Bert Corona: padre del movimiento de inmigración ilegal

Por Trevor Loudon
23 de enero de 2019 6:02 PM Actualizado: 24 de octubre de 2019 6:49 PM
Comentario

Si el movimiento de inmigración ilegal tiene un padre, sin dudas es un hombre cuyo nombre probablemente no conozca: el difunto Bert Corona. El asunto que ahora divide a Estados Unidos como ningún otro comenzó como una pequeña campaña, nutrida durante décadas por Corona, un líder sindical marxista-leninista.

Corona dedicó gran parte de su vida a convertir a los inmigrantes ilegales en un movimiento político. Su trabajo transformó California y ahora está propagándose por todo EE. UU. Si este país alguna vez cae en el socialismo por haber sido inundado por votantes extranjeros ilegales, Corona formará parte de la historia como uno de los grandes héroes comunistas revolucionarios del país.

Corona nació en 1918 en El Paso, Texas, en el auge de la Revolución Mexicana.

Su padre, Noé, era miembro del Partido Liberal Mexicano (un grupo anarco sindicalista), y sirvió como comandante de uno de los dos principales ejércitos insurgentes de la Revolución Mexicana, la División del Norte. El Noé Corona huyó a los Estados Unidos cuando la revolución fue derrotada.

A fines de los años 1930, Bert Corona se mudó a Los Ángeles para asistir a la Universidad del Sur de California con una beca de baloncesto. Pronto se metió en un sindicato controlado por comunistas llamado International Longshore and Warehouse Union (ILWU), y luego en el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO, según sus siglas en inglés) dominado por marxistas-leninistas. Corona era protegido del legendario líder del sindicato ILWU, de nombre Harry Bridges, que luego fue identificado como líder secreto del Partido Comunista de EE. UU.

Además del sindicalismo, Corona ayudó a construir la organización izquierdista Liga de Gente de Habla Hispana y ayudó a formar sucursales de la Organización de Servicios a la Comunidad de Saul Alinsky en Los Ángeles.

Política y Chávez

Probablemente dado su extenso trabajo dentro del Partido Demócrata, Corona nunca habló abiertamente sobre su membresía al Partido Comunista de EE. UU. No obstante, fue identificado en más de una audiencia congresal como miembro del Partido, y trabajó con famosos camaradas del Partido por décadas.

En los años 1970, Corona fue copresidente, junto a la abiertamente comunista Angela Davis, de la Alianza Nacional contra el Racismo y la Represión Política del Partido Comunista de EE. UU.

Cuando cayó el Muro de Berlín, Corona afirmó desafiante: «Los trabajadores de Alemania Oriental, por ejemplo, no renunciarán tan fácil al apoyo que recibían con el socialismo, como rentas bajas y educación gratuita para sus hijos».

Corona fue uno de los fundadores de la Asociación Política Mexicana Americana, que lanzó las carreras de muchos políticos latinos dentro del Partido Demócrata. También ayudó a establecer los clubes de Viva Kennedy en 1960 que, por primera vez, incorporaron grandes cantidades de latinos al Partido Demócrata.

Además, Corona sirvió como copresidente de las campañas presidenciales de Lyndon Johnson y Bobby Kennedy en California. En un momento fue miembro del Comité de Campaña Demócrata de California del Norte.

Luego de dar un discurso televisado en todo el país en la Convención del Partido Demócrata de 1968 en Chicago, Corona se separó de los demócratas que consideraba demasiado conservadores. Se alió con el Partido Raza Unida (PRU), el cual predicaba que una «nación ocupada por chicanos» al sudoeste de Estados Unidos necesitaba ser arrebatada de los conquistadores «angloamericanos» y devuelta a México.

El 9 de abril de 1975, Jorge Acevedo, profesor de Estudios Chicanos de la Universidad del Sur de California, escribió una carta en español a varios activistas chicanos conocidos, entre ellos: Lorenzo Torrez, Presidente del Partido Comunista de Arizona; Corona; Dolores Huerta y Cesar Chávez, líderes de Trabajadores Agrícolas Unidos; Reies López Tijerina, activista de derechos de tierra de Nuevo México (que luego fue instigador de una ocupación armada con toma de rehenes llevada a cabo en un palacio de justicia); Corky Gonzáles, activista de Colorado; y José Ángel Gutiérrez, fundador de la sede en Texas del PRU.

La carta hacía referencia al Consulado Soviético de San Francisco, a la participación de chicanos en la Universidad Patrice Lumumba de Moscú (una escuela de entrenamiento para revolucionarios tercermundistas), a la autodeterminación chicana, al «sistema socialista», y al Consejo Mundial de la Paz del frente soviético. La carta hablaba de una propuesta formulada por el Cónsul soviético de San Francisco.

La carta solicitaba a los destinatarios invitar estudiantes de ambos sexos a enrolarse en la Universidad Patrice Lumumba de Moscú para el año académico que comenzaba en septiembre de 1975.

Ésto, les dijeron a los destinatarios, beneficiaría el «sistema socialista» que «busca el apoyo del movimiento de autodeterminación chicano».

Corona luego trabajó muy de cerca con Chávez. Sin embargo, ambos discreparon en un punto vital. Chávez trabajaba activamente deportando trabajadores agrícolas extranjeros ilegales para que no compitieran con los miembros de su sindicato. En cambio, Corona, más políticamente sofisticado (y entrenado por comunistas), quería organizar a los trabajadores ilegales para formar una fuerza política.

Según Los Angeles Times:

“Tenía una diferencia importante con César», escribió Corona en su autobiografía. «Tenía que ver con su postura y la de la unión en cuanto a la necesidad de detener y deportar inmigrantes mexicanos indocumentados que estaban siendo usados como esquiroles por los productores… La Hermandad creía que organizar trabajadores agrícolas indocumentados era útil para la organización del campo por el sindicato. Apoyamos una política de inmigración abierta en lo que respecta a México”.

La Hermandad

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS, según sus siglas en inglés) incrementó sus esfuerzos para cancelar las visas laborales de los mexicanos que vivían en el área de San Diego. En 1951, los líderes sindicales Phil y Albert Usquiano organizaron la Hermandad Mexicana Nacional para oponerse al programa. En 1968, Corona llevó la Hermandad a Los Ángeles y comenzó a difundirla a lo largo del país. En un momento el grupo se jactaba de tener 30.000 miembros.

La Hermandad utilizó abogados de izquierda y organizaciones masivas para proteger a los extranjeros ilegales del INS. El grupo organizó el hospedaje de las familias de inmigrantes ilegales e intentó sindicalizar a los trabajadores ilegales donde fuera posible. Pero, lo que es más importante, intentó utilizar sus números para ganar influencia política y dinero -mucho dinero.

Durante las décadas de 1980 y 1990, la Hermandad recibió al menos U$S 35 millones en subvenciones. No obstante, para 1997 tenía una deuda de U$S 8 millones, e «inclusive U$S 4,2 millones en su clínica de salud de Los Ángeles», según el periodista californiano Lloyd Billingsley.

«En 1995 la Hermandad fue desalojada de su oficina en Hollywood Norte y demandada por adeudar U$S 400.000 de renta… Corona dijo a los reporteros que el grupo utilizaba las retenciones de impuestos de los empleados para pagar deudas, lo que constituía una violación de la ley estatal y federal. Estas negligencias no impidieron al Departamento de Educación de California, encabezado por Delaine Eastin, exasambleísta del Área de Bahía Demócrata, asignar casi U$S 10 millones de fondos de educación para adultos a la Hermandad».

A propósito, cabe destacar que Delaine Eastin se postuló sin éxito para gobernadora de California en 2018 -con el respaldo de la organización marxista más grande de EE. UU.: los Socialistas Democráticos de América (DSA, según sus siglas en inglés).

En 1964, el gobierno de EE. UU. terminó con el programa Bracero por el que trabajadores mexicanos recibían visas para trabajar por períodos en EE. UU. Para los años 1970, solo 20.000 trabajadores trabajadores mexicanos fueron autorizados a entrar legalmente a Estados Unidos por año.

Corona y la Hermandad presentaron batalla. Prepararon paquetes de información para trabajadores mexicanos, enseñándoles cómo desafiar o paralizar legalmente al INS. La Hermandad defendió regularmente a extranjeros ilegales en la justicia.

Asimismo, Corona y su equipo pelearon contra la propuesta de la Ley Rodino, que hacía que los empleadores sean responsables legales al contratar extranjeros ilegales. También ayudaron a derrotar una propuesta para requerir a los trabajadores mexicanos que lleven identificación durante su estadía en EE. UU.

En 1986, el Congreso aprobó una Ley de Amnistía Migratoria, que permitía a cientos inmigrantes ilegales aplicar para una ciudadanía. Mientras criticaba públicamente la nueva ley afirmando que no era suficiente (requería que los solicitantes aprendan inglés, por ejemplo), Corona y su equipo se movieron rápidamente para explotarla.

Corona y la Hermandad ayudaron a que más de 160.000 mexicanos obtengan la ciudadanía de EE. UU. bajo la amnistía.

Legado

Corona murió en 2001, pero su legado sobrevive a través de cientos de pupilos y seguidores de la izquierda radical. En particular, tres de los discípulos de Corona –Antonio VillaraigosaMaria Elena Durazo, y Gilbert Cedillo- siguen siendo muy activos en la política en California.

«En los últimos años de su adolescencia, él [Antonio Villaraigosa] se había anclado al movimiento -y al legendario Bert Corona, organizador radical y defensor de los derechos de los inmigrantes, que no obstante funcionaba en la política general», así lo afirma Harold Meyerson, miembro de Socialistas Democráticos de América y columnista de Los Angeles Times.

«Con Cedillo y María Elena Durazo (que mucho tiempo después se convirtió en presidente del sindicato de trabajadores de hoteles y restaurantes de L. A.),  Villaraigosa  se convirtió en organizador a tiempo completo del Centro de Acción Social Autónoma de Corona, CASA para ser breves».

Villaraigosa luego se convertiría en alcalde de Los Ángeles. Bajo su gobierno, el control de la inmigración se volvió casi inexistente. Cientos de miles de extranjeros ilegales y sus familias se mudaron al Condado de Los Ángeles y áreas vecinas.

Durazo se convirtió en jefa de la Federación de Trabajo Americana y del Congreso de Organizaciones Industriales de California, donde organizó inscripciones masivas de votantes latinos con personal y financiamiento de los sindicatos. Su trabajo agregó cientos de miles de nuevos votantes latinos a los padrones de California -cuya vasta mayoría era demócrata.

Según un operador del Partido Demócrata Richie Ross:

“A principios de 1994, California comenzó a cambiar. El número de inmigrantes que se volvieron ciudadanos creció exponencialmente cada año. Según las estadísticas del Departamento de Seguridad Nacional, el número de nuevos ciudadanos en California cada año había sido estable, de 50.000 a 60.000. En 1994, el número saltó a 118.567. En 1995, fue de 171.285. En 1996, de 378.014. …

“También en 1994, un equipo de marido y mujer, Miguel Contreras, líder de la Federación de Trabajo del Condado de Los Ángeles, y María Elena Durazo, entonces líder de Trabajadores de Hoteles en Los Ángeles … comenzaron algo nuevo: vincularon la organización de trabajadores inmigrantes a la organización de votantes inmigrantes. …

«Las campañas que desarrollamos abrieron nuevos caminos, organizaron nuevos trabajadores sindicales, e incrementaron el impacto político que los votantes latinos tuvieron en la política de California– simultáneamente triplicaron el número de votantes latinos inscriptos, aumentaron en un 50% el sector demócrata de ese grupo y duplicaron el porcentaje de votos totales de latinos en California».

Cedillo sirvió en el Consejo de la Ciudad de L. A., en la Asamblea del Estado de California, y en el Senado del Estado de California, donde fue presidente del Comité Selecto del Senado sobre Inmigración y Economía. Desde 1998, Cedillo intentó nueve veces que la Legislatura del Estado de California apruebe leyes que permitan a los inmigrantes ilegales obtener sus permisos de conducir. Finalmente tuvo éxito el 3 de octubre de 2013. Debido a sus esfuerzos, los inmigrantes ilegales ahora pueden votar casi a voluntad en California.

El periodista exmiembro del Partido Comunista de EE. UU. David Bacon escribió:

“Bert Corona era hijo de la línea en la arena entre EE. UU. y México -los problemas de las milllones de personas que cruzan la frontera dominaron su vida…

“Algunos pueden decir que L. A. no ha cambiado mucho. Pero hoy la clave para ser electo en L. A. es ganar los votos de cientos de miles de latinos de la clase trabajadora. Y los trabajadores indocumentados por los que luchó descubrieron su propia voz- sus huelgas y campañas de organización se extienden de industria a industria, y algunos sindicatos de L. A. emprendieron su causa.

“Si éste no es el mismo mundo que en el que nació Bert Corona, es ciertamente uno que él ayudó a crear”.

El trabajo que hizo Corona en su vida dio enormes frutos. California, que solía ser un estado conservador, ahora es casi completamente controlado por la izquierda y el Partido Demócrata. Ésto puede atribuirse en gran medida a Corona y sus muchos discípulos. Cincuenta años alentando y fomentando inmigración ilegal en California convirtió al Estado de Oro en un bastión del socialismo.

Pero el legado de Corona va mucho más allá. Las organizaciones marxistas e izquierdistas están impulsando programas similares en Oregon, Colorado, Arizona, Nevada, Nuevo México, Texas, Florida, Georgia y Carolina del Norte.

La mayoría de las elecciones presidenciales de EE. UU. son ganadas o perdidas por menos de 3.000.000 de votos. Con un estimativo de 22 millones de extranjeros ilegales con tendencia demócrata que actualmente viven en Estados Unidos, no es difícil ver hacia dónde pueden llevar a EE. UU. las ideas de Corona.

¿Continúa preguntándose por qué los demócratas se rehúsan a construir el muro?

Trevor Loudon es un autor, cineasta y orador de Nueva Zelanda. Durante más de 30 años, estuvo investigando los movimientos de izquierda radical, marxistas y terroristas y su influencia encubierta en la política dominante.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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