Las abejas de miel proporcionan miel, polinización y otros elementos muy útiles en la vida del hombre, pero muy poco se conoce sobre cómo hace para distinguir su alimento del néctar de las flores, o su nivel de agudeza visual en cuanto al tamaño, la distancia de su alimento y cómo puede emplearse este conocimiento en la vida cotidiana.
Lo que se sabía es que las abejas posen ojos simples y compuestos, y que su visión o agudeza visual, depende de la casta a la que pertenece. A principios de abril del presente año, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Adelaida en Australia y la Universidad de Lund de Suecia, indicó que las abejas tienen mucha mejor visión de lo que se pensaba, según publica la revista Scientific Reports.
A diferencia de las investigaciones que se hacían en la oscuridad, al realizarse con luz brillante en el laboratorio se registró que las respuestas neuronales que se producen en los fotoreceptores individuales en los ojos de las abejas melíferas occidentales o abejas europeas, dan lugar a cambios en la agudeza visual de las abejas.
La Dra. Elisa Rigosi de la Universidad de Lund encuentra que la investigación de las abejas es fascinante: “Hoy en día, las abejas siguen siendo un modelo fascinante entre los científicos, los neurólogos en particular”.
Se encontró que las abejas melíferas pueden ver claramente objetos que son tan pequeños como a 1,9 grados – que es aproximadamente el ancho de su pulgar cuando se extiende el brazo frente a usted. Esto es 30% mejor vista que se ha registrado previamente.
En términos de los objetos más pequeños una abeja puede detectar, pero no con claridad, esto funciona a unos 0,6 grados – que es un tercio de su anchura del dedo pulgar con el brazo extendido. Esto es aproximadamente un tercio de lo que las abejas pueden ver con claridad y cinco veces más pequeño que lo que se ha detectado hasta ahora en los experimentos de comportamiento”, dijo el Dr. Rigosi.
“Estos nuevos resultados sugieren que las abejas tienen la oportunidad de ver un depredador potencial, y escapar así, mucho antes de lo que se pensaba anteriormente, o perciben puntos de referencia en el entorno mejor de lo esperado, lo que es útil para la navegación y por lo tanto para la supervivencia”.
Finalmente concluyen los investigadores:
“Hemos demostrado que la abeja de la miel ofrece información nueva y útil acerca de la visión de insectos más ampliamente, así como para las abejas de miel”.
Aparato visual de las abejas
El aparato visual de las abejas está formado por dos grandes ojos compuestos situados en posición dorso-lateral de la cabeza y tres pequeños ocelos (pequeños ojos) organizados en triangulo en la parte frontal de la misma explica la doctora veterinaria de Ecocolmena, Chiara Fei.
Los ojos compuestos formados por 6000 omatidios no ven con nitidez, por ello las abejas tienen que acercarse a una distancia de 5 cm de una flor para distinguirla de las plantas y hojas; aunque para esta labor utilizan también las antenas que son el olfato, oído y tacto de las abejas, describe la especialista.
En cuanto a la de percepción de los colores las abejas perciben los colores del mundo que las rodea de manera muy distinta respecto a los vertebrados superiores, los pétalos pueden parecer de color uniforme pero éstos presentan áreas que reflejan la luz ultravioleta que guían las abejas hacia la fuente de polen, garantizando de esa manera la polinización, destaca la misma especialista.
Los ojos simples “ojos primitivos” llamados ocelos, estos fotorreceptores no perciben imágenes sino solamente la intensidad de la luz, incluida la luz polarizada, de esa manera pueden localizar el sol también en condiciones nubladas y por eso resultan tan importantes para su orientación. Las abejas al ocaso del día aprovechan esta percepción de intensidad lumínica solar para estimar la hora del día y calculan sí disponen de tiempo suficiente para recorrer la distancia de vuelta a su colonia.
Siendo el objetivo de las abejas encontrar el polen escondido en las flores más llamativas, entonces adaptan su visión en función de su vuelo o búsqueda de alimentos. Y los tres ojos primitivos adicionales le ayudan a saber la hora solar.
Además tienen una elevada sensibilidad óptica al movimiento, los pequeños y rápidos movimientos son percibidos de manera clara, como un pase de fotografías sin movimiento, refiere la doctora Fei.
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