Cuando los jefes provinciales del régimen chino saludaban públicamente a Xi Jinping como el nuevo líder supremo del Partido Comunista Chino, el jefe del Partido de Xinjiang, Zhang Chunxian, en cambio, dijo a los reporteros: “hablaremos luego”.
Días antes, había aparecido misteriosamente una carta insurgente llamando a que Xi renuncie en un sitio web de noticias radicado en Xinjiang, la provincia más al oeste de China.
Ahora Zhang ha sido “reasignado”, según informó el portavoz estatal de Xinhua, sin revelar el nuevo puesto del ex jefe de Xinjiang. Dos periódicos extranjeros en chino, el Diario Ming Pao de Hong Kong y Lianhe Zaobao de Singapur, informan que Zhang servirá como director adjunto de un cuerpo secreto de elaboración de políticas que supervisa la ideología del Partido en Beijing.
Si los reportes son correctos, la reasignación de Zhang equivaldría, utilizando una analogía imperfecta, a que el gobernador de Alaska repentinamente deje el cargo por un trabajo en un comité asesor en Washington, D.C.
En los últimos dos meses, Zhang Chunxian y varios líderes de provincias vinculados con el ex líder del Partido Jiang Zemin, han sido reemplazados y empujados a cargos sin importancia en Beijing. Según analistas, la reorganización es una forma de controlar a estos funcionarios y esto probablemente forme parte de los esfuerzos de Xi Jinping de avanzar contra Jiang en un importante cónclave del Partido en 2017.
A diferencia de las democracias occidentales, las personas y no las instituciones son primordiales en el régimen chino. Siguiendo la tradición de Mao Zedong y Deng Xiaoping, Jiang Zemin se ha mantenido aferrado a los asuntos del régimen a pesar de haber dejado todos los cargos oficiales hace más de una década. Para que Xi Jinping, alcance su máximo potencial, tiene que eliminar la red de Jiang, y eventualmente purgar al anciano del Partido.
Es por ello que, desde hace tiempo, Xi está en la ofensiva. A través de una campaña anti-corrupción, Xi apartó a los cuadros retirados de élite aliados de Jiang y muchos de sus secuaces de bajo rango, siendo que, hasta hace muy poco tiempo, expulsar a los funcionarios de alto rango chinos que siguen ejerciendo sus cargos parecía ser un asunto completamente diferente.
En julio, tres secretarios provinciales del Partido vinculados con Jiang Zemin y a su desacreditado lealista, el ex zar de seguridad Zhou Yongkang, fueron abruptamente reemplazados y reasignados a cargos simbólicos en la legislatura de simple formalidad de Beijing.
De los tres, (el ex jefe de Jiangsu Luo Zhijun, el ex jefe de Jiangxi, Qiang Wei, y el ex jefe de Shanxi, Wang Rulin) sólo Luo Zhijun está listo para retirarse en noviembre. Aun así, es extraño que cuadros del Partido a nivel provincial pierdan poder ejecutivo en el último tramo de sus carreras.
La repentina reasignación del ex jefe de Xinjiang, Zhang Chunxian, 63, hace eco de las otras tres, y augura malos tiempos para él.
“Zhang Chunxian está en peligro”, dijo Li Tianxiao, un columnista político de la edición en chino de La Gran Época. “En esencia, lo pusieron en el congelador en Beijing, y probablemente le estén aplicando restricciones mientras se realizan investigaciones sobre su persona”.
El destino del general del Ejército de Liberación Popular, Wang Jianping, deja entrever lo que puede esperarle a Zhang. En 2014, Wang un secuaz de los aliados de alto rango de Jiang Zemin, fue repentinamente trasladado de la policía paramilitar, donde había construido su carrera, al estado mayor en Beijing. Recientemente, Wang, su esposa y sus ayudantes fueron arrestados.
El columnista político, Li Tianxiao, dijo que tanto la reasignación de Zhang Chunxian y otros líderes de provincias vinculados a Jiang Zemin, como el hecho de que algunos de sus reemplazantes son conocidos aliados de Xi Jinping, también indica que Xi está en medio de asegurarse votos de apoyo en la Politburó, un cuerpo clave de toma de decisiones.
Debido a que algunos líderes provinciales con el tiempo son designados en el Politburó, Xi quiere estar seguro de que su condena pública a Jiang Zemin (un gesto histórico) sea aprobada durante el 19º Congreso Nacional del Partido en 2017, dijo Li. El Partido lleva a cabo un Congreso Nacional cada cinco años para renovar el liderazgo de alto rango del régimen.
Xi ya incursionó en la investigación de Jiang mismo. Más temprano este año, funcionarios anticorrupción barrieron Shanghai, la base de poder de antaño de Jiang. Además, actualmente pesan restricciones sobre el desplazamiento de Jiang y sus dos hijos, según dijo el abogado de derechos humanos Zheng Enchong citando canales de comunicación “extremadamente confiables”.
Xin Ziling, un funcionario de defensa retirado con acceso a voces moderadas en el liderazgo de alto rango, aprueba el desmantelamiento continuo y metódico de la red de Jiang porque permite destituir a Jiang “sin agitación en el país”. Muchos funcionarios chinos siguen apoyando a Jiang porque les permitió obtener cargos y riquezas a cambio de afianzar la corrupción en el régimen.
Luo Ya y Xie Dongyan contribuyeron a este artículo.
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