Los síntomas del COVID persistente no son frecuentes en la población pediátrica, según un estudio suizo publicado el 15 de julio en el Journal of the American Medical Association (JAMA).
El COVID persistente, también conocido como COVID de larga duración o COVID-19 post-agudo, es una afección en la que las personas experimentan síntomas continuos o nuevos, cuatro o más semanas después de haberse infectado por primera vez con el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), causante de la enfermedad COVID-19. La afección puede producirse en personas que han padecido la enfermedad de forma grave o leve, o después de haber recibido la vacuna COVID-19.
Un estudio denominado Ciao Corona, en grupos de carácter longitudinal, encontró «una baja prevalencia de síntomas compatibles con COVID persistente en un cohorte de niños seleccionados al azar» en Suiza, seis meses después de una prueba serológica o de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, nombre científico del virus del PCCh.
Además, el «estudio informa de la distribución de los síntomas compatibles con COVID persistente a nivel poblacional, pero este no captó infecciones graves por SARS-CoV-2 porque son raras en los niños», escribieron los autores.
Varios miles de estudiantes de entre 6 y 16 años de 55 escuelas del distrito de Zúrich se ofrecieron como voluntarios para que se les extrajera sangre para pruebas serológicas en tres fases entre junio de 2020 y abril de 2021. También se pidió a sus padres que informaran de los síntomas que habían durado al menos cuatro semanas o que habían persistido durante más de 12 semanas desde octubre de 2020 en un cuestionario en línea.
Suiza mantuvo las escuelas abiertas durante la pandemia del año pasado, excepto entre el 16 de marzo y el 10 de mayo, cuando el país entró en un período de confinamiento para frenar el aumento de los casos del virus, en su primera ola. Las autoridades suizas no consideraron que los niños fueran los principales propagadores del virus y solo pusieron en marcha medidas preventivas como la higiene de manos, el distanciamiento físico y el uso de mascarillas para los menores a partir de los 12 años de edad.
De los 2503 estudiantes con una edad media de 11 años y que se sometieron a una prueba serológica en octubre o noviembre, solo 1355 fueron incluidos en el estudio. Los que se excluyeron del estudio fueron 238 estudiantes que dieron negativo en la prueba de anticuerpos pero que posteriormente dieron positivo, 292 que no se volvieron a someter a la prueba en marzo o abril de 2021 y 618 que no proporcionaron información sobre los síntomas.
A continuación, los investigadores compararon a los alumnos que dieron positivo en la prueba de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 (seropositivos) con respecto a los que dieron negativo (seronegativos).
De los 109 niños seropositivos, el nueve por ciento experimentó al menos un síntoma más allá de las cuatro semanas y el cuatro por ciento tuvo al menos un síntoma después de 12 semanas, en comparación con el 10 por ciento y el dos por ciento, respectivamente, de los 1246 que fueron seronegativos.
Entre los niños seropositivos, el cansancio, la dificultad de concentración y la necesidad de dormir más fueron «los síntomas más frecuentes que duraron más de 12 semanas». Además, «ninguno de los niños seropositivos declaró haber sido hospitalizado después de octubre de 2020».
Algunas de las limitaciones mencionadas sobre el estudio, incluyen el bajo número de niños seropositivos en las pruebas de anticuerpos, limitaciones en el informe de los padres sobre los síntomas de sus hijos y «la posible clasificación errónea de algunos niños con falsos resultados seropositivos».
Los hallazgos se suman a la muy necesaria investigación para entender la frecuencia y gravedad del COVID persistente en los niños, ya que los resultados de estudios anteriores estaban «predominantemente limitados a poblaciones selectas sin grupos de control, lo que no permite estimar la prevalencia y carga global en una población pediátrica general».
En un estudio diferente publicado en mayo, con carácter de preimpreso, los investigadores que habían estado rastreando las tasas de infección por COVID-19 en estudiantes de los grados 8 a 12 en Sajonia Oriental, Alemania, realizaron una encuesta a 1560 estudiantes en marzo y abril de 2021 para «comprender mejor los síntomas de COVID-19 persistente en adolescentes y distinguir los síntomas asociados a la infección de los síntomas asociados a la pandemia».
Ellos no encontraron «ninguna diferencia estadística en la comparación de los síntomas reportados» entre los 188 estudiantes seropositivos y los 1365 estudiantes seronegativos, lo que sugiere que COVID persistente puede ser «menos común de lo que se pensaba y enfatiza el impacto de los síntomas asociados a la pandemia en relación con el bienestar y la salud mental de los jóvenes adolescentes».
Aunque los estudios recientes sugieren que COVID persistente es poco frecuente en los niños como término medio, aún queda mucho por aprender sobre esta afección para los que la padecen. En la actualidad no existe una definición clínica clara del COVID persistente en los niños, lo que dificulta a los médicos la diferenciación entre el COVID persistente y otras afecciones, así como la determinación de quiénes corren mayor riesgo.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los siguientes síntomas se registran con frecuencia en personas con COVID persistente: dificultad para respirar, fatiga, niebla cerebral, tos, síntomas que empeoran después de realizar actividades físicas o mentales, dolor de pecho o de estómago, dolor de cabeza, palpitaciones, fiebre, cambios de humor, cambios en el olfato o el gusto, problemas de sueño, aturdimiento, cambios de humor, sarpullido, cambios en el ciclo menstrual, dolor muscular o articular, diarrea o pinchazos.
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