La Gran Época publica aquí entregas traducidas del inglés de un nuevo libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”, del equipo editorial de “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino”.
Tabla de contenidos (continuación)
6. El marxista americano
7. La larga marcha a través de las instituciones
8. Corrección política
9. El socialismo en Europa
10. Cayendo en las trampas del diablo
Referencias
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6. El marxista americano
Cuando el movimiento de protestas juveniles en Occidente estaba en pleno auge en los años 60, un activista radical desestimaba su ingenuidad, sinceridad e idealismo. “Si el verdadero radical descubre que tener cabello largo establece barreras psicológicas para la comunicación y la organización, se corta el cabello”, dijo. El hombre era Saul Alinsky, un activista, organizador y autor que se convirtió en el agitador “paracomunista” con la influencia más nociva en décadas.
La razón por la que Alinsky es denominado “paracomunista” es porque, a diferencia de la Vieja Izquierda (izquierdistas políticos) de los años 30 y la Nueva Izquierda (izquierdistas culturales) de los años 60, Alinsky se rehusaba a describir afirmativamente sus ideales políticos. Su visión general era que en el mundo están “los que tienen”, “los que tienen poco y quieren más” y “los que no tienen”. Él apelaba a “los que no tienen” para que se rebelaran contra “los que tienen” por cualquier medio y se hicieran de la riqueza y el poder a fin de formar una sociedad completamente “igual”, destruyendo el sistema social existente. Era llamado el Lenin y el Sun-Tzu de la izquierda poscomunista. [33]
Alinsky no solo prodigaba grandes elogios a dictadores comunistas como Lenin y Fidel Castro, sino que también declaró su lealtad al diablo mismo. En su libro Reglas para radicales, publicado en 1971, uno de los epígrafes dice: “No nos olvidemos de dar reconocimiento al primer radical: de todas nuestras leyendas, mitología e historia (y quién sabe dónde termina la mitología y comienza la historia – o cuál es cuál), el primer radical conocido por el hombre que se rebeló contra el sistema y lo hizo de manera tan efectiva que como mínimo ganó su propio reino: Lucifer”.
En Reglas para radicales, Alinsky planteó sistemáticamente su teoría y sus métodos de organización comunitaria, que usan medios inescrupulosos para alcanzar sus objetivos y obtener poder. Estas reglas incluyen: “una táctica que se prolonga demasiado en el tiempo se convierte en un lastre”; “mantener la presión”; “la amenaza usualmente es más aterradora que la cosa misma”; “el ridículo es el arma más potente del hombre”; y “elegir el objetivo, congelarlo, personalizarlo y polarizarlo” [34].
La verdadera naturaleza de las reglas aparentemente estériles de Alinsky se vuelve clara cuando se las aplica en el mundo real. En 1972, durante la Guerra de Vietnam, George H. W. Bush, entonces embajador de EE.UU. para las Naciones Unidas, dio un discurso en la Universidad de Tulane. Estudiantes antiguerra de la universidad pidieron consejos a Alinsky y él les dijo que protestar con los métodos de siempre probablemente haría que simplemente los expulsasen. Entonces sugirió que se vistieran con trajes del Ku Klux Klan, y que cuando Bush defendiera la guerra, lo vitorearan y se pararan con letreros que dijeran “El KKK apoya a Bush”. Los estudiantes así lo hicieron, y se convirtió en un claro ejemplo de propaganda engañosa. [35]
En 1964, Alinsky elaboró un plan para que 2500 activistas ocuparan los baños del Aeropuerto Internacional O’Hare de Chicago, uno de los más concurridos del mundo, para hacer que sus operaciones se detuvieran por completo. El plan se filtró a las autoridades de Chicago, quienes se vieron obligadas a negociar, y la protesta nunca llegó a realizarse. [36]
Para forzar a Kodak, el empleador más grande de Rochester, Nueva York, a reconocer a la organización comunitaria FIGHT como el representante oficial de la comunidad negra de Rochester, Alinsky tuvo una idea similar. Aprovechado una importante tradición cultural en la ciudad –un concierto de la Orquesta Filarmónica de Rochester– Alinsky planeó comprar cien boletos para sus activistas y antes alimentarlos con frijoles para que arruinaran el espectáculo con sus flatulencias. Este plan tampoco llegó a concretarse, pero las tácticas de Alinsky finalmente obligaron a Kodak a ceder a sus demandas.
Los libros y entrevistas de Alinsky dan la impresión de que era un individuo carismático pero despiadado y calculador. Su “organización comunitaria” era en realidad una forma de revolución gradual. Sin embargo, difería de sus predecesores en varios aspectos. Primero, tanto la Vieja como la Nueva Izquierda eran al menos idealistas en su retórica, mientras que Alinsky le quitó a la “revolución” su fachada idealista y la expuso como una dura lucha de poder. Cuando daba entrenamientos para “organizaciones comunitarias”, preguntaba constantemente a sus aprendices: «¿Por qué organizarnos?» Algunos respondían que era para ayudar a otros, pero Alinsky rugía en respuesta: “¡Quieres organizarte para ganar poder!” El manual de entrenamiento por el que se guiaban los seguidores de Alinsky decía: “No somos virtuosos por no querer poder. […] Somos realmente cobardes por no querer poder” porque “el poder es bueno” […] y “carecer de poder es malvado”. [37]
Segundo, a Alinsky no tenía en alta estima a la juventud rebelde de los años 60 que estaba públicamente en contra del gobierno y de la sociedad. Él enfatizaba que siempre que fuera posible, uno debería ingresar al sistema, aguardando el momento oportuno para subvertirlo desde adentro.
Tercero, el objetivo final de Alinsky era subvertir y destruir, no beneficiar a ningún grupo. Entonces, al implementar su plan, era necesario ocultar el propósito real con objetivos localizados o falsos que fueran en apariencia razonables o inofensivos. Una vez que la gente se acostumbraba a ser movilizada, era relativamente fácil movilizarla a actuar hacia objetivos más radicales.
En Reglas para radicales, Alinsky dijo: “Cualquier cambio revolucionario debe ser precedido por una actitud hacia el cambio que sea pasiva, afirmativa y no desafiante entre las masas de nuestra gente. […] Recuerden: una vez que se organiza a la gente en torno a algo en lo que normalmente está de acuerdo, como la contaminación, luego un grupo organizado de personas ya está en movimiento. Desde ahí es un paso corto y natural hacia la contaminación política, hacia la contaminación del Pentágono”.
Un líder de Estudiantes por una Sociedad Democrática influenciado por Alinsky dio en el clavo en cuanto a la esencia de radicalizar protestas: “El tema nunca es el tema; el tema siempre es la revolución”. La izquierda radical posterior a los años 60 estaba profundamente influenciada por Alinsky, y siempre convertía su respuesta a cualquier problemática social en una insatisfacción con el status quo en general, utilizándolo como un peldaño para avanzar en la causa revolucionaria.
Cuarto, Alinsky convirtió a la política en una guerra de guerrillas sin restricciones. Al explicar su estrategia para la organización comunitaria, Alinsky dijo a sus seguidores que necesitaban golpear al enemigo en los órganos sensoriales: “Primero los ojos; si has formado una organización del pueblo vasta y de las masas, puedes hacerla desfilar visiblemente frente al enemigo y mostrar tu poder abiertamente. Segundo los oídos; si tu organización es pequeña en número, entonces haz lo que hizo Gideon: oculta a los miembros en la oscuridad pero causa un estruendo y clamor que haga al oyente creer que los números de tu organización son mucho mayores de los que tiene en realidad. Tercero, la nariz; si tu organización es muy pequeña incluso para el ruido, haz que el lugar apeste”.
Quinto, Alinsky enfatizaba utilizar los aspectos negativos de la naturaleza humana, incluidos la pereza, la codicia, la envidia y el odio. A veces, los participantes de sus campañas recibían ganancias insignificantes, pero esto solo los hacía más cínicos y desvergonzados. A fin de subvertir el sistema político y el orden social de los países libres, Alinsky estaba dispuesto a guiar a sus seguidores hacia la bancarrota moral. A partir de esto, se puede deducir que si él hubiera verdaderamente obtenido poder, no habría cuidado ni tenido lástima por sus excamaradas.
Décadas después, dos prominentes figuras de la política estadounidense que estaban profundamente influenciadas por Alinsky ayudaron a marcar el inicio de la revolución silenciosa que ha subvertido a la civilización, las tradiciones y los valores estadounidenses. Al mismo tiempo, las protestas de tipo guerra de guerrillas sin limitaciones ni restricciones propuestas por Alinsky se volvieron populares en Estados Unidos a partir de los años 70, como se observó en el movimiento Occupy Wall Street, el movimiento Antifa, y así.
Cabe destacar que en una de las páginas introductorias de Reglas para radicales, Alinsky da su “reconocimiento al primer radical”, Lucifer. En una entrevista con la revista Playboy poco antes de su muerte, Alinsky dijo que al morir, “elegiría sin reservas ir al infierno” para comenzar a organizar a «los que no tienen» allí porque “son mi tipo de gente”. [38]
7. La larga marcha a través de las instituciones
En la década de 1930, Antonio Gramsci, un prominente comunista italiano, escribió que a fin de poder subvertir la sociedad occidental desde adentro, los socialistas debían luchar en una «guerra de posición», un concepto que luego pasó a llamarse “la larga marcha a través de las instituciones”. Él descubrió que es difícil incitar una revolución para derrocar a un gobierno legítimo cuando la gente aún tiene fe en lo divino, así que los comunistas dependen de un gran número de soldados de infantería que compartan su visión oscura de la moral, la fe y las tradiciones. La revolución del proletariado, entonces, debe comenzar con la subversión de la religión, la moral y la civilización.
Luego de la agitación social de los años 60, los rebeldes que habían marchado por la revolución comenzaron a ingresar al ámbito académico. Obtuvieron títulos de grado, se volvieron académicos, profesores, funcionarios de gobierno y periodistas, e ingresaron a la sociedad principal para llevar adelante la larga marcha a través de las instituciones. Infiltraron y corrompieron las instituciones que son cruciales para mantener la moral de la sociedad occidental, incluyendo a la iglesia, el gobierno, el sistema educativo, los cuerpos legislativos y judiciales, el mundo artístico, los medios de comunicación y las ONGs.
Hay numerosos medios aparentemente legítimos mediante los cuales personas o grupos sin escrúpulos pueden arruinar una sociedad libre desde dentro. Para que la democracia sea efectiva, el pueblo debe estar dispuesto a mantener la virtud cívica y poseer una cierta norma moral. Desde los años 60, Estados Unidos ha sido como un paciente incapaz de identificar la causa de su malestar. Las ideas paramarxistas calaron hondo en la sociedad estadounidense y se han propagado sin que casi nadie las revise.
Entre las muchas estrategias revolucionarias que se han postulado, una de las más conocidas es la estrategia Cloward-Piven, propuesta en 1966 por dos sociólogos de la Universidad de Columbia (que también eran miembros de Socialistas Democráticos de América). El concepto central de la estrategia era aumentar el sistema de ayuda social para que los estados entraran en bancarrota. Los autores decían que, dado que la cantidad de personas aptas para recibir ayuda social excede por mucho la cantidad de personas que realmente la reciben, es posible vaciar las arcas del estado si se incita a la gente a solicitar los beneficios de forma masiva. El gobierno estatal entonces se vería obligado a salir al «rescate» y reformar el sistema dándole al gobierno aún más control y moviéndose hacia un sistema socializado.
La Organización Nacional de Derechos de Beneficios Sociales (NWRO, según sus siglas en inglés), que estuvo activa entre 1966 y 1975, buscó implementar esta estrategia luego de que el presidente Lyndon B. Johnson diera inicio a su Guerra contra la Pobreza. Entre 1965 y 1974, la cantidad de familias monoparentales que recibían ayuda social aumentó de 4.3 millones a 10.8 millones, más del doble. En 1970, el 28 por ciento del presupuesto anual de la ciudad de Nueva York se gastó en ayuda social. Entre 1960 y 1970, la cantidad de personas que recibían ayuda social en la ciudad de Nueva York se acrecentó de 200,000 a 1.1 millón. «A principios de los 70, en la ciudad de Nueva York había una persona en las listas de ayuda social por cada dos que trabajaban en la economía privada de la ciudad», escribió el periodista Sol Stern en el City Journal. En 1975, la ciudad de Nueva York efectivamente entró en bancarrota. [39]
El ejemplo de Cloward-Piven en Nueva York puede ser considerado como una implementación de las teorías de Alinsky, especialmente que los radicales deben “hacer que el enemigo cumpla con sus propias reglas”, es decir, si las reglas dicen que cualquier persona que cumple los requisitos puede recibir ayuda social, entonces forzar al «enemigo» a cumplir con sus propias reglas lo llevaría a la bancarrota sin ninguna acción abiertamente hostil por parte de los radicales.
W. Cleon Skousen escribió en su libro El comunismo al desnudo que uno de los 45 objetivos comunistas es “capturar uno o los dos partidos políticos de Estados Unidos”. El Partido Comunista vio que podía lograr esto usando a un pequeño número de personas y organizándolas para crear “revoluciones” y “crisis” de las que podía aprovecharse. Lenin dijo una vez que los sindicatos son “las correas de transmisión del Partido Comunista hacia las masas” [40]. Los comunistas descubrieron que siempre y cuando controlen las sindicatos, controlan grandes cantidades de votos. Siempre y cuando controlen los votos, pueden hacer que los funcionarios y legisladores electos los obedezcan. Los trabajadores comunes son obligados a unirse a sindicatos para poder mantener sus intereses y derechos básicos, y así se convierten en los peones del sindicato. Un principio idéntico funciona cuando se paga una cuota por protección a pandillas del crimen organizado.
El cineasta e investigador Trevor Loudon explica cómo las entidades comunistas utilizan los sindicatos y otros grupos como conductos para aplicar sus políticas y apropiarse de los países democráticos.
En primer lugar, la entidad comunista extranjera o local establece su agenda, por ejemplo, fortalecer las leyes laborales, implementar un programa escolar más socialista o la ablandar las sanciones comerciales a Cuba. Segundo, los comunistas y sus aliados socialistas adoptan estas políticas como políticas sindicales. Los sindicatos entonces presionan al Partido de los Trabajadores, al Partido Socialista o al Partido Demócrata local para que adopten estas políticas sindicales como propias. «Como los [sindicatos de] trabajadores controlan efectivamente estos partidos principales, el proceso no es tan difícil», escribió Loudon en 2014. Por lo tanto, a medida que las políticas comunistas se convierten en políticas sindicales, estas a su vez se convierten en políticas de partidos políticos «principales». «Este proceso se ha llevado a cabo innumerables veces en todo el mundo», escribió Loudon. [41]
Los comunistas y aquellos que actúan en su nombre de manera ignorante han trabajado para subvertir el sistema político y social de las sociedades libres de cualquier manera posible. Luego de décadas de planeamiento y operación comunista, los gobiernos y las sociedades de Estados Unidos y otros países occidentales se deterioraron severamente.
8. Corrección política
Los países comunistas siempre han ejercido un control estricto sobre el discurso y el pensamiento. Desde los años 80, apareció otra forma de control del discurso y del pensamiento en Occidente, y es que la «policía del pensamiento» utiliza la bandera de la “corrección política” para causar estragos en los medios de comunicación, la sociedad y el sistema educativo, usando lemas y críticas de masas para restringir el discurso y el pensamiento. A pesar de que muchos ya se dieron cuenta de que es algo inherentemente incorrecto, aún no comprenden sus orígenes ideológicos.
Los partidos comunistas han estado usando términos tales como “corrección política”, juntos con “progreso” y “solidaridad”, por mucho tiempo. Su significado superficial es evitar utilizar un lenguaje discriminatorio contra minorías, mujeres, discapacitados y otros. No obstante, la implicación oculta detrás de la corrección política es clasificar a las personas en grupos según su estatus de víctimas. Por lo tanto, quienes son considerados los más oprimidos deberían recibir el mayor respeto y cortesía. Este criterio, basado únicamente en la identidad sin considerar la conducta y el talento individual, es la base de la llamada “política de identidad”. Este estilo de pensamiento es extremadamente popular en Estados Unidos y otros países occidentales.
Este tipo de clasificación es idéntica a lo que ocurre en China, donde las personas eran clasificadas como “las cinco clases de rojo” o “las cinco clases de negro” según su riqueza y clase social antes de la revolución. El Partido Comunista Chino eliminó y oprimió a los terratenientes y capitalistas debido a su estatus social «inapropiado», atacó a los intelectuales como el “apestoso noveno viejo”, y gritó que “los pobres son los más listos, los nobles son los más tontos”.
Las diferencias en el estatus político y socioeconómico entre diversos grupos se originan de razones históricas complejas, y no pueden ser explicadas simplemente como opresión. Pero la corrección política lo establece como algo binario: solo quienes muestren simpatía por aquellos designados como «víctimas» y desprecien a los «opresores» son considerados personas de moral, mientras que aquellos que se apartan de la narrativa son acusados de ser racistas, machistas, homofóbicos, antiislamistas, y así.
Muchos gobiernos y ONG occidentales han impulsado la corrección política para promover una agenda de izquierda. Algunos países ampliaron la definición legal de “discurso de odio” e imponen castigos por tales discursos en escuelas, medios de comunicación e internet [42]. Estas restricciones generales a la libertad de expresión hacen que las sociedades democráticas se aproximen al control del pensamiento ejercido por los Estados comunistas.
Hoy en día, la izquierda abusa de la corrección política para privar a otros de tener un canal legítimo para expresarse. Esto se hizo más pronunciado después de las elecciones presidenciales de 2016 en EE. UU., cuando medios de comunicación, organizaciones y académicos de izquierda se movilizaron para quitar acceso a plataformas y silenciar a los partidarios del presidente Donald Trump. Estallaron protestas en grandes ciudades y las violaciones a la libertad de expresión comenzaron a hacerse frecuentes. Las universidades, que se supone que son bastiones del pensamiento y la libre expresión, se han convertido en centros de adoctrinamiento radical. Las organizaciones que actúan bajo la bandera de oponerse a los discursos de odio han etiquetado a grupos conservadores regulares como «grupos de odio», y autores y académicos conservadores han sido amenazados después de haber sido invitados a hablar o de asistir a diversos eventos. [43]
En marzo de 2017, el científico social americano Charles Murray fue invitado a hablar en el Middlebury College de Vermont. Cuando intentó hablar, los más de 400 manifestantes que llenaban la sala gritaron y lo abuchearon, impidiendo así que otros lo escucharan. Luego, mientras estaba saliendo del campus, los manifestantes rodearon a Murray y a un profesor que lo acompañaba, los empujaron y agredieron. El profesor tuvo que ser llevado al hospital por una herida en su cuello.
En septiembre de 2017, el autor conservador Ben Shapiro tenía programada una participación en la Semana de la Libertad de Expresión en la Universidad de California-Berkeley, y recibió amenazas de violencia por parte de Antifa, un grupo de extrema izquierda. La policía de Berkeley se preparó con equipamiento antidisturbios y despachó tres helicópteros de policía; se estima que los gastos por las medidas de seguridad superaron los USD 600,000 [44]. Irónicamente, un evento que marcó el inicio del movimiento estudiantil en 1964 fue una lucha por la libertad de expresión en Berkeley. Al mes siguiente, cuando Shapiro tenía previsto hablar en la Universidad de Utah, un grupo de estudiantes dijo que harían cancelar el evento. Un periodista le dijo al joven que lideraba el grupo que impedir que Shapiro hablara sería como no respetar la Primera Enmienda. El estudiante respondió: «No me importa. No me parece que sea, digamos, un documento relevante ahora mismo». [45]
En marzo de 2018, la profesora titular Amy Wax de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pensilvania fue relevada de algunas tareas de enseñanza después de que hiciera una observación políticamente incorrecta durante una entrevista con un profesor de la Universidad de Brown. Wax dijo que los estudiantes negros «rara vez» se gradúan entre los mejores de la clase. [46]
La corrección política y las restricciones a la libertad de expresión por las que aboga la izquierda no pretenden fomentar un debate saludable entre puntos de vista diferentes; son armas ideológicas utilizadas por quienes actúan de mala fe. La corrección política es la «policía del pensamiento» del espectro comunista para suprimir la disidencia y oscurecer la verdad.
9. El socialismo en Europa
Toda Europa –no solo los países de Europa del Este– está dominada por el comunismo. Los países no comunistas del norte, sur y oeste de Europa promueven y acogen, con o sin intención, ideologías y políticas comunistas. Decir que Europa está «en manos del enemigo» no es una exageración.
La Internacional Socialista es la organización política internacional más grande del mundo, y está conformada por más de 135 partidos políticos y organizaciones. La organización surgió de la Segunda Internacional, fundada por Engels en 1889. Entre los primeros socialistas estaban Karl Johann Kautsky y Eduard Bernstein, que promovían una reforma progresiva. Cuando se estableció la Segunda Internacional, existían más de 100 partidos políticos basados en el marxismo en todo el mundo. De ellos, 66 eran partidos en el poder que adherían al socialismo en sus respectivos países. El nombre “Internacional Socialista” se originó en 1951.
Actualmente, hay muchos partidos socialistas que descendieron de la Segunda Internacional por todos lados en Europa, muchos de ellos incluso gobiernan en su país.
El Partido de los Socialistas Europeos, establecido en 1992, está activo en el Parlamento Europeo y está asociado a la Internacional Socialista. Sus miembros son los partidos socialdemócratas de la UE y países alrededor, incluyendo el Reino Unido. El Partido de los Socialistas Europeos actualmente tiene 33 partidos miembro, 12 miembros asociados y 12 observadores, sumando un total de 57 partidos políticos de la UE, el Reino Unido y Noruega. Sus principales objetivos son «dar forma a las políticas europeas progresistas» y desarrollar una estrecha cooperación entre los partidos miembros, grupos parlamentarios y similares. En esencia, trabaja para promover vigorosamente la causa socialista.
Los principios rectores del Partido Laborista del Reino Unido están basados en el socialismo fabiano. Como se detalló previamente, el socialismo fabiano es simplemente otra versión del marxismo, pero enfatiza utilizar métodos graduales para efectuar la transición del socialismo al comunismo. También aboga por impuestos altos, gran cantidad de ayuda social y otras ideas socialistas. El Partido Laborista fue muchas veces el partido gobernante del Reino Unido en décadas recientes y siempre abogó por las ideas del socialismo fabiano.
El partido comunista británico y sus diversas variantes también han sido muy activos en tratar de influenciar la política británica, patrocinando incluso su propio periódico, el Daily Worker (rebautizado como Morning Star en 1966). El partido surgió del Partido Comunista de Gran Bretaña, establecido en 1920, y durante su apogeo tuvo miembros electos en la Cámara de los Comunes. Al comienzo de las elecciones generales de 2017 en el Reino Unido, el Partido Comunista Británico repentinamente anunció su intención de apoyar al líder del izquierdista Partido Laborista. Este político, que encabeza el Partido Laborista desde septiembre de 2015, ha dedicado cuarenta años a promover políticas socialistas, incluida la nacionalización de bienes. Cuando un reportero de la BBC le preguntó sobre sus postura con respecto a Marx, elogió a Marx como un gran economista y una “fascinante figura que observaba muchísimo y de quien podemos aprender muchísimo”.
El Partido Socialdemócrata Sueco, partido en el poder en Suecia, es miembro de la Internacional Socialista. Durante las varias décadas de gobierno, ha promovido las ideologías socialistas de igualdad y ayuda social. Uno de los líderes del Partido Socialista de Francia fue electo presidente en 2012. El partido también es miembro de la Internacional Socialista y del Partido de los Socialistas Europeos. En Italia, el veterano comunista Gramsci no solo fundó el Partido Comunista Italiano en 1921, sino que también fue su secretario general. El Partido Comunista Italiano fue muy activo hasta los años 90, y mantuvo su posición como el segundo partido político más grande del país por largo tiempo. En 1991, el partido fue renombrado Partido Democrático y es parte de la coalición que gobierna actualmente. Otros países europeos, como España y Portugal, tienen partidos políticos comunistas muy activos con significativa influencia. Alemania no es la excepción; es el lugar de nacimiento de Marx y Engels y hogar de la influyente Escuela de Frankfurt, otro bastión del marxismo.
10. Cayendo en las trampas del diablo
A donde sea que vaya el comunismo, va acompañado de violencia, mentiras, guerra, hambruna y dictadura. La pregunta es: ¿por qué aún hay tantas personas que ayudan incondicionalmente a este demonio a divulgar sus mentiras, incluso convirtiéndose en sus herramientas obedientes y fanáticas?
El sociólogo estadounidense Paul Hollander, en su libro de 1981 Peregrinos políticos: Viajes de intelectuales occidentales a la Unión Soviética, China y Cuba, cuenta las historias de muchos jóvenes intelectuales enamorados del comunismo. A estos jóvenes «peregrinos» naturalmente no se les mostraron los horrendos abusos que estaban ocurriendo al mismo tiempo que ellos estaban de visita. Al regresar a sus países, elogiaron con entusiasmo al sistema comunista. [47]
En Estados Unidos, hubo personas que se vieron atraídas, o se vieron coaccionadas, hacia el comunismo por diferentes razones. Muchos de los primeros líderes y miembros del Partido Comunista de EE. UU. eran inmigrantes de Rusia y países de Europa del Este. Su estatus económico era bajo y era difícil para ellos integrarse a la comunidad. Ellos se unieron al Partido principalmente debido a influencias de su país natal.
Luego de la Gran Depresión, la influencia del marxismo en Occidente aumentó drásticamente y casi toda la clase intelectual occidental comenzó a girar hacia la izquierda. Numerosos intelectuales fueron a visitar la Unión Soviética y, al retornar a sus países, dieron discursos y escribieron libros promoviendo la ideología comunista. Entre aquellos involucrados había muchos pensadores, escritores, artistas y reporteros influyentes.
La generación Baby Boomer ingresó a la universidad durante los 60 después de crecer en la opulencia de la posguerra, sin embargo fueron engañados por las ideologías de tendencia comunista para que asumieran otras posturas contraculturales, en la forma de protestas antiguerra, feminismo y demás cosas por el estilo. La siguiente generación de estudiantes ya aprendió directamente con libros de texto con contenido izquierdista porque sus maestros eran “radicales titulares” –así, la larga marcha a través de las instituciones del comunismo finalmente había tenido éxito, comenzando un ciclo destinado a reproducirse y mantenerse para siempre.
En el libro Maestros del engaño, J. Edgar Hoover, director del FBI durante 37 años, clasificó a los partidarios comunistas en cinco niveles de control del pensamiento: miembros abiertos del partido (herramientas explícitas del partido), miembros ocultos del partido (quienes actúan como influyentes encubiertos para los objetivos comunistas), compañeros de viaje (no son miembros del Partido, pero suelen elegir complementar el trabajo del partido), oportunistas (apoyan el partido por interés propio) y crédulos (víctimas inocentes que no se dan cuenta que están bajo el control del pensamiento del comunismo) [48]. En realidad, hay muy pocos activistas comunistas extremadamente perversos y acérrimos. El caso es que la mayoría de las personas controladas por el pensamiento comunista fueron simplemente engañadas.
Los periodistas americanos John Silas Reed y Edgar Snow jugaron un rol muy importante en promover la ideología comunista en el mundo. Reed, autor del libro Diez días que estremecieron al mundo, es uno de los tres estadounidenses enterrados en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin, lo que significa que era un activista comunista. Su descripción de la Revolución de Octubre no fue una cobertura objetiva de eventos reales, sino una propaganda política cuidadosamente armada.
Snow, autor del libro Estrella roja sobre China, fue un compañero de viaje comunista cuya entusiasta descripción de los líderes del PCCh dejó una profunda impresión en muchos estadounidenses. En 1936, viajó al bastión del PCCh en Bao’an, en la provincia norteña de Shaanxi, y entrevistó a Mao Zedong sobre la causa revolucionaria. Snow fue utilizado como herramienta de propaganda por el PCCh para difundir su narrativa a una audiencia internacional.
Bezmenov, el exespía de la KGB, recordó su trabajo de recibir “amigos” extranjeros cuando trabajaba como espía. La agenda de los visitantes estaba parcialmente armada por el Servicio de Inteligencia Exterior Soviético; visitas a iglesias, escuelas, hospitales, jardines de niños, fábricas y otros estaban planeados de antemano. Cada persona con la que los visitantes entraban en contacto eran comunistas o personas políticamente confiables que habían sido entrenados para asegurarse de que hablarían según la voz del Partido. En 1967, Look, una importante revista estadounidense, envió periodistas a la Unión Soviética para cubrir una historia. Al referirse a los artículos de los periodistas, Bezmenov dijo: «Desde la primera hasta la última página, fue un paquete de mentiras: cliché[s] de propaganda presentados a los lectores americanos como opiniones y deducciones de los periodistas americanos. Nada podría estar [más lejos] de [la] verdad». Así, una revista americana distribuyó propaganda soviética al público americano.
Bezmenov dijo que muchos periodistas, actores y atletas estelares pueden ser disculpados por estar cegados a la realidad mientras visitaban la Unión Soviética, pero que el comportamiento de muchos políticos occidentales era imperdonable. Estas personas moralmente corruptas tejieron mentiras y buscaron cooperar con los comunistas soviéticos por su propia reputación y ganancias, dijo. [49]
En el libro Usted puede confiar en los comunistas para que se comporten como tales, Schwarz analizó por qué algunos jóvenes intelectuales comenzaron a apreciar el comunismo. Enumeró cuatro razones: el desencanto con el capitalismo; la creencia en una filosofía de vida materialista; el orgullo intelectual; una inquietud religiosa insatisfecha. El orgullo intelectual se refiere a la experiencia de los jóvenes de alrededor de 18-20 años que fácilmente caen víctima de la propaganda comunista debido a su entendimiento parcial de la historia, su soberbia y resentimiento antiautoritario y su desencanto con la familia y el patrimonio nacional. La «inquietud religiosa insatisfecha» se refiere al hecho de que todas las personas tienen una especie de impulso religioso dentro de sí mismas, lo que las empuja a trascender. No obstante, el ateísmo y la teoría de la evolución inculcados por su educación pueden hacerlos incapaces de obtener satisfacción mediante las religiones tradicionales. La fantasía comunista de liberar a la humanidad se aprovecha de esta necesidad humana latente y funciona como religión sucedánea [50].
Los intelectuales tienden a ser embaucados por ideologías radicales. Tal fenómeno llamó la atención de los académicos. En su libro de 1955 El opio de los intelectuales, el filósofo y sociólogo francés Raymond Aron señaló que, por un lado, los intelectuales del siglo XX criticaban severamente al sistema político tradicional, pero que por otro lado, toleraban generosamente o incluso hacían la vista gorda a la dictadura y la matanza en Estados comunistas. Él veía a los intelectuales de izquierda que convertían su ideología en una religión secular como hipócritas, arbitrarios y fanáticos.
El historiador británico Paul Johnson analizó las vidas y las visiones políticas radicales de Jean-Jacques Rousseau y de una docena de intelectuales que le siguieron, en su libro Intelectuales: desde Marx y Tolstói hasta Sartre y Chomsky. Descubrió que todos ellos compartían la fatal debilidad de la arrogancia y el egocentrismo. [51]
Desde los años 60, el comunismo se ha involucrado en una invasión a gran escala de la educación estadounidense. Aún peor, muchos jóvenes se entregan a la televisión, los videojuegos, internet y las redes sociales. Se convierten en “copos de nieve”, personas que carecen de conocimiento, una perspectiva amplia, sentido de responsabilidad, sentido de la historia y la capacidad de lidiar con dificultades. Con ideologías comunistas o derivadas del comunismo inculcadas por la generación de sus padres, son adoctrinados y, por lo tanto, utilizan un marco de pensamiento retorcido para evaluar los nuevos hechos que ven y oyen. Esto es, las mentiras comunistas han formado una película a su alrededor, impidiéndoles tener una visión clara de la realidad.
El espectro comunista se aprovecha tanto de las emociones humanas negativas como las positivas para seducir a la gente y hacerles caer en sus trampas. Lo más trágico de todo es que la ideología comunista, además de la ignorancia, el egoísmo y la codicia humana, apela al deseo sincero de idealismo, altruismo y sacrificio de sus creyentes.
Que tanta gente pueda ser seducida por las mentiras del socialismo y el comunismo se debe a que la humanidad ha abandonado la creencia espiritual y ha hecho que sus normas morales caigan en el caos. Solo a través de la fe recta y la elevación moral puede la humanidad salvaguardarse contra la manipulación demoníaca del espectro.
A continuación: Capítulo 6
Actualizado el 13 de mayo de 2020.
Referencias (continuación)
33. David Horowitz, Barack Obama’s Rules for Revolution: The Alinsky Model (Sherman Oaks, CA: David Horowitz Freedom Center, 2009), 6, 16.
34. Saul Alinsky, Rules for Radicals: A Pragmatic Primer for Realistic Radicals (New York: Vintage Books, 1971), 125–164.
35. Sanford D. Horwitt, Let Them Call Me Rebel: Saul Alinsky, His Life and Legacy (New York: Alfred A. Knopf, Inc., 1989), xv–xvi.
36. Eric Norden, “Playboy Interview with Saul Alinsky: A Candid Conversation with the Feisty Radical Organizer,” New English Review, accessed April 17, 2020, https://www.newenglishreview.org/custpage.cfm?frm=189050&sec_id=189050.
37. Ryan Lizza, “The Agitator,” The New Republic, March 19, 2007, https://newrepublic.com/article/61068/the-agitator-barack-obamas-unlikely-political-education.
38. Norden, “Playboy Interview.”
39. David Horowitz and Richard Poe, The Shadow Party: How George Soros, Hillary Clinton, and Sixties Radicals Seized Control of the Democratic Party (Nashville, Tennessee: Nelson Current, 2006), 110–114.
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41. Trevor Loudon, “Communism/Socialism: The Enemies Within,” The Schwarz Report, vol. 54, no. 7, July 2014, http://www.schwarzreport.org/uploads/schwarz-report-pdf/schwarz-report-2014-07.pdf.
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