes de Falun Dafa encarcelados por su creencia, según informes citados por el Departamento de Estado de EEUU y la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China. Además, funcionarios de alto rango involucrados en la persecución contra Falun Dafa han sido arrestados con cargos de corrupción. En 2016, Xi ordenó a los paramilitares chinos que cesaran sus operaciones comerciales privadas, incluyendo en sus hospitales, que son los principales sitios donde se comete la sustracción de órganos.
Si la cúpula de Xi Jinping termina y expone la persecución contra Falun Dafa, esto podría provocar otros cambios políticos dada la gravedad de los crímenes cometidos por el Partido Comunista, el enorme número de chinos afectados y el inevitable impacto sobre la imagen del PCCh.
Para Trump, hay mucho para ser optimista. A pesar de que parece que no está cumpliendo sus promesas de campaña, al mismo tiempo podría estar ayudando a terminar una brutal persecución e incluso quizás el comunismo, en China.
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