Unos 100 millones de turistas chinos viajaron al extranjero el año pasado, pero están haciéndose conocidos por ser maleducados o insensibles, una reputación que el vice premier Wang Yang describió en una ocasión como “dañar la imagen del pueblo chino”.
2.200 residentes de Chiang Mai, en Tailandia, fueron encuestados por la universidad de la ciudad. Un 80% de ellos dijeron estar altamente disgustados por el comportamiento de los turistas chinos. Las quejas comunes son escupir, hablar en voz alta, e incluso orinar y defecar en público, a veces en lugares considerados sagrados.
Varios años atrás, un adolescente en edad escolar de Nanjing grabó su nombre, Ding Jinhao en un pieza de arte egipcio de 3.500 años de antigüedad, exhibida en un templo en la rivera del Río Nilo. En 2013, fue ampliamente avergonzado por cibernautas chinos y sus padres se disculparon con el pueblo egipcio.
Los hábitos que causan la furia tanto de los avergonzados cibernautas chinos como de los observadores en el extranjero no están limitados a los viajes en el exterior; los chinos también mancillan los propios sitios turistas locales.
La vergüenza comienza en China
Aunque las autoridades chinas muestran ahora mayor preocupación por estas tendencias, unas décadas atrás, en los 60 o 70, los jóvenes chinos eran alentados por el régimen chino bajo la dirección de Mao, a oponerse activamente a los llamados Cuatro Viejos, entre los cuales se incluía la Vieja Cultura.
A los individuos se los alentaba a actuar groseramente y evitar violentamente la crítica. Se cree que el abandono de la moralidad tradicional por la que era conocida la China pre revolucionaria, la cual incluía la modestia y el decoro, es lo que contribuyó a la falta de cortesía de hoy en día.
En el templo del Marqués Wu en Chengdu, al sureste de China, se encontró la frase “Lu Peiguo estuvo aquí el 30 de abril de 2015” grabada en una estela antigua, según el periódico West China City. El incidente, que no es el primero de su clase, causó gran conmoción en los medios sociales chinos y causó que se redoble la seguridad del templo. Pero “Lu Peiguo” aún no se halló.
La flora y fauna son víctimas frecuentes del abuso. Los visitantes del Jardín Botánico Chenshan de Shanghai grabaron sus nombres en las hojas de preciosas plantas, informó el Shanghai Morning Post el 12 de mayo pasado. Unos 40 especímenes de aloe y ágave, de hojas gruesas fueron vandalizados de esta forma con navajas de bolsillo. El personal reportó un reciente aumento de este tipo de comportamiento y temen que se vuelva popular.
A mediados de abril, se abrió un nuevo museo de historia natural en Shanghai, con decenas de miles de visitantes en la inauguración. 45.000 de ellos lo visitaron el fin de semana largo del día del trabajador el 1 de mayo. A semanas de su apertura, varias estrellas de mar en exhibición en el zoológico de mascotas murieron luego que los visitantes las quitaran del estanque para tomarles fotos, a pesar de las reglas que lo prohiben.
Las autoridades chinas comenzaron a grabar los incidentes de mal comportamiento y los agregan a una “lista negra” para advertir al público.
La primera de estas listas, publicada el 7 de mayo, señala tres casos: amenazas a un comisario de abordo tailandés; la apertura sin autorización de una puerta de emergencia en un vuelo de Kunming a Beijing; e irónicamente, el caso de un turista chino en la provincia de Shaanxi, que se sentó encima de las estatuas de héroes comunistas.
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