El próximo mes marca el comienzo del año académico 2020/2021 en varios estados de EE. UU., y la presión para reabrir las escuelas está aumentando incluso mientras persiste la pandemia COVID-19. Florida, por ejemplo, ahora es considerada el punto neurálgico del virus en la nación; sin embargo, el 6 de julio, el comisionado de educación del estado emitió una orden ejecutiva que ordena que todas las escuelas de Florida abran en agosto con enseñanza en persona y su conjunto completo de servicios para los estudiantes.
Muchos padres se resisten a que sus hijos regresen a la escuela y prefieren educarlos en casa este otoño.
Afortunadamente, este virus parece no estar afectando a la mayoría de los niños, y por esto prominentes organizaciones médicas como la Academia Americana de Pediatría han instado a las escuelas a reabrir este otoño con aprendizaje en persona. Para algunos padres, el miedo al virus en sí es una consideración primordial para retrasar el regreso del niño a la escuela, especialmente si el niño tiene contacto directo con las personas más vulnerables a los graves efectos del COVID-19.
Pero para muchos padres, no es el virus lo que evita mantener a sus hijos en casa —sino la respuesta al virus.
En mayo, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) publicaron las pautas para reabrir las escuelas que exigían:
- Tácticas estrictas de distanciamiento social
- La mayoría de los estudiantes y profesores usen mascarillas durante todo el día
- Asistencia escalonada
- Chequeos de salud diarios
- No usar el gimnasio o la cafetería
- Acceso restringido al patio de recreo y compartir los juguetes de forma limitada, y
- Controles estrictos a los visitantes en los edificios escolares, incluyendo a los padres.
Los distritos escolares de todo el país adoptaron rápidamente las directrices de los CDC, diseñando sus planes de reapertura consecuentemente. Una vez que los padres se enteraron de cómo sería el próximo año escolar, incluyendo la posibilidad real de que en cualquier momento las escuelas pudieran volver a cerrar debido a los picos del virus, comenzaron a explorar otras opciones.
Para una madre en Florida, Rachael Cohen, estas expectativas de distanciamiento social y las medidas de respuesta a la pandemia la impulsaron a comprometerse a educar en casa a sus tres hijos, de 13, 8 y 5 años, este otoño.
«Las mascarillas obligatorias, así como las rígidas y arbitrarias normas y requisitos relativos al uso y ubicación de sus cuerpos, servirán para deshumanizar, desconectar e intimidar a los estudiantes», dijo Cohen en una reciente entrevista.
Ella se está esforzando para ampliar las alternativas de escolarización en su zona y actualmente está trabajando para crear una comunidad de aprendizaje autodirigida para los estudiantes que aprenden en casa en la localidad, que haga hincapié en la educación basada en la naturaleza y en la experiencia. «Hay bastante interés», dijo.
De acuerdo a una reciente encuesta de USA Today/Ipsos, el 60 por ciento de los padres encuestados dijeron que probablemente elegirán el aprendizaje en casa este otoño en lugar de enviar a sus hijos a la escuela, incluso si las escuelas vuelven a abrir para enseñar en persona. El 30% de los padres encuestados dijeron que era «muy probable» que mantuvieran a sus hijos en casa.
Aunque algunos de estos padres pueden optar por una versión online de la escuela en casa vinculada a su distrito, muchos estados están experimentando un aumento en el número de padres que retiran a sus hijos de la escuela en favor de la educación independiente en casa. De costa a costa, y en todos los lugares intermedios, más padres están optando por dejar la escolarización convencional este año, señalando los onerosos requisitos de distanciamiento social como la razón principal.
De hecho, fueron tantos los padres que presentaron notificaciones sobre su intención de educar en casa en Carolina del Norte la semana pasada que se bloqueó el sitio web de educación no pública del estado.
Otros padres están eligiendo retrasar la inscripción de sus hijos en la escuela, mientras los distritos escolares de todo el país están reportando cifras de inscripción en el jardín de infancia inferiores a la media este verano.
Las autoridades escolares están tomando medidas enérgicas en respuesta.
Preocupados por la disminución de las matrículas y por que los padres vuelvan a asumir el control de la educación de sus hijos, algunos distritos escolares intentan impedir que los padres saquen a sus hijos de la escuela a educarlos en casa.
En Inglaterra, es aún peor. Los funcionarios del gobierno están tan preocupados por la negativa de los padres a enviar a sus hijos a la escuela este otoño que el secretario de educación acaba de anunciar multas para todas las familias que mantengan a sus hijos en casa en violación de las leyes de escolarización obligatoria. «Tenemos que volver a la educación obligatoria y, obviamente, las multas forman parte de eso», anunció el secretario inglés Gavin Williamson.
Cuando los funcionarios escolares recurren a la fuerza para asegurar el cumplimiento, esto debería incitar a los padres a observar más de cerca el entorno de aprendizaje general de sus hijos. Los padres tienen el máximo interés en asegurar el bienestar de sus hijos, tanto física como emocionalmente, y sus preocupaciones y elecciones deben ser respetadas y honradas.
Después de varios meses de aprendizaje en el hogar con sus hijos, es posible que los padres ya no estén tan dispuestos a cumplir con las directivas del distrito y que prefieran otras opciones educativas más personalizadas. Impulsados a la educación en el hogar esta primavera por la pandemia, muchos padres ahora van de buena voluntad y con entusiasmo por este camino educativo cada vez más popular.
Kerry McDonald es becaria de educación superior de FEE y autor de «Sin escolarizar: criar niños curiosos y bien educados fuera del aula convencional» (Chicago Review Press, 2019). También es becaria adjunta en el Instituto Cato y colaboradora habitual de Forbes. Kerry es licenciada en economía por el Bowdoin College y tiene un máster en política educativa por la Universidad de Harvard. Vive en Cambridge, Massachusetts, con su marido y sus cuatro hijos. Puede suscribirse a su boletín semanal sobre paternidad y educación aquí. Este artículo fue publicado originalmente en FEE.org.
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