La Gran Época publica aquí entregas traducidas del inglés de un nuevo libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”, del equipo editorial de “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino”.
Tabla de contenidos
Introducción
1. El comunismo es la política de la destrucción de la humanidad
a. La convergencia de política y religión en regímenes comunistas
b. El carácter religioso del liberalismo y el progresismo
c. Liberalismo y progresismo contemporáneos: Variantes del comunismo
2. Poner al Gobierno bajo el control de la izquierda
3. Odio y lucha: El curso invariable de la política comunista
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Introducción
La ideología comunista no se diluyó en la historia con el fin de la Guerra Fría; antes y después de la caída de los regímenes comunistas de Europa del Este, fue la subversión la que difundió las ideas marxistas por todo el mundo libre, y los movimientos de izquierda se han arraigado en muchos gobiernos elegidos democráticamente.
En la superficie, el mundo libre parece entender el daño infligido por el comunismo. Sin embargo, en los 170 años desde la publicación del Manifiesto Comunista, los gobiernos de todo el mundo han estado influenciados por las teorías marxistas, ya sea de manera abierta o encubierta.
La mayoría de la gente asocia la política comunista solo con los países que están bajo el régimen del Partido Comunista, o donde se siguen abiertamente las doctrinas económicas marxistas. Pero en realidad, la izquierda occidental sigue la misma filosofía subyacente de lucha que encarnan los regímenes comunistas «tradicionales» de Oriente. En algunos aspectos, el mundo libre ha superado incluso a los autoproclamados Estados comunistas a la hora de poner en práctica las causas de la izquierda.
Incluso mientras Estados Unidos se enfrentaba a la amenaza soviética durante la Guerra Fría, ciertas formas de comunismo se abrieron paso en casi todos los aspectos de la sociedad occidental bajo el disfraz del liberalismo, el progresismo y el socialismo. La izquierda tiene una posición fuerte en el panorama político de los EE. UU. y es dominante en muchos países europeos. Es así que, sin poner al mundo occidental bajo su control político explícito a través de la guerra o la revolución violenta, el espectro comunista se apropió del gobierno de las naciones occidentales al alimentar el descontento social, socavar la moral tradicional e impulsar políticas socialistas. Su objetivo es poner a Occidente en un camino demoníaco, provocando la destrucción de la humanidad.
Estados Unidos ha sido y sigue siendo un fuerte bastión de la libertad y el anticomunismo. Dado el rol vital que juega Estados Unidos en el escenario mundial, es crucial que prestemos particular atención a la influencia del comunismo en la política y el gobierno estadounidense.
1. El comunismo es la política de la destrucción de la humanidad
Durante miles de años, la principal institución de poder político fue la monarquía, que recibía su autoridad de lo divino. El Cielo otorgaba al gobernante el derecho divino de los reyes. Los emperadores y los reyes desempeñaban un papel sagrado como intermediarios entre el hombre y lo divino.
Hoy en día, muchas naciones están gobernadas por democracias. En la práctica, la democracia no es el gobierno directo del pueblo, sino el gobierno de representantes elegidos por el pueblo. La elección de un presidente es un procedimiento democrático. Una vez en el cargo, el presidente tiene amplios poderes sobre la política, la economía, el ejército, las relaciones exteriores, etc.
Desde la Declaración de Independencia en 1776 y la redacción de la Constitución de EE. UU. durante la década siguiente, la democracia ha sido vinculada con la libertad, la prosperidad y los derechos individuales. Pero el pilar fundamental de la estabilidad y la armonía social, así como de los derechos humanos y la libertad, son los valores morales de una sociedad. La democracia por sí sola no puede garantizar que gente buena gane las elecciones. A medida que el nivel moral general de la sociedad se hunde, los candidatos ganadores pueden ser los que se especializan en la retórica vacía o incendiaria o que son propensos al nepotismo. El daño a una sociedad democrática es enorme cuando no se toman medidas para mantener las normas morales establecidas por lo divino. Las ventajas de la representación electoral desaparecen y se convierte en una política mafiosa que arroja a la sociedad al caos y la fragmentación.
a. La convergencia de política y religión en regímenes comunistas
La ideología comunista funciona como la de una secta. Obliga a sus seguidores a aceptar su maligna filosofía de lucha, a someterse a sus programas políticos y a traicionar su conciencia al llevar a cabo las directivas del movimiento revolucionario o del partido. Los regímenes comunistas persiguen la religión y la espiritualidad con los métodos más crueles, con el fin de destruir lo divino y reemplazar la fe tradicional con su propia religión atea.
A los regímenes comunistas de Oriente, especialmente el del Partido Comunista Chino (PCCh), se los suele describir erróneamente como una forma moderna de la autocracia de la antigüedad. Muchos consideran que el PCCh continuó con el sistema imperial. Pero los monarcas tradicionales chinos no decían que ellos definían los valores morales. En cambio, consideraban que debían actuar dentro de los límites de los estándares morales establecidos por los dioses o el Cielo. El PCCh, por otro lado, monopoliza el concepto mismo de moral. No importa cuántas maldades cometa, el PCCh aún insiste con que es “grande, glorioso y correcto”.
La moral es establecida por lo divino, no por el hombre. Los estándares del bien y el mal provienen del mandamiento divino, no de las pretensiones ideológicas de un partido político. Monopolizar el derecho a definir la moral conduce inevitablemente a mezclar iglesia y Estado, que en el caso del PCCh y otros partidos comunistas, se manifiesta con las características típicas de una secta maliciosa.
El Partido Comunista consagra a Marx como su “Señor” espiritual y considera al marxismo como la verdad universal. La promesa del comunismo de un Cielo sobre la Tierra es un anzuelo para que sus seguidores sacrifiquen sus vidas por ello. Sus rasgos sectarios incluyen, pero no se limitan a: inventar doctrinas, aplastar a la oposición, adorar al líder, considerarse la única fuente de rectitud, utilizar el lavado de cerebro y el control mental, tener una organización estricta a la que uno se puede unir pero nunca salirse, promover la violencia y la sed de sangre y alentar el martirio por la causa religiosa.
Líderes comunistas como Vladimir Lenin, Joseph Stalin, Mao Zedong y Kim Il Sung tuvieron sus propios cultos a la personalidad. Ellos eran los “Papas” de la secta comunista en sus respectivos países, con una autoridad incuestionable para determinar lo correcto y lo incorrecto. Si mataban o mentían, ellos siempre estaban en lo correcto, y lo justificaban con explicaciones de que estaban motivados por un propósito superior o que era parte de un plan a largo plazo. Los ciudadanos de esos países tuvieron que abandonar su propia comprensión del bien moral. Forzados a mentir o a hacer el mal bajo el comando del Partido, la gente sufrió de traumas psicológicos y espirituales.
Las religiones ortodoxas tradicionales enseñan a la gente a ser buena, pero la secta del comunismo, construida sobre la base del odio, toma justamente la postura contraria. Aunque el Partido también habla del amor, el “amor” que promueve se predica sobre una base de odio. Por ejemplo, el proletariado es capaz de tener amistades entre los de su clase porque enfrentan un enemigo en común: los capitalistas. En la China moderna, la forma de mostrar patriotismo (que en chino literalmente se llama «amor por el país») es odiar a otros países –odiar a Estados Unidos, odiar a Francia, odiar a Japón, odiar a Corea, odiar a Taiwán y odiar a los chinos que viven en el extranjero y critican al PCCh.
b. El carácter religioso del liberalismo y el progresismo
El liberalismo y el progresismo se han convertido en el estándar de la “corrección política” en Occidente. De hecho, se han desarrollado al punto de convertirse en una religión secular. Los izquierdistas occidentales han utilizado diferentes etiquetas a lo largo de la historia, a veces haciéndose llamar «liberales» y a veces haciéndose llamar «progresistas». Los partidarios del liberalismo y el progresismo abogan por el “progreso” como el bien moral absoluto y atacan cualquier opinión diferente como si fuera una herejía. De manera similar al comunismo, el ateísmo, la evolución y el cientificismo, el liberalismo y el progresismo reemplazan a la creencia en Dios con la razón humana, considerando de hecho al hombre como si fuera un dios. Ambos comparten los mismos enemigos que los comunistas y culpan de los problemas sociales a lo que perciben como injusticias o defectos del sistema capitalista, al cual intentan subvertir o derrocar. Los métodos de los liberales y progresistas radicales son similares a los de los revolucionarios comunistas. Piensan que su causa es tan importante que ningún medio está fuera de los límites.
Las características cuasi-religiosas del liberalismo y el progresismo son inseparables de las teorías que les dieron origen. El rápido progreso científico desde el siglo XVIII fortaleció enormemente la confianza de la humanidad en su propias capacidades y alimentó la tendencia intelectual progresista. El filósofo francés Marquis de Condorcet, pionero del pensamiento progresista, afirmó en su obra Esbozo para un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano que la razón lleva a la gente por el camino de la felicidad y la moral o bondad. Luego de esto, el progresismo se volvió más agresivo y comenzó a meter a la razón en el altar de la adoración.
El pensamiento progresista hace que uno considere a la razón, la conciencia y al Creador como cosas separadas, fomentando así la idea de que el hombre no necesita de la salvación del Creador, sino que puede utilizar su propia racionalidad y conciencia para eliminar las maldades de la codicia, el miedo, la envidia, etc. Desde esta perspectiva, el ser humano puede deshacerse de lo divino y establecer un paraíso en la Tierra. La arrogancia del progresismo queda expuesta en una declaración del político francés y crítico de arte del siglo XIX, Jules-Antoine Castagnary: “Junto al jardín divino del cual he sido expulsado, yo erigiré un nuevo Edén. […] En su entrada colocaré al Progreso […] y le colocaré en su mano una espada llameante y él le dirá a Dios, ‘No entrarás aquí’”. [1]
Llena de este tipo de pensamiento, la gente abriga la ilusión de controlar el destino de la humanidad y manipular su futuro –es decir, la humanidad quiere jugar a ser Dios– para crear una utopía, un “paraíso en la Tierra”. Esta es la idea esencial del comunismo. La lucha por alcanzar este supuesto paraíso ha causado un aluvión de sangre y miseria.
c. El liberalismo y el progresismo contemporáneos: variantes del comunismo
La rebelión contra el liberalismo clásico
El liberalismo clásico, que se basa en la filosofía de los derechos individuales naturales, proponía que hubieran restricciones constitucionales al poder de la realeza o del gobierno a fin de proteger las libertades personales. Los derechos individuales y la dignidad son otorgados por lo divino, mientras que el gobierno es algo construido por los ciudadanos y tiene el deber expreso de proteger a su pueblo. La separación de la iglesia y el Estado se estableció para evitar que el gobierno transgreda el pensamiento y la fe de los ciudadanos.
El liberalismo contemporáneo no es más que una traición al liberalismo clásico en nombre de la “libertad” como resultado de la infiltración comunista. Por un lado, enfatiza el individualismo absoluto, es decir, la extrema indulgencia en los deseos y el desacato a la moral. Por otro lado, enfatiza la igualdad de resultados en vez de la igualdad de oportunidades.
Por ejemplo, al discutir sobre la distribución de la riqueza, los liberales modernos se enfocan solo en las necesidades de los receptores en lugar de los derechos de los contribuyentes. Cuando se trata de políticas diseñadas para tratar la discriminación, solo se enfocan en aquellos que fueron agraviados históricamente e ignoran a las personas que se convierten en víctimas debido a las políticas que ellos proponen. En cuanto a las leyes, obstruyen la necesidad de castigar a los criminales con el aparente propósito de proteger a los inocentes de una sentencia injusta o de proteger a los desfavorecidos, quienes presuntamente cometerían crímenes por ser víctimas de la opresión. En cuanto a la educación, ignoran el potencial de los estudiantes talentosos con el pretexto de apoyar y ayudar a quienes tienen un rendimiento académico bajo y a quienes provienen de familias sin privilegios. Utilizan la excusa de la libertad de expresión para eliminar las restricciones a la publicación de contenido obsceno o pornográfico.
El foco del liberalismo contemporáneo ha evolucionado silenciosamente, de abogar por la libertad a promover la igualdad. Sin embargo, no quiere ser llamado “igualitarismo”, ya que esto lo marcaría instantáneamente como una forma de comunismo.
John Locke, conocido como el padre del liberalismo, declaró su postura sobre la tolerancia religiosa y la separación de la iglesia y el Estado en su “Carta concerniente a la tolerancia”. El principal aspecto de la tolerancia, según la visión de Locke, es que el Estado, el cual ostenta el poder coercitivo, debe respetar y tolerar las creencias personales de los individuos. El hecho de que la creencia en un camino al Cielo sea algo correcto o incorrecto es un asunto que no corresponde juzgar al Estado. Uno debe tener control sobre su propia alma, y el Estado no debe usar su poder para imponer la creencia o la falta de la misma.
La tolerancia que el liberalismo clásico defiende es, en efecto, una virtud que merece ser promovida, pero el comunismo se ha apropiado de la «tolerancia» como una vía para la corrupción moral. El liberalismo contemporáneo distorsiona el verdadero propósito de la tolerancia, y la transforma en la ausencia de juicio. Desarrolló el concepto político de estar «libre de valores», lo que en realidad significa perder el rumbo moral y confundir el bien con el mal y la virtud con el vicio. Utiliza una frase atractiva para abrir las compuertas a una avalancha de conceptos demoníacos, promoviendo la antimoralidad y la antitradición bajo el disfraz de la libertad.
Por ejemplo, ahora la tolerancia se suele entender como la defensa desproporcionada del movimiento LGBT, una manifestación típica del concepto de la ausencia de valores. Todo aquel que se pronuncie en contra de la promoción de los estilos de vida de los LGBT corre el riesgo de ser atacado con el pretexto de salvaguardar la libertad individual y la igualdad y de luchar contra la discriminación de un grupo minoritario.
La esencia del progresismo: el relativismo moral
Guiados por los valores tradicionales de la humanidad, es normal que usemos nuestra inteligencia para mejorar nuestras condiciones de vida, aumentar la riqueza y alcanzar nuevas alturas culturales. En la “era progresista” de la historia estadounidense, desde fines del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX, las reformas de gobierno corrigieron varias prácticas corruptas que surgieron en el proceso del desarrollo económico y social. Pero después de que los comunistas se infiltraron en Estados Unidos, se apropiaron de términos como “progreso” y “progresismo” y les inyectaron su nociva ideología. Era lógico que el comunismo se apropiara del progresismo, aunque la mayoría de la gente no se diera cuenta de esto. El progresismo moderno es la aplicación directa de las teorías de Darwin sobre la evolución en las ciencias sociales, y el resultado es una continua desviación y perversión de la moral tradicional en nombre del «progreso». Aún hoy, el comunismo continúa su abierto engaño bajo la bandera progresista.
Durante esta revolución progresista, los ateos consideraron a la moral tradicional como un impedimento para el progreso y exigieron una reevaluación de todos los estándares morales. Negaron la existencia de estándares morales absolutos y utilizaron la sociedad, la cultura, la historia y las condiciones actuales para establecer su propio sistema de moralidad relativa.
El relativismo moral es un aspecto principal de la ideología marxista. Sostiene que cualquier cosa que se ajuste a los intereses del proletariado (en esencia, la clase gobernante marxista) es moral, mientras que cualquier cosa que no se ajuste es inmoral. La moral no se utiliza para restringir las acciones del proletariado, sino como un arma para que la dictadura del proletariado utilice contra sus enemigos. Junto con el movimiento progresista, este relativismo moral ha ganado influencia en la política, la educación, la cultura y otros aspectos de la sociedad occidental.
No es malo que la gente busque la felicidad y el progreso, pero cuando ciertos «-ismos» comienzan a suplantar los valores morales y creencias tradicionales, actúan como las herramientas con las que el espectro comunista lleva a la gente hacia la degeneración y la destrucción.
2. Poner al Gobierno bajo el control de la izquierda
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels enumeran diez medidas para destruir el intercambio justo y los derechos del individuo, que ellos llaman capitalismo. Muchas de esas medidas ya se están aplicando para desplazar progresivamente a Estados Unidos y otros países hacia la izquierda y establecer eventualmente un control político comunista, como la implementación de «un pesado impuesto sobre la renta progresivo o graduado» y la «centralización del crédito en manos del Estado, mediante un banco nacional con capital estatal y un monopolio exclusivo». En la superficie, los comunistas parecen abogar por algunas cosas positivas, como el fin del trabajo infantil en las fábricas y la creación de un sistema de educación pública gratuita; sin embargo, su objetivo no es asegurar el bienestar de una nación, sino más bien tomar y mantener el poder político. Marx y Engels escribieron:
El primer paso en la revolución de la clase trabajadora es elevar al proletariado a la posición de clase gobernante para ganar la batalla por la democracia.
El proletariado utilizará su supremacía política para arrebatar, gradualmente, todo el capital de los burgueses; para centralizar todos los instrumentos de producción en las manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como la clase gobernante; y para aumentar el total de fuerzas productivas lo más rápido posible.
Por supuesto, al comienzo, esto no puede ser llevado a cabo excepto mediante intrusiones despóticas sobre los derechos de la propiedad y sobre las condiciones de la producción burguesa; hay que aplicar medidas, por lo tanto, las cuales parecen económicamente insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se superan a sí mismas, requieren más intrusiones sobre el orden social viejo y son inevitables como medio para revolucionar por completo el modo de producción. [2]
En Estados Unidos, la izquierda ha pasado décadas luchando la «batalla de la democracia» de Marx a fin de controlar las palancas de poder e introducir el socialismo. Así, aunque las influencias comunistas explícitas en Estados Unidos fueron relativamente pocas durante el siglo XX, la situación ha cambiado drásticamente desde entonces.
En las elecciones de EE. UU. de 2016 y 2020, un candidato abiertamente socialista estuvo al alcance de la presidencia. El socialismo, que en el vocabulario comunista es la «etapa primaria» del comunismo, era antes visto con desprecio por la mayoría de los estadounidenses. El propio candidato dijo que cree que hay mucha gente que se pone muy nerviosa cuando escucha la palabra «socialista».
Sin embargo, encuestas realizadas durante la década de 2010 mostraron que aproximadamente la mitad de los nacidos en la generación millenial (entre 1980 y 1996) tenían una opinión positiva del socialismo. Una encuesta de Gallup de 2018 mostró que el 57% de los demócratas dijeron que tenían una opinión positiva sobre el socialismo [3]. Esto continúa una tendencia que surgió en una encuesta de 2011 del Centro de Investigación Pew que mostró que el 49% de los adultos estadounidenses menores de treinta años veían el socialismo de manera positiva, mientras que el 46% tenía una visión positiva del capitalismo. [4]
Las ilusiones que muchos en Occidente tienen sobre el socialismo hoy en día reflejan las experiencias de innumerables jóvenes impresionables que aceptaron el comunismo en el siglo pasado en la Unión Soviética, China y otros lugares. Aquellos en la generación más joven carecen de una profunda comprensión de su propia historia, cultura y tradiciones. Su resistencia al socialismo, que para ellos parece moderado y humano, es inexistente. El gran engaño comunista del siglo XX se está repitiendo en el siglo XXI.
El aforismo de Marx «De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades» es bastante eficaz para engañar a los jóvenes, que fantasean con una vida de generosa ayuda social socialista como se ve en varias partes de Europa. Sin embargo, los sistemas de ayuda social de estos países han causado muchos problemas sociales. Como dijo el economista estadounidense Milton Friedman: «Una sociedad que pone a la igualdad –en el sentido de igualdad de resultados– por delante de la libertad terminará sin igualdad ni libertad. […] Por otro lado, una sociedad que pone a la libertad en primer lugar, terminará tanto con mayor libertad como con mayor igualdad, como un feliz subproducto». [5]
El socialismo con mucha ayuda social promueve la continua expansión del gobierno y lleva a la gente a votar en contra de sus libertades. Es un paso importante en los planes del espectro comunista para esclavizar a la humanidad. Una vez que todas o la mayoría de las naciones hagan la transición al socialismo, solo tomará unos pocos pasos reemplazar la democracia con el totalitarismo. Una vez que la etapa primaria del socialismo esté completa, los líderes políticos implementarán inmediatamente el comunismo. La propiedad privada y el proceso democrático quedarán abolidos. El Estado benefactor se metamorfoseará en un yugo de tiranía.
Para ingresar a la corriente principal de la política en Estados Unidos, los comunistas deben infiltrarse en uno o en los dos partidos principales y utilizarlos para tomar el control de los votos del Congreso. Mientras tanto, los candidatos comunistas deben asumir puestos claves en el gobierno y en las cortes. El grado al que el comunismo ha subvertido la política estadounidense en bastante severo. A fin de asegurarse un bloque de votantes estable, los partidos de izquierda de EE. UU. han magnificado la hostilidad entre los grupos de altos y bajos ingresos, al tiempo que atrae a un número cada vez mayor de inmigrantes y grupos “vulnerables” como la comunidad LGBT, las mujeres, las minorías, etc.
Un multimillonario con un historial de apoyar movimientos de izquierda ha financiado con enormes sumas a los candidatos de izquierda que se postularon para la presidencia de Estados Unidos y otros cargos importantes en todo el país. Entre estos están los secretarios de estado, que en muchos estados son responsables de los asuntos electorales y juegan un rol principal en la resolución de disputas. El multimillonario ha destinado mucha ayuda a las campañas por estos cargos. [6]
Incluso cuando inmigrantes ilegales cometen crímenes en suelo estadounidense, las autoridades de izquierda hacen la vista gorda y establecen santuarios para protegerlos de las fuerzas del orden. Además, los partidos de izquierda han estado luchando por el derecho a votar de los inmigrantes ilegales. Por supuesto, el motivo no necesariamente es beneficiar a los inmigrantes ilegales o a la población en general, sino apuntalar la base de votantes de izquierda. El 12 de septiembre de 2017, una ciudad cercana a Washington DC aprobó un proyecto de ley para otorgar el derecho a voto en elecciones locales a quienes no son ciudadanos, incluyendo a personas con green cards, residentes temporales con visas de estudiante y de trabajo, o incluso aquellos sin documentación ni estatus migratorio legal. Esto provocó una gran repercusión en los medios de comunicación por sus potenciales efectos en el sistema electoral en otras partes del país. [7]
La administración del 44º presidente de EE. UU. estaba fuertemente infiltrada por comunistas y socialistas. Muchos grupos que apoyaban a ese presidente tenían claros vínculos con organizaciones socialistas. El propio presidente concedió la amnistía a casi un millón de inmigrantes ilegales mediante una orden ejecutiva, después de que el Congreso no aprobara la ley.
Este expresidente es un seguidor del paramarxista Saul Alinsky. Luego de su elección, asignó consejeros de centros de estudios de extrema izquierda e introdujo un sistema de cobertura de salud universal que multaba a quienes se negaban a inscribirse. Promovió objetivos izquierdistas al abolir el cumplimiento de leyes federales contra la marihuana, apoyar la legalización del matrimonio homosexual, permitir que los transexuales se unieran al Ejército, etc. En 2016, su administración emitió una directiva para que las escuelas públicas permitieran a los estudiantes que se identificaban como transgénero ingresar al baño del género elegido, sin importar su sexo biológico –en otras palabras, niños y hombres podían ingresar al baño de niñas simplemente al identificarse como mujeres, y viceversa. A las escuelas se les dijo que si se negaban a implementar la directiva, perderían el financiamiento federal. En respuesta, una coalición de trece estados iniciaron juicio contra el gobierno federal, argumentando que la directiva era anticonstitucional.
3. Odio y lucha: El curso invariable de la política comunista
La lucha y el odio son el núcleo de la política comunista. Poner a la gente a luchar entre sí, sembrando el odio y la división, es la principal forma en la que el comunismo corrompe la sociedad, socava su moral y usurpa el poder político para establecer su dictadura.
En 1926, en su artículo “Un análisis de las clases en la sociedad china”, Mao escribió: “¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Quiénes son nuestros amigos? Esta es una pregunta de primera importancia para la revolución”. El Partido Comunista crea arbitrariamente conceptos de clase donde antes no había y luego incita a estos grupos divididos arbitrariamente a luchar entre sí. Esta es un arma mágica que los comunistas utilizan para obtener el poder [8]. Para promover su causa, el Partido Comunista selecciona y exagera ciertas cuestiones que se originan en la decadencia de los valores morales. Luego dice que la causa fundamental de estas cuestiones no es la decadencia moral, sino la estructura social. Singulariza a clases particulares como los «opresores» y promueve la lucha popular contra estas clases como la solución para los males de la sociedad.
El odio y la lucha de la política comunista no se limitan al antagonismo entre trabajadores y capitalistas. El líder comunista Fidel Castro dijo que el enemigo del pueblo cubano era la corrupción del expresidente Fulgencio Batista y sus partidarios, y que la supuesta opresión de los dueños de grandes plantaciones era la fuente de desigualdad e injusticia. El Partido Comunista promete que al derribar a los supuestos opresores, podrá crear una utopía igualitaria. Castro y los revolucionarios que lo acompañaban usaron esta promesa para apoderarse de Cuba.
En China, la innovación de Mao fue prometer a los campesinos que serían dueños de la tierra que labraban, a los trabajadores que serían dueños de las fábricas, y a los intelectuales les prometió libertad, paz y democracia. Esto puso a los campesinos contra los terratenientes, a los trabajadores contra los capitalistas, y a los intelectuales contra el gobierno, permitiendo así que el Partido Comunista Chino tomase el poder.
En Algeria, el líder comunista Ahmed Ben Bella incentivó el odio entre diferentes religiones y grupos étnicos: musulmanes contra cristianos y árabes contra franceses. Este fue el trampolín de Ben Bella hacia un régimen comunista.
Los Padres Fundadores de Estados Unidos construyeron el país sobre la base de los principios delineados en la Constitución. La familia, la iglesia y la comunidad formaron fuertes lazos en toda la sociedad estadounidense, que se volvió aún más próspera durante los siglos XIX y XX. El éxito del Sueño Americano diluyó los conceptos de clases sociales e hizo difícil fraguar la lucha de clases en Estados Unidos.
Pero el comunismo utiliza toda oportunidad posible para sembrar la división. Utilizando los sindicatos de trabajadores, magnifica los conflictos entre empleados y empleadores. Utiliza las divisiones raciales para fomentar la lucha entre diferentes grupos. Promueve el movimiento de los derechos de las mujeres para fomentar la lucha contra la estructura social tradicional. Crea divisiones en torno a la orientación sexual, utilizando al movimiento LGBT. Divide a los creyentes de las diferentes religiones y utiliza la “diversidad cultural” para desafiar a la cultura occidental tradicional y a su patrimonio. Divide a la gente de diferentes nacionalidades al impulsar los “derechos” de los inmigrantes ilegales, creando conflictos entre extranjeros y ciudadanos. Enfrenta a inmigrantes y al público en general con los agentes del orden público.
A medida que la sociedad se vuelve cada vez más atomizada, un solo traspié puede iniciar una lucha. La semilla del odio ha sido plantada en los corazones de las masas, y este es precisamente el siniestro plan del comunismo. Una frase muy citada de Lenin dice: “Podemos y debemos escribir en un lenguaje que siembre entre las masas el odio, la repugnancia, el desprecio y demás, hacia aquellos que no concuerdan con nosotros” [9]. Las tácticas políticas utilizadas por el espectro comunista en Occidente emplean todo tipo de temas de “justicia social” para incitar el odio e intensificar el conflicto social.
En el caso de 1931 de los chicos de Scottsboro, nueve adolescentes negros fueron acusados de violar a dos mujeres blancas, provocando una seria discordia racial en todo el país. El Partido Comunista de Estados Unidos (PCEUA) entró en acción, usando el incidente para atraer a muchos seguidores nuevos, incluyendo a Frank Marshall Davis, futuro mentor del 44º presidente. El objetivo de los comunistas estadounidenses en el caso de los chicos de Scottsboro no fue meramente incrementar su membresía entre la población negra y los activistas progresistas de la “justicia social”, sino denigrar a Estados Unidos como un país plagado de desigualdad y discriminación racial. Al decir que estas eran las condiciones predominantes en todo el país, promovieron el comunismo y la ideología de izquierda como la única forma de liberar a los estadounidenses de este sistema supuestamente patológico y perverso.
En 1935 estalló una revuelta entre las comunidades negras de Harlem, Nueva York, luego de que se difundiera el rumor de que un adolescente negro había sido golpeado hasta la muerte al ser pillado robando en una tienda. (En realidad, el adolescente puertorriqueño había mordido a un trabajador de la tienda y había salido ileso.) El PCEUA aprovechó la oportunidad para organizar protestas, según cuenta Leonard Patterson, un exmiembro que participó en el incidente. Patterson describió cómo los comunistas fueron entrenados específicamente en las tácticas leninistas sobre cómo instigar y enardecer los conflictos, como por ejemplo, transformar las protestas en revueltas violentas y luchas callejeras, además de fabricar deliberadamente conflictos donde no había ninguno. [10]
En el Estados Unidos contemporáneo, los grupos comunistas han estado involucrados en cada conflicto social o disturbio de gran escala. En 1991, se transmitió por televisión un video que mostraba a Rodney King, un residente negro de Los Ángeles, siendo golpeado por policías blancos después de una persecución a alta velocidad. El video, transmitido ampliamente, tenía cortados los primeros 15 segundos de la filmación, donde se veía a King, un delincuente en libertad condicional, resistiéndose al arresto y comportándose de manera beligerante, aunque quienes viajaban con él en el vehículo habían seguido las órdenes de la policía. Los cuatro oficiales involucrados en el incidente fueron finalmente absueltos de los cargos penales. Después del veredicto, cuando los manifestantes fuera de la sede central del Departamento de Policía de Los Ángeles estaban a punto de dispersarse, ocurrió algo que de repente los instigó a amotinarse. Alguien golpeó un automóvil que pasaba con un cartel de metal, y la protesta rápidamente se convirtió en una revuelta violenta con incendios, destrozos y saqueos. [11]
Cuando se le preguntó por la participación de comunistas en el incidente, el sheriff del condado de Los Ángeles, Sherman Block, dijo que no había dudas de que el Partido Comunista Revolucionario (PCR) había estado involucrado en la revuelta, el saqueo y los incendios. Durante los eventos circularon panfletos de diversos grupos comunistas, como el PCR, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Laborista Progresista (PLP) y el PCEUA, los cuales podían verse por todas las calles y universidades. Uno de los panfletos distribuido por el PLP decía: “¡Venganza contra el veredicto de King! […] ¡Todos los policías racistas deben pagar! […] ¡Volteen las armas! ¡Soldados, únanse a los trabajadores!” De acuerdo con un oficial de policía del Departamento de Policía de Los Ángeles, ya había gente distribuyendo tales panfletos antes de que se anunciara el veredicto. [12]
Ya sea que la variedad de organizaciones que incitan a la violencia y a las revueltas en la sociedad occidental se hagan llamar “Indivisible”, “AntiFascista”, “Basta de patriarcado”, “Black Lives Matter» (Las vidas negras importan) o “Refuse Fascism» (Rechazo al fascismo), todos son grupos comunistas o partidarios de las ideas comunistas. El violento grupo Antifa consiste de personas de diversas tendencias comunistas, como anarquistas, socialistas, liberales, socialdemócratas, etc. Refuse Fascism es un grupo radical fundado por izquierdistas, incluyendo algunos del Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos. Este grupo estuvo detrás de muchas protestas de gran escala que intentaron anular el resultado de las elecciones presidenciales de 2016.
Bajo el disfraz de la libertad de expresión, estos grupos trabajan sin parar para provocar conflictos en la sociedad occidental. Para entender su verdadero objetivo, solo hay que echar un vistazo a la directiva de 1942 del Partido Comunista de EE. UU. a su miembros:
Cuando ciertos obstruccionistas [al comunismo] se vuelven demasiado irritantes, etiquétenlos, después del desarrollo adecuado, de fascistas o nazis o antisemitas, y utilicen el prestigio de las organizaciones antifascistas y de tolerancia para desacreditarlos. En la mente del público, asocien constantemente a los que se oponen a nosotros con esos nombres que ya tienen mal olor. La asociación se convertirá, después de suficiente repetición, en un «hecho» en la mente del público. Los miembros y las organizaciones de fachada deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. [13]
A continuación: Capítulo 8, Parte 2
Actualizado el 26 de mayo de 2020
Referencias
1. Jules-Antoine Castagnary, Philosophie du Salon de 1857, as quoted in Franklin L. Baumer, Modern European Thought: Continuity and Change in Ideas, 1600–1950 (New York: Macmillan, 1977), 335.
2. Karl Marx and Friedrich Engels, “Manifesto of the Communist Party,” in Marx & Engels Selected Works, vol. 1, trans. Samuel Moore, ed. Andy Blunden, Marxists Internet Archive, accessed April 17, 2020, https://www.marxists.org/archive/marx/works/1848/communist-manifesto/ch02.htm.
3. Frank Newport, “Democrats More Positive About Socialism Than Capitalism,” Gallup, August 13, 2018,
https://news.gallup.com/poll/240725/democrats-positive-socialism-capitalism.aspx.
4. “Little Change in Public’s Response to ’Capitalism,’ ’Socialism,’” Pew Research Center, December 28, 2011, https://www.people-press.org/2011/12/28/little-change-in-publics-response-to-capitalism-socialism.
5. Milton Friedman, Free to Choose: A Personal Statement (Boston: Mariner Books, 1990), 148.
6. Matthew Vadum, “Soros Election-Rigging Scheme Collapses: The Secretary of State Project’s death is a victory for conservatives,” FrontPage Mag, July 30, 2012, https://www.frontpagemag.com/fpm/139026/soros-election-rigging-scheme-collapses-matthew-vadum.
7. Rachel Chason, “Non-Citizens Can Now Vote in College Park, Md.,” The Washington Post, September 13, 2017, https://www.washingtonpost.com/local/md-politics/college-park-decides-to-allow-noncitizens-to-vote-in-local-elections/2017/09/13/2b7adb4a-987b-11e7-87fc-c3f7ee4035c9_story.html?utm_term=.71671372768a.
8. Mao Zedong, “Analysis of the Classes in Chinese Society,” in Selected Works of Mao Tse-tung: Vol. I, Marxists Internet Archive, accessed April 17, 2020, https://www.marxists.org/reference/archive/mao/selected-works/volume-1/index.htm.
9. Bilveer Singh, Quest for Political Power: Communist Subversion and Militancy in Singapore (Singapore: Marshall Cavendish International [Asia] Pte Ltd, 2015).
10. Leonard Patterson, “I Trained in Moscow for Black Revolution,” Speakers Bureau of the John Birch Society, YouTube video, posted by Swamp Yankee, August 20, 2011, https://www.youtube.com/watch?v=GuXQjk4zhZs.
11. William F. Jasper, “Anarchy in Los Angeles: Who Fanned the Flames, and Why?” The New American, June 15, 1992, https://www.thenewamerican.com/usnews/crime/item/15807-anarchy-in-los-angeles-who-fanned-the-flames-and-why.
12. Ibid.
13. US Congress, House, Committee on Un-American Activities, Soviet Total War, ‘Historic Mission’ of Violence and Deceit (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 1956).
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