Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba habían comenzado a ser más cercanas con la administración del presidente Obama y en parte se había roto el aislamiento comercial de la isla.
Sin embargo, ahora puede ser diferente. Desde su campaña presidencial, Donald Trump prometió que iba a tener “mano dura” con Cuba y Venezuela si no respetaban la democracia y los derechos humanos.
En este sentido, este nuevo gobierno tiene un pensamiento inverso al de la administración anterior, en donde se brindaban ciertos beneficios mientras desde Cuba “prometían” más libertad en la isla y mejores condiciones de vida. Trump parece tener otro razonamiento: se le restringe ciertas concesiones a la isla, hasta que el presidente Castro no demuestre un mejoramiento real en materia de derechos humanos y democracia.
Especialistas aseguran que el alivio a las restricciones impulsado por Obama no ha logrado avances en libertades políticas en Cuba, pero sí beneficiaron financieramente al Gobierno de Raúl Castro y especialmente al estamento militar y de inteligencia.
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El presidente Trump no seguirá progresando en el proceso de normalización con Cuba si no hay avances democráticos como «elecciones libres» en la isla, además de restringir los viajes de estadounidenses a la isla y las transacciones con el Ejército cubano, informó el jueves la Casa Blanca.
Por otra parte, se prevé que el presidente no restaure la política por la que EE.UU. repatriaba a los inmigrantes cubanos que interceptaba en el mar («pies mojados») pero admitía a los que lograban tocar tierra («pies secos»), que fue eliminada por Obama al final de su mandato.
Funcionarios de alto nivel de la Casa Blanca dejaron en claro el jueves que, no obstante los cambios, las relaciones diplomáticas entre los dos países continuarán y las aerolíneas y cruceros seguirán prestando servicio hacia Cuba y que la restricción apunta más a lo comercial, aunque también habrá excepciones.
En este sentido, el presidente Trump dará un discurso este viernes en Miami en el que explicará los pasos a seguir respecto a la relación de su país con la isla.
Los cambios previstos contemplan:
- El turismo de estadounidenses a Cuba seguirá prohibido, pero se reforzará el cumplimiento de las condiciones de viaje bajo las 12 categorías autorizadas, lo que podría ahuyentar a muchos visitantes, temerosos de recibir fuertes multas.
- Los viajes iniciados por individuos no serían permitidos sino en grupos para cumplir con los requisitos de la interacción con el pueblo cubano.
- Los nuevos límites a los negocios estadounidenses con Cuba apuntarán directamente al Grupo de Administración Empresarial SA (GAESA), una compañía de propiedad del Ejército cubano que controla el 60% del sector empresarial de la isla, incluido el sector hotelero.
- La Embajada estadounidense en La Habana no cerrará ni se romperán las relaciones diplomáticas restablecidas en 2015 tras más de cinco décadas de hostilidades.
- Los vuelos comerciales directos entre Cuba y Estados Unidos seguirán sin cambios, así como las visitas de cruceros estadounidenses a la isla.
- Sobre los fugitivos estadounidenses que viven en Cuba, Trump reiterará la importancia de acelerar su extradición para retornarlos a la justicia de Estados Unidos. Se informó que el secretario de Justicia Jeff Sessions someterá un reporte sobre esos esfuerzos.
- Trump también solicitará la liberación de los prisioneros políticos estadounidenses en las prisiones cubanas, dijeron las fuentes oficiales.
El presidente firmará un decreto sobre su nueva política hacia Cuba cuando pronuncie su discurso en el Teatro Manuel Artime en la Pequeña Habana en Miami, el corazón de la comunidad exiliada cubana y cubano-estadounidense.
Con información de VOA
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