Hasta aquí llegaron aquellos que tenían la esperanza de que el recientemente concluído -aunque claramente no finiquitado- acuerdo nuclear con Irán serviría como piedra basal para un revival de la histórica apertura del ex presidente Richard Nixon hacia China.
Mientras la siguiente fase de las conversaciones nucleares darán inicio esta semana en Viena, Teherán está de buena racha.
En esta oportunidad, se trata de Yemén, sitio donde las noticias refieren que un convoy de barcos de carga iraníes podrían haber sido enviados hacia esa nación destrozada por la guerra -y donde una coalición liderada por Arabia Saudita condujo una campaña aérea que dio comienzo a fines de marzo pasado.
También se ha informado que Irán ha movilizado algunos de sus navíos de guerra de sus aguas en el Golfo Pérsico o el Golfo de Adén, con el objetivo de dirigirse a Yemén y conducir operaciones ‘anti-piratería‘, de acuerdo a Teherán.
Aún cuando no se ha confirmado, la sospecha es que los navíos de carga iraníes estén transportando armamento y/o suministros para los hutíes, que vienen de capear semanas de bombardeos (en la Operación Tormenta Decisiva, ejecutada por los sauditas).
Enviar armas a los hutíes violaría una reciente Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que ha interpuesto un embargo contra los rebeldes yemenitas, cuya ofensiva depuso al gobierno del ahora exiliado es jefe de Estado Abed Rabbo Mansour Hadi.
Es probable que la campaña aérea haya destruído la mayor parte de las pistas de despegue y aterrizaje que Teherán podría utilizar para aprovisionar a los hutíes, especialmente con sistemas críticos de defensa aérea -como ser misiles tierra-aire) que pudieran comprometer la seguridad de los pilotos de la coalición saudí.
Es probable que los navíos de guerra que Irán tiene en la región no solo estén monitoreando a sus contrapartes sauditas y egipcias en el conflicto, sino que potencialmente protegerían el convoy cuya misión es desembarcar en algún puerto yemení para dejar su carga -cualquiera que ésta sea.
Y también podría ser peor.
En tanto muchos pensaron que el despliegue del portaviones estadounidense USS Theodore Roosevelt en el área, con miras a proteger la libertad de navegación fue ‘inusual‘, en realidad podría ser parte de, digamos, otra historia.
Esta semana, el presidente estadounidense Barack Obama dijo ante la cadena MSNBC que ‘si existe armamento que está siendo entregado a facciones en Yemén que pudieran amenazar a la navegación, eso es un problema‘. El uso de la expresión ‘amenaza a la navegación‘ es particularmente interesante.
Asumiendo que Obama no utilizó términos no idóneos y que no se expresó mal, ¿qué tipo de armas iraníes podrían comprometer las rutas navegables?
Una respuesta posible coincide con los misiles crucero o con misiles balísticos anti-navío desplegables en tierra. Irán tiene ambos tipos de vectores, diseñados para provocar interrupciones en el tránsito de naves en cursos estrechos, y para atacar tanto a barcos civiles como militares.
Esta, por cierto, es solo una posibilidad.
Aún cuando ello fuera riesgoso debido a un número de razones, si Irán transfiriese misiles (y apoyo técnico) a los hutíes, ello comprometería las rutas de tránsito, como ser la del estrecho Bab el-Mandeb, el Mar Rojo y el Golfo de Adén.
Ello también daría lugar a una modificación potencial en la dinámica de la guerra. En otras palabras, estando en posesión de este tipo de armas, los aparentemente inocuos hutíes -y su aliado, Irán- ganarían una fuerza de negociación de calibre contra la coalición saudí, en toda conversación relativa al futuro de Yemén.
En efecto, se trata de una noción interesante -y al portaviones estadounidense (y a su grupo de combate) podría caberle un rol a la hora de tratar con ese envío.
Si bien es cierto que desconocemos el contenido oculto en los contenedores a bordo de las embarcaciones iraníes -y pudiera ser que Washington tampoco sabe mucho-, está claro que las tensiones con Teherán están lejos de terminarse, muy a pesar del probable acuerdo nuclear.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés
Peter Brookes es Analista Senior en temáticas relativas a seguridad nacional en la Fundación Heritage, Washington, D.C. En la actualidad, Brookes ejerce su tercer período como miembro designado en el congreso estadounidense de la Comisión de Revisión de Seguridad y de Economía entre Estados Unidos y la República Popular China. Anteriormente, se desempeñó en la Administración del ex presidente George W. Bush como secretario adjunto de Defensa para Asuntos de Asia y del Pacífico, en donde fue responsable por la política de Defensa de EE.UU. de 38 países y cinco alianzas bilaterales en el continente asiático.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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