El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arribó este lunes en Tel Aviv en su primera visita oficial a Israel donde llegó con la expectativa de revivir de alguna manera los esfuerzos por alcanzar el largamente esperado acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, estancado desde 2014.
Trump fue recibido por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien lo llamó «un verdadero amigo» y por el presidente de estado, Reuven Rivlin.
Trump tiene previsto una reunión formal con Netanyahu este mismo lunes, y el martes con el presidente palestino Mahmoud Abbas durante una corta visita a Cisjordania. Su agenda también incluye recorridos en el monumento al Holocausto Yad Vashem y el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado del judaísmo, que nunca antes ha visitado un presidente estadounidense en funciones.
Su agenda también incluye recorridos en el monumento al Holocausto Yad Vashem y el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado del judaísmo, que nunca antes ha visitado un presidente estadounidense en funciones.
En sus palabras de llegada, el mandatario estadounidense dijo: «Tenemos frente a nosotros una rara oportunidad de traer seguridad y estabilidad y paz a esta región y a su gente».
Pero los allegados de Trump han estado minimizando las expectativas de avances significativos en el proceso de paz entre palestinos e israelíes como resultado de la visita del mandatario, alegando que la presencia del presidente será algo más simbólico que sustantivo.
Israel autorizó el domingo algunas concesiones a los palestinos requeridas en anticipación a la llegada de Trump.
Un grupo de ministros del Gobierno de Netanyahu autorizó las medidas económicas y votó para establecer un comité que examinará si legaliza las construcciones de asentamientos que se realizaron en la ocupada Cisjordania sin aprobación formal.
De todas maneras, Trump podría tener que hacer un poco de diplomacia delicada luego de que se supo que reveló a altos funcionarios rusos, sin el permiso de Israel, información de inteligencia altamente clasificada obtenida por Jerusalén sobre el grupo ISIS.
Israel también ha expresado su preocupación por una venta de armas por 110.000 millones de dólares a Arabia Saudí que Trump anunció el sábado en Riad. Yuval Steinitz, un alto ministro de gabinete israelí y confidente del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, calificó a Arabia Saudí como «un país hostil» y dijo que el acuerdo era «definitivamente algo que debería preocuparnos».
Trump le encargó a su yerno Jared Kushner y a Jason Greenblatt, su abogado de negocios de hace mucho tiempo, la tarea de trazar el rumbo hacia un proceso de paz. El esfuerzo dirigido por la Casa Blanca representa un cambio brusco de dirección respecto a la práctica de otros presidentes de Estados Unidos, que normalmente daban esas riendas a los máximos representantes diplomáticos del país: sus secretarios de Estado.
Kushner y Greenblatt acompañan a Trump en su visita.
Aunque las autoridades israelíes dieron la bienvenida a la elección de Trump, algunos desconfían ahora de la línea que ha tomado frente a los asentamientos: instando a la moderación, pero sin llegar a pedir un alto total de su construcción.
En Marzo, Trump dijo que un acuerdo de paz entre Israel y Palestina puede “ser no tan difícil de lograr como la gente pensaba”, pero no ha dado ninguna indicación de como espera atender este tema de manera diferente a lo que hicieron gobiernos estadounidenses previos.
Algunos palestinos, que vieron la victoria de Trump con cierto temor, han reaccionado gratamente y sorprendidos por la apertura mostrada por Trump durante una reciente reunión con Abás en Washington.
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