TAIPEI, Taiwán —China se encuentra en medio de una crisis eléctrica sin precedentes, ya que al menos 20 provincias de todo el país sufren cortes de electricidad en distintos grados desde agosto. El problema se ha visto agravado por el inicio del invierno, ya que se han registrado temperaturas bajo cero en partes del centro y el este de China.
La escasez de energía ha sido causada por el aumento de los precios del carbón y la orden del gobierno de reducir las emisiones, dijo Chen Shih-min, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Nacional de Taiwán a The Epoch Times. Sin embargo, las consiguientes interrupciones en las industrias y en la vida cotidiana de la gente podrían tener graves ramificaciones políticas para el líder chino Xi Jinping, ya que la crisis podría generar inestabilidad social.
Chen Shih-min dijo que la escasez de energía podría durar meses, posiblemente hasta febrero o marzo del próximo año, cuando el invierno llegue a su fin. Para entonces, Xi podría enfrentarse a una serie de problemas sociales relacionados con la escasez de energía, dijo.
«Si la crisis energética se prolonga, podría provocar cierto nivel de reclamos públicos, como que la gente se sienta molesta por la falta de calefacción para mantenerse caliente durante el invierno, o que la gente pierda su trabajo por los paros», dijo Chen Shih-min.
«También podría producirse un desequilibrio en la cadena de suministro por el cierre de las fábricas, lo que haría subir los precios de los productos y provocaría la inflación. Si estos problemas se agravan, podrían tener un impacto en el prestigio de Xi», añadió.
En octubre o noviembre de 2022, los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh) se reunirán para celebrar un congreso del Partido que se celebra dos veces al año, durante el cual se elegirá un nuevo grupo de altos dirigentes. Xi aspira a un tercer mandato de cinco años sin precedentes tras convertirse en líder supremo en 2012.
Cualquier mancha en la reputación de Xi supondría un reto para su intento de mantenerse en el poder, según Chen Shih-min.
Chen Chien-fu, director del Instituto de Estudios de China de la Universidad Tamkang de Taiwán, también advirtió sobre un posible malestar social. En un correo electrónico enviado a The Epoch Times, señaló que la reciente decisión del primer ministro chino, Li Keqiang, de permitir que los precios de la electricidad aumenten hasta un 20% puede aliviar la crisis energética a corto plazo, pero podría afectar negativamente a las industrias que consumen mucha energía. Por ejemplo, las empresas podrían despedir a sus trabajadores, con lo que los desempleados iniciarían una nueva ola de protestas públicas.
Crisis energética
China es el mayor productor y consumidor de carbón del mundo. La mayor parte de este carbón se utiliza para alimentar los generadores de carbón de China; alrededor de dos tercios de la electricidad del país proviene de la quema de carbón.
Esta dependencia del carbón se ha puesto a prueba desde principios de este año, cuando el precio del carbón en el país empezó a subir. El 14 de octubre, los futuros del carbón térmico de enero en la Bolsa de Materias Primas de Zhengzhou cerraron a 1615.8 yuanes (252 dólares) por tonelada, una subida de más del 200% en lo que va de año.
La actual escasez de energía se debe, en parte, a que las centrales eléctricas de carbón han tenido que reducir su generación de electricidad para sostener las pérdidas por estos altos precios, dijo Chen Shih-min.
La prohibición de Beijing de importar carbón australiano también ha contribuido a los problemas energéticos de China, dijo Chen Chien-fu, al impedir que el país almacene adecuadamente sus existencias de carbón. Además, el carbón térmico australiano tiene mejores propiedades de combustión y eficiencia en las calderas que el carbón nacional chino, añadió.
China importó 197.69 millones de toneladas de carbón térmico en los primeros ocho meses de este año, según Reuters, lo que supone un descenso del 10% en el año.
Lucha política
Chen Shih-min cree que los problemas energéticos del país podrían haberse evitado.
La crisis, sugirió, se precipitó por los desacuerdos políticos dentro del PCCh, a nivel central y regional, sobre la estrategia de reducción de emisiones de Beijing, conocida como política de «doble control».
En septiembre de 2020, Xi hizo una promesa medioambiental, declarando que las emisiones de dióxido de carbono de China llegarían a su punto máximo antes de 2030, y que la nación alcanzaría la neutralidad de carbono en 2060.
Tras su promesa, la política de «doble control» de China, que lleva años aplicándose, se convirtió en una importante agenda política. Esta política exige a las provincias que reduzcan el consumo y la intensidad energética, definida como la cantidad de energía utilizada por porcentaje del producto interior bruto.
En agosto, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China, la agencia de planificación económica del régimen, anunció que 20 provincias en el primer semestre de este año no habían cumplido al menos uno de los dos requisitos de la política.
En respuesta, las provincias que no habían cumplido estos objetivos empezaron a ordenar el cierre de las empresas de alto consumo energético y a instituir medidas de racionamiento de energía.
Es posible que algunas autoridades regionales no estuvieran de acuerdo con los objetivos de emisiones fijados por Beijing y, por lo tanto, se esforzaran poco por cumplir la política, dijo Chen Shih-min. Entonces, cuando estos gobiernos regionales vieron la oportunidad de instituir medidas que sabían que podían desencadenar la ira del público, como por ejemplo ordenando cortes de energía improvisados, no dudaron en hacerlo, sabiendo que la culpa recaería directamente sobre los hombros de las autoridades centrales de China encabezadas por Xi.
«Los próximos 12 meses son un periodo delicado y está por verse si Xi podrá mantener su poder sin problemas», dijo Chen Shih-min. «Muchos funcionarios regionales llegaron a sus actuales puestos antes de que Xi llegara al poder».
«Creo firmemente en la posibilidad de que haya funcionarios del PCCh descontentos con Xi (…) y que estén más que dispuestos a hacer algunos movimientos entre bastidores para impedir que Xi se asegure sin problemas un tercer mandato en el reinado».
Las facciones políticas rivales a nivel regional, que nunca se atreverían a no desafiar a Xi abiertamente, han encontrado así un arma para desestabilizar al líder del Partido, según Chen Shih-min. En consecuencia, tampoco tendrían ningún incentivo para calmar la ira pública dirigida a Xi.
Taiwán
Ambos profesores expresaron su preocupación por el hecho de que la crisis energética de China tenga un impacto en Taiwán, una isla democrática autogobernada que Beijing reclama como parte de su territorio.
Si los problemas sociales causados por la crisis energética se deterioran para el próximo año, el régimen chino podría realizar «maniobras militares más radicales» contra Taiwán, en un intento de desviar la atención interna de la crisis, dijo Chen Shih-min.
Esto ocurriría en un momento en que el PCCh ya está aumentando la presión militar sobre la isla.
Durante cuatro días consecutivos, a principios de octubre, el régimen chino voló un número récord de aviones militares, 149 en total, en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán, elevando las tensiones a través del estrecho a un nuevo nivel. Australia, Japón y Estados Unidos han expresado desde entonces su preocupación por el incremento de las agresiones de Beijing.
Según Chen Shih-min, cualquier movimiento militar radical contra Taiwán solo se produciría después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022, a finales de febrero, ya que el régimen chino no querría arriesgarse a una condena internacional que llevara a los países a boicotear los juegos.
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