El Clásico de los Tres Caracteres, o San Zi Jing, es el texto clásico chino más conocido para los niños. Escrito por Wang Yinlian (1223-1296) durante la dinastía Song, ha sido memorizado por generaciones de chinos, jóvenes y viejos. Hasta los años 1800s, era el primer texto que cada niño estudiaba.
Los versos rítmicos, cortos y simples de los Tres Caracteres permitieron una fácil lectura y memorización. Esto ayudó a los niños a aprender caracteres comunes, estructuras gramaticales, lecciones de la historia china y sobre todo cómo comportarse.
Sin embargo, después de la Revolución Cultural en China, el Clásico de los Tres Caracteres fue prohibido y finalmente cayó en desuso. En esta serie, revivimos y repasamos este gran clásico chino, tomando antiguas lecciones de sabiduría para nuestras vidas modernas.
La primera lección del Clásico de los Tres Caracteres surge de una creencia filosófica del erudito confuciano Mencius, el cual fue repetido por otros filósofos como Jean-Jacques Rousseau y Emanuel Kant:
Las personas al nacer
Son buenas por naturaleza.
Sus naturalezas son muy parecidas,
Pero sus hábitos se vuelven muy diferentes.
En otras palabras, la gente nace innatamente buena. Como resultado, sus naturalezas son muy similares al principio. Los niños pequeños y los que empiezan a caminar pueden variar en su personalidad, pero en general comparten la misma naturaleza de inocencia y pureza que los adultos no compartimos íntegramente.
Sin embargo, a medida que crecemos en diferentes ambientes de vida y somos influenciados por varias personas y experiencias, desarrollamos prioridades y hábitos que nos empujan cada vez más lejos.
Algunos de nosotros aprendemos a valorar la devoción familiar y filial dándole la mayor importancia; otros aprenden a valorar el trabajo y las finanzas por encima de las demás cosas. Algunos encuentran gratificación en la vida a través de satisfacer las necesidades materiales; otros encuentran sentido en la búsqueda espiritual.
La siguiente anécdota real ilustra cómo dos viejos amigos crecieron y desarrollaron personalidades y valores muy diferentes en la vida:
Mismo trasfondo, diferentes valores
Una escritora china relata cómo su padre, Jing, era un hombre respetuoso, amable y honesto, que trabajaba como carpintero en una aldea en China. Su buena personalidad lo hizo muy querido por todos.
Jing tenía un viejo compañero de clase llamado Wang, de quien era muy amigo. Un día, Wang invitó a Jing a su casa para cenar y beber.
Mientras bebían y charlaban, Jing notó a un anciano que parecía un sirviente, trayéndoles té y vino y cocinando para ellos.
Así que le preguntó a Wang: «¿Quién es este anciano?» Wang le respondió: «Ese es mi padre».
Jing se quedó atónito. Se levantó de un salto y le dijo al anciano: Tío, por favor, siéntese, le ayudó al hombre a sentarse, luego le sirvió un vaso de vino y le dijo: Tío, perdona por favor mi imprudencia.
Jing entonces se volvió hacia Wang y dijo: «Ya no soy tu amigo, no sabes cómo respetar a tus mayores. Él tomo sus cosas y salió. Wang trató de decir algo, pero Jing ya se había ido.
Jing había aprendido desde temprana edad que uno siempre debe ser respetuoso con los ancianos y los maestros. Wang, por otra parte, no había aprendido este principio. A pesar de ser viejos amigos y crecer en la misma aldea, tanto Jing como Wang desarrollaron personalidades muy diferentes, siendo muy diferentes una de la otra.
Kou Zhun recibe una lección más allá de la tumba
Entonces, ¿qué hace que una persona llegue a ser como Jing en vez de como Wang? La respuesta está en la siguiente estrofa del Clásico de los Tres Caracteres:
Si eres necio no hay enseñanza,
La naturaleza se deteriorará.
El camino correcto en la enseñanza
es dar la máxima importancia al esmero.
La naturaleza innata de una persona se mantiene a través de la enseñanza y la guía durante toda la vida. Sin embargo, sin guía, esta buena naturaleza puede corromperse.
Un gran ejemplo es la historia de Kou Zhun, un primer ministro que vivió durante la dinastía china Song del Norte.
Kou nació en una familia de intelectuales, sin embargo, su padre murió cuando Kou era joven, y lo crio solo su madre, que tejía tela para su sustento.
A pesar de su pobreza y penurias, la madre de Kou Zhun le enseñó y le instó a trabajar duro, para que algún día pudiera hacer grandes contribuciones a la sociedad.
Kou demostró ser extremadamente inteligente y no decepcionó a su madre. A los 18 años, pasó los exámenes nacionales con resultados sobresalientes. Estaba entre los pocos afortunados que fueron seleccionados por el emperador para convertirse en funcionario del gobierno.
La buena noticia se extendió a la madre de Kou, que estaba gravemente enferma en ese momento. Mientras estaba agonizando, la madre de Kou le dio a un fiel criado una pintura que había hecho.
«Kou Zhun se convertirá un día en un funcionario del gobierno», susurró. «Si su personalidad empieza a extraviarse, denle esta pintura».
Evitar el derroche
Kou Zhun finalmente llegó a convertirse en primer ministro, pero la fama y el lujo comenzaron a influir en su manera de ser. Para alardear de su riqueza y estatus, decidió organizar una extravagante celebración de cumpleaños, con un completo banquete y actuaciones de ópera.
Sintiendo que había llegado el momento, el sirviente se le presentó a Kou con la pintura de su madre. Cuando Kou la abrió, vio una pintura de sí mismo leyendo un libro bajo una lámpara de aceite, con su madre tejiendo a su lado.
Escrito junto a la pintura estaban las palabras:
Viéndote soportar la dificultad de estudiar bajo una luz tenue,
Espero que te conviertas en una persona mejor y beneficies a muchos otros en el futuro.
Tu madre que te adora te ha enseñado la virtud de la frugalidad;
En tiempos de riqueza futura, nunca olvides a los pobres, como lo fuimos una vez.
Kou Zhun leyó las palabras de su madre una y otra vez y luego estalló en lágrimas. Era evidente, sin duda alguna, que no había vivido según las expectativas de su madre. Le pidió a sus invitados que se fueran y canceló el banquete.
Gracias al oportuno recordatorio de la madre de Kou más allá de la tumba, éste se salvó de una espiral descendente hacia la avaricia y la corrupción. A partir de entonces, vivió frugalmente, trató a otros generosamente, y llevó a cabo sus deberes oficiales con alta moralidad e integridad. Finalmente se convirtió en uno de los primeros ministros más famosos y amados de la dinastía Song.
Esta historia emocionante no sólo ilustra que la orientación y la enseñanza son necesarias para preparar la personalidad de uno, sino que la historia también lleva un mensaje más profundo, debido a que las personas son innatamente buenas, incluso aquellos cuyas personalidades se han extraviado pueden redescubrir su buena naturaleza y volver a su originalidad, lo que verdaderamente son.
Un ejemplo famoso es la historia de Zhou Chu, un rufián que aterrorizó a su pueblo durante décadas. Al darse cuenta del error en su actuar, cambio totalmente y ayudó a su aldea a matar a dos monstruos, un tigre y un dragón que habían aterrorizado la aldea durante años.
Mientras nos demos cuenta de nuestros errores y estemos decididos a cambiar, nunca es demasiado tarde para convertirnos en una persona aún mejor.
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