Saludo de reverencia oriental: la cultura del respeto

03 de agosto de 2016 3:39 PM Actualizado: 03 de agosto de 2016 3:39 PM

Se dice en Occidente que la firmeza en un apretón de manos al momento de saludarse es un indicador del carácter de una persona. Este concepto se ha hecho costumbre a tal punto que un apretón de manos desprevenido puede derivar en un dolor exasperante causado por la fuerza desmedida de alguna contraparte ansiosa por demostrar su personalidad. Si bien este tipo de saludo se ha importado en Oriente en los últimos tiempos –especialmente en el protocolo comercial y diplomático– intentar juzgar el carácter de un asiático de tal forma sería totalmente ineficaz. Porque el asiático aún se siente incómodo al hacer contacto físico con un extraño; y el resultado inevitable es a menudo una mano suave, furtiva, más bien tímida, sin conexión alguna con el carácter de la persona.

De hecho, la tendencia a no ejercer el contacto físico en el saludo aún permanece en muchos países asiáticos. Una de las raíces de dicha actitud se halla en la idiosincrasia forjada por la sabiduría espiritual antigua. En la medicina tradicional china se entiende que el contacto físico conlleva compartir el campo de qi patogénico (qi: energía vital).  Si la otra persona no tiene qi bueno, un contacto físico puede causar que su qi no bueno entre en el campo o en el cuerpo del otro. Aunque hoy en día muchos de Asia Oriental ya no saben esto, han heredado la costumbre; así que el contacto físico para saludar por primera vez no es común para nada, especialmente entre hombres y mujeres.

Es interesante que en Occidente, si bien hoy en día las formas de saludo formal aceptadas socialmente involucran el contacto físico, no siempre fue así. Basta con recordar que incluso unos pocos años atrás en Argentina, a un hombre ni se le ocurría darle un beso en el cachete a otro hombre, lo cual no encajaba con el sentido de masculinidad. Mirando aún más atrás, el beso en el cachete entre hombre y mujer para el saludo tampoco era aceptable. Y más hacia atrás, ni siquiera el contacto de manos era una opción. Había muchas formas de saludo en las distintas naciones occidentales que evitaban el contacto físico. Por ejemplo, en las mujeres, una leve inclinación llevando una pierna un poco hacia atrás, tomando y estirando sutilmente la pollera a ambos costados, era un saludo clásico. Desde la perspectiva moral sobre el contacto físico, probablemente las razones de saludar sin contacto en los tiempos antiguos de Occidente encuentren algunas coincidencias con las orientales.

En la medicina tradicional china se entiende que el contacto físico conlleva compartir el campo de qi patogénico (qi: energía vital).  Si la otra persona no tiene qi bueno, un contacto físico puede causar que su qi no bueno entre en el campo o en el cuerpo del otro.

En la antigua China, los rituales, ceremonias, protocolo y costumbres sociales tenían sus reglas bien claras y sistematizadas. Del mismo modo que a cada pariente se lo llama de una manera específica, la manera de saludar en la sociedad también tenía sus reglas según las circunstancias y relación con la persona.

Por ejemplo, la forma de saludar difiere según sea a gente mayor o funcionarios, a jefes, maestros, entre hombre y mujer, según las generaciones en el rango familiar, entre los pares, etc.; hay etiquetas establecidas para cada posición social. Con el tiempo, la adherencia estricta a estas reglas se fue dejando poco a poco. En los tiempos modernos, la costumbre de estrechar las manos se importó de Occidente; sin embargo, se ve más entre la gente de negocios o la gente que tiene contacto con la cultura occidental. Normalmente, el saludo acostumbrado es una leve inclinación de la cabeza, como un reconocimiento.

Veneración y respeto en las formas de la antigua China

Las formas de saludo de la cultura antigua china se basan en la manera adecuada de mostrar respeto en diferentes circunstancias. El saludo de reverencia es un gesto de veneración, es un tipo de ritual solemne que demuestra respeto hacia los demás. Aunque su origen es indefinido, se sabe que fue formalizado durante la dinastía Shang (1600-1046 a. C.).

Según los registros de los libros del periodo de los Reinos Combatientes y de Primavera y Otoño, las formalidades de los ritos y ceremonias exigían que, al entrar por la puerta, el invitado se inclinase con suma veneración para saludar a los anfitriones. Lo mismo para cuando asistían a una determinada ceremonia, por ejemplo para pedir la mano de la novia.

Lejos del sentido del placer, el cariño u otras implicaciones de un saludo con beso, o de tocar con la mano el cuerpo del otro, o de estrechar la mano, los saludos de reverencia siempre abarcan el concepto de veneración y reflejan humildad y respeto por el otro

En una de sus poesías, el poeta Han Yu, de la dinastía Tang, describe a un anciano en el templo que se fijaba si la gente realizaba el saludo de reverencia o no, lo que demuestra que esto era muy importante en la antigüedad.

Saludo de año nuevo en Japón. Foto: Rosseforp/Getty Images
Saludo de año nuevo en Japón. Foto: Rosseforp/Getty Images

En la actualidad, el ritual de veneración se usa en ocasiones solemnes, en ceremonias de días festivos y también en eventos sociales y reuniones empresariales. Se divide en dos tipos:

  1. De tres inclinaciones: doblando el dorso hacia delante tres veces. Antes de saludar hay que sacarse el sombrero o pañuelo y pararse derecho; la mirada va al frente y la parte superior del cuerpo se inclina hacia delante aproximadamente 90º; luego regresa a su lugar. Hay que repetirlo tres veces.
  2. Inclinación profunda: puede ser de 15º a 90º hacia el frente. Este tipo de saludo es muy usual y se lo puede ver en todo tipo de eventos sociales y en cualquier actividad empresarial. Por ejemplo, cuando se conoce a una persona por primera vez o cuando se encuentran dos amigos, o entre colegas, entre anfitrión e invitado, entre jefe y empleado, entre menores y mayores, entre estudiantes y maestros; en todos estos casos la veneración refleja respeto hacia la otra persona.
    Para realizar este último gesto de veneración correctamente, hay que pararse derecho y mantener el cuerpo recto. Entre ambas personas debe mantenerse una distancia de dos a tres pasos, y siempre con una sonrisa en el rostro. Las dos manos deben ubicarse delante del cuerpo, y cuando hace la inclinación hay que dejar caer naturalmente las manos hasta las rodillas o mantenerlas a ambos lados del cuerpo. Después de recuperar la posición erguida, los ojos deben encontrarse con los de la otra persona, pero con un semblante que refleje cortesía.
    Cuando se realiza el saludo, el movimiento no debe ser demasiado rápido. Por el contrario, debe ser estable y digno de respeto hacia la otra persona.
    Normalmente, la persona que recibe el saludo debe regresarle el mismo saludo y con el mismo grado de inclinación del cuerpo. Pero cuando el saludo se dirige a un superior o a una persona mayor, no necesariamente será retribuido de la misma manera; a ellos les basta con inclinar un poco la cabeza para dar reconocimiento, o regresar el saludo con un gesto de mano.

Todas estas formas de saludo aún aplican hoy en día en países de Asia oriental, especialmente en Taiwán, Hong Kong, Singapur, Japón y Corea del Sur. Lejos del sentido del placer, el cariño u otras implicaciones de un saludo con beso, o de tocar con la mano el cuerpo del otro, o de estrechar la mano, los saludos de reverencia siempre abarcan el concepto de veneración y reflejan humildad y respeto por el otro, cualidades que se han ido desvaneciendo de las sociedades junto con ellos y que vale la pena restablecer.

 

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