Opinión
Cuando nos enteramos de la Operación Warp Speed hubo una sensación de conmoción y temor. La grandeza estadounidense estaba a punto de atacar al «virus de China» e iba a ser derrotado en cuestión de semanas.
La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) creó hace muchos años un proyecto llamado Plataforma de Prevención de Pandemias ADEPT (P3) cuyo objetivo declarado era «acabar con las pandemias en 60 días con la tecnología del ARNm»[i] Nuestro gobierno ha tenido un romance con el ARNm desde hace más de una década precisamente para un momento como el brote de SARS-CoV-2.
Difícilmente un virus de China, hemos aprendido que el Dr. Ralph Baric en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill ha estado publicando sobre los coronavirus desde la década de 1990. Baric y su consorcio, que incluye a Harvard y dos laboratorios suizos, concibieron los proyectos, redactaron las subvenciones federales y, una vez concedidas, realizaron su trabajo de desarrollo en el nivel 4 del anexo de bioseguridad del Instituto de Virología de Wuhan. El laboratorio construido por Stephane Bancel, anteriormente en BioMérieux y ahora director general de Moderna, es el socio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en la patente del ARNm[ii].
Me pregunto si en todas las reuniones de la DARPA y los NIH que se han celebrado en los últimos diez años sobre el ARNm, han considerado alguna vez la transcripción inversa.
Si el ARNm permanece el tiempo suficiente en el citosol y no es disuelto por las enzimas, la célula humana podría encontrar pares de bases de ácidos nucleicos y crear una imagen en espejo del código genético que podría ser llevada al núcleo de la célula para su inserción en el genoma humano. Se trata de una consideración tan gigantesca porque el código genético de una proteína dañina y letal instalada en nuestras propias células de forma permanente se transmitiría a las células hijas somáticas y de los espermatocitos y ovocitos a un embrión.
El cambio permanente del genoma humano para las generaciones futuras debe haber sido una parte importante de la discusión sobre seguridad en esas transcripciones de DARPA y NIH: solo la investigación y la publicación de los documentos contarán la historia. Mientras tanto, Alden et al han demostrado la integración del amplicón del centro de 444 pares de bases o región reportera de la vacuna de Pfizer en el núcleo humano en una línea celular de hepatoma[iii] Este documento no ha sido cuestionado por ninguna autoridad creíble ni refutado por ningún otro experimento.
Kyriakopoulos et al (incluyendo al Dr. McCullough) han ilustrado cuáles serían las ramificaciones para aquellas células que han sido instaladas permanentemente con el código genético de Pfizer o Moderna[iv] Además de los nueve efectos bien reconocidos de la proteína de espiga en el cuerpo humano, una de las consecuencias potenciales es la oncogénesis. Al suprimir el sistema o los sistemas naturales de vigilancia de los tumores en una sola célula, es concebible que la transcripción inversa pueda provocar un cáncer con una sola inyección desacertada de ARNm si se administra a una línea celular propensa al cáncer en una persona susceptible.
En este momento, es justo decir que la transcripción inversa del ARNm en el genoma humano es todavía teórica. Pero debe quedar claro que deberían financiarse inmediatamente más estudios por parte de laboratorios independientes. Las implicaciones, dado el enorme número de receptores, son simplemente demasiado grandes para ignorar esta preocupación de seguridad a largo plazo.
Así que la próxima vez que vea a su médico, pregúntele si tomó una vacuna de ARNm. Cuando le digan que sí, pregúnteles si pensaron en la transcripción inversa cuando se clavaron la aguja en el brazo. ¿Pensaron alguna vez que serían modificados de forma permanente? Cuando se les diga que «el CDC dice que el ARNm no cambia el genoma humano», reenvíeles este número de Courageous Discourse y sugiérales una lectura de cinco minutos que les cambiará la vida.
Republicado del Substack del autor
Referencias
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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