En las últimas semanas de 2019, se produjo un brote de un nuevo coronavirus en la ciudad de Wuhan, en el centro de China. Mientras el mundo daba la bienvenida a una nueva década, el Partido Comunista Chino (PCCh) optó por suprimir la información sobre la crisis emergente hasta que ya no pudo mantenerla oculta.
Casi dos meses después de que las autoridades de China continental reconocieran el brote y la existencia del virus contagioso, la crisis se ha expandido por todo el mundo, alcanzando proporciones epidémicas en múltiples regiones. El número de infectados fuera de las fronteras de China es ahora de decenas de miles, y más de mil han sucumbido al virus. El mercado de valores se ha desplomado y los expertos advierten sobre una posible recesión económica.
Una variedad de factores ha facilitado la rápida propagación del coronavirus, oficialmente denominado SARS-CoV-2, y de la enfermedad que causa, la COVID-19. La globalización ha causado que la gente del mundo esté en mayor contacto, aumentando los riesgos de una pandemia mundial.
Sin embargo, las regiones más afectadas fuera de China comparten un hilo común: relaciones cercanas o lucrativas con el régimen comunista de Beijing.
Crisis médica, peligro político
Bajo la influencia política o económica de la República Popular China (RPC), muchas entidades y políticos extranjeros, incluidas organizaciones internacionales, han sido influenciados al punto de que se ponen del lado del PCCh, se acomodan al pernicioso sistema comunista y hacen la vista gorda a los indescriptibles crímenes cometidos por las autoridades de China continental.
En las últimas décadas, la RPC expandió enormemente su poder en los asuntos económicos y geopolíticos. Engañando al mundo con el relato del «ascenso pacífico de China», el régimen comunista ha seducido a gobiernos extranjeros y empresas internacionales para que inviertan en los mercados de rápido desarrollo de China.
Pero el PCCh nunca ha abandonado sus principios ideológicos de lucha de clases y control totalitario. En los 30 años transcurridos desde la masacre de la Plaza Tiananmen, y desde el comienzo en 1999 de la persecución a la práctica espiritual Falun Dafa hasta la persecución sistemática de todas las religiones y pensamientos independientes en la actualidad, el estado de los derechos humanos en la RPC solo ha empeorado.
La verdadera naturaleza del PCCh y el comunismo es conocida para los lectores de The Epoch Times. Hace quince años, The Epoch Times publicó la serie editorial «Nueve comentarios sobre el Partido Comunista», que provocó un movimiento social en China para rechazar el comunismo. Desde 2004, más de 350 millones de personas han renunciado a sus vínculos con el Partido y sus organizaciones juveniles afiliadas.
Esto, combinado con el entorno geopolítico actual del que se apoderó el PCCh, la distribución geográfica de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ahora llama una pandemia de coronavirus destaca el peligro final que enfrentan quienes se alinean con el espectro del comunismo.
Fuera de China, la propagación del COVID-19 ha sido más severa en Italia, Irán, Corea del Sur y Japón. No todos estos países están ubicados cerca de China, pero todos tienen amplios intereses en la RPC.
Italia, el país más afectado fuera de China hasta el 10 de marzo, fue la primera (y única) nación del G-7 en firmar la Iniciativa La Franja y La Ruta (También conocida como One Belt, One Road, u OBOR). En un intento por apuntalar su debilitada economía, Italia también ha tratado de captar el mercado chino para vender sus productos de lujo.
Con el brote que ahora obliga a Roma a cerrar el país, tales perspectivas han quedado suspendidas.
Italia también ha firmado decenas de acuerdos de ciudades hermanas con China, con las ciudades de Milán, Venecia y Bérgamo entre ellas. Estas son las zonas más afectadas por el virus.
En el Medio Oriente, Irán ha sufrido un aumento en el número de infecciones, particularmente entre funcionarios del gobierno.
El régimen iraní ha tenido una asociación estratégica integral con China desde 2016, y sus lazos con Beijing comenzaron años antes. En violación de las sanciones internacionales, Irán ha importado materiales embargados de China, mientras continúa vendiendo petróleo a la RPC. La República Islámica permitió vuelos dentro y fuera de cuatro grandes ciudades chinas hasta finales de febrero.
Videos grabados por ciudadanos iraníes desde su territorio evocan la tragedia que se desarrolla en Wuhan, con personal médico con exceso de trabajo, pacientes abatidos y bolsas para cadáveres abarrotando los pisos de los hospitales.
Y aunque las cifras oficiales publicadas por las autoridades iraníes muestran muertes y casos confirmados menores que los números de Italia, es probable que no se esté reportando la magnitud real del brote. Al revisar los datos disponibles, un epidemiólogo citado por The Washington Post el 5 de marzo estimó que el número real de personas infectadas en Irán podría haber llegado a las 28,000, casi cinco veces más de lo que el régimen había informado.
En Corea del Sur, el público se ha vuelto cada vez más crítico con el presidente Moon Jae-in por no querer prohibir a los turistas chinos en general y, en cambio, solo impedir la entrada a aquellos que recientemente viajaron a la provincia de Hubei, el epicentro de la epidemia en China.
Más de 1.4 millones de personas han firmado una petición a la Casa Azul Presidencial pidiendo que se destituya a Moon. El texto de la petición dice: «Al ver la respuesta de Moon Jae-in a la nueva epidemia, sentimos que es más un presidente para China que para Corea».
Lecciones históricas
A pesar de su proximidad y sus extensos negocios con China continental, Taiwán ha tenido un número relativamente pequeño de infecciones.
El 26 de enero, la Universidad John Hopkins identificó a Taiwán como el segundo lugar con riesgo más alto de propagación epidémica fuera de China. Sin embargo, las sólidas medidas de prevención han demostrado su eficacia.
Los funcionarios de Taiwán comenzaron a abordar aviones para examinar a los pasajeros el 31 de diciembre de 2019, después de que las autoridades de Wuhan confirmaran por primera vez el brote. A principios de febrero, Taiwán prohibió la entrada a ciudadanos extranjeros que hayan viajado a la RPC. Hasta el 10 de marzo, solo hay 47 casos confirmados en Taiwán. La isla independiente se ha mantenido como un modelo para el control de epidemias, a pesar de que se le ha negado reiteradamente su participación en la OMS, organización amiga del PCCh.
Como dijo Heng He, analista de asuntos de China, Taiwán tiene una clara comprensión del régimen comunista y puede ser el único Estado que aprendió las lecciones del brote de SARS de 2003, que también comenzó en China.
En Hong Kong, donde millones de residentes han hecho frente a la intrusión de Beijing en las libertades y el Estado de derecho de la ciudad desde el año pasado, el brote ha sido igualmente moderado.
Por el contrario, Japón, aunque no está geoestratégicamente alineado con la RPC, colocó las ganancias por encima de la prudencia. Con millones de chinos viajando a Japón para hacer compras y turismo cada año, el país tardó en cerrar sus fronteras a los arribos desde China continental.
Recientemente, el PCCh ha intentado retratar su manejo draconiano de la epidemia de coronavirus como un triunfo para el sistema autoritario del Partido. Pero el registro histórico chino es más sombrío. A lo largo de los siglos, las plagas y otras calamidades anunciaron la caída de dinastías imperiales.
Tomando la historia como un espejo, como lo hacían los antiguos eruditos chinos, es evidente que la pandemia de coronavirus es una calamidad vinculada con el PCCh y sus 70 años de régimen brutal. Y hoy, el mundo es una comunidad interconectada. Cualquier país, comunidad u organización que se mantenga demasiado cerca del PCCh y caiga en su engaño, recibirá los frutos amargos de esa participación.
***
A continuación
El PCCh busca ser el ‘líder generoso’ frente a la pandemia de COVID-19
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.