El Pentágono admitió que «cientos» de estadounidenses que querían ser evacuados se quedaron en Afganistán después de que el último avión militar de Estados Unidos partió del aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul, unas horas antes del amanecer.
Aún quedan «centenares» de estadounidenses en Afganistán, dijo el jefe del Comando Central de Estados Unidos, el general Frank McKenzie, al anunciar que Estados Unidos puso fin oficialmente a su presencia militar en Afganistán horas antes de la fecha límite fijada por el presidente Joe Biden para el 31 de agosto.
McKenzie hizo estas declaraciones durante un discurso televisado en respuesta a la pregunta de un periodista y añadió que el ejército y el Departamento de Estado trabajarán para evacuar a esas personas.
«Hay mucha angustia asociada a esta salida. Nosotros no sacamos a todos los que queríamos sacar», dijo McKenzie, añadiendo que es una «situación difícil».
El jefe del Comando Central de Estados Unidos indicó que creía que si las tropas estadounidenses hubiesen permanecido en Afganistán otros 10 días, «no habríamos sacado a todo el mundo (…) y seguiría habiendo personas que se sentirían decepcionadas».
A principios de este mes, Biden se comprometió a mantener las tropas estadounidenses en el país hasta que todos los estadounidenses que desearan salir hubieran sido evacuados.
El objetivo militar de Estados Unidos en Afganistán era sacar a «todo el mundo», incluidos los estadounidenses y nuestros aliados afganos y sus familias, dijo Biden a George Stephanopoulos de ABC News, en una entrevista el 18 de agosto.
«Eso es lo que estamos haciendo ahora, ese es el camino que seguimos y creo que lo conseguiremos», dijo entonces Biden. «Si quedan ciudadanos estadounidenses, nos quedaremos para sacarlos a todos».
Un portavoz del Pentágono dijo horas antes, el 30 de agosto, que aún quedan unos 600 estadounidenses en el país.
La retirada de Estados Unidos de Afganistán terminó con una evacuación apresurada que extrajo a más de 100,000 personas a partir del 14 de agosto, cuando los talibanes tomaron el poder de Kabul tras un avance arrollador hacia la capital en pocos días.
El 26 de agosto, un atentado en el aeropuerto de Kabul se cobró la vida de unos 170 civiles afganos, 13 soldados estadounidenses y tres británicos. El grupo terrorista ISIS-K, filial del ISIS, reivindicó el atentado presumiendo de que uno de sus miembros suicidas «había conseguido atravesar todas las fortificaciones de seguridad» puestas en marcha por las fuerzas estadounidenses y los talibanes.
Zabihullah Mujahid, portavoz de los talibanes, indicó que se estaba llevando a cabo una «investigación talibana» sobre los atentados. Por su parte el líder de la resistencia afgana, Amrullah Saleh, que asegura ser el presidente en funciones de Afganistán, en acuerdo a la constitución del país, afirmó que los talibanes tienen muchas facciones en Afganistán y son los que están detrás de las explosiones.
El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo el lunes que Estados Unidos continuará tratando de evacuar a los estadounidenses restantes, ya sea trabajando con los vecinos de Afganistán para asegurar su salida, ya sea por tierra o en vuelos chárter una vez que el aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul vuelva a abrir.
«La protección y el bienestar de los estadounidenses en el extranjero sigue siendo la misión más vital y duradera del Departamento de Estado», dijo Blinken. «Si un estadounidense en Afganistán nos dice que quiere quedarse por ahora y luego, dentro de una semana, un mes o un año, se acerca y dice: he cambiado de opinión, nosotros le ayudaremos a irse».
El grupo terrorista talibán afirmó que se permitirán los viajes normales después de asumir el control del aeropuerto tras la retirada de las tropas estadounidenses.
Con información de Jack Phillips
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