El Partido Comunista Chino (PCCh) lleva a cabo prácticas anticompetitivas y contrarias a la libertad de mercado a escala mundial y Estados Unidos carece de las herramientas adecuadas no relacionadas con la seguridad para defender sus intereses, según los expertos.
«Las principales prácticas chinas, como la transferencia forzada de tecnología, el acceso restrictivo al mercado y las subvenciones industriales, han sido motivo de preocupación para los responsables políticos estadounidenses desde antes de la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC)», dijo Emily Kilcrease, investigadora principal del Center for a New American Security, un grupo de reflexión centrado en la seguridad.
«Sin embargo, veinte años después, China en lugar de modificar estas prácticas las intensificó y no cumplió su promesa dada en su adhesión a la OMC de avanzar hacia una economía de libre mercado. Esta ha ampliado su listado de jugadas no relacionadas con el mercado para incluir el robo cibernético de la propiedad intelectual (PI), la adquisición de talentos, la explotación del entorno académico abierto de Estados Unidos y la coerción económica».
Kilcrease hizo estos comentarios durante una audiencia de la Comisión de Revisión de la Economía y la Seguridad entre Estados Unidos y China, un órgano consultivo del Congreso, sobre cuestiones relacionadas con las difíciles y, a veces, malignas prácticas comerciales del Partido Comunista Chino (PCCh).
La experta afirmó que existe un pesimismo creciente en Estados Unidos respecto a las prácticas comerciales chinas, así como un resentimiento cada vez mayor por la incapacidad de los dirigentes para adaptarse a los proyectos anticompetitivos de Beijing.
«La opinión de Estados Unidos sobre las prácticas de innovación no comercial de China es cada vez más pesimista, ya que estas prácticas persisten y Estados Unidos y sus aliados y socios aún no han desarrollado respuestas totalmente eficaces para garantizar que nuestras empresas y trabajadores puedan competir en igualdad de condiciones», dijo a continuación.
Para ello, Kilcrease indicó que Estados Unidos podría «apoyarse en gran medida en herramientas defensivas centradas en la seguridad nacional», como los controles de exportación y el control de las inversiones, en su lucha contra el robo desenfrenado de la propiedad intelectual y las adquisiciones financieras encubiertas. Pero además recomendó que Estados Unidos se proponga desarrollar herramientas no relacionadas con la seguridad para combatir las actividades de las ECC en el mercado.
«Estados Unidos debe desarrollar enfoques alternativos para abordar las preocupaciones con las prácticas no comerciales de China que no tengan una conexión con este concepto expansivo de la seguridad nacional y que considere el uso de herramientas de seguridad nacional como solo una parte de una estrategia holística para hacer frente a las prácticas de innovación no comerciales de China», dijo Kilcrease.
A su vez afirmó que las negociaciones directas con el PCCh probablemente no servirían de mucho, ya que el régimen considera que la actual incapacidad de Estados Unidos para combatir de forma significativa el robo internacional de la propiedad intelectual le beneficia.
«Es poco probable que las negociaciones directas con China, en este momento, den resultados significativos», dijo Kilcrease. «China tiene pocos incentivos para comprometerse con normas vinculantes que requieran cambios estructurales en un sistema que creen que funciona para sus objetivos económicos y políticos».
Por ello recomendó que el Consejo de Comercio y Tecnología de EE.UU. y la Unión Europea trabajen juntos para elaborar un nuevo régimen multilateral de control de inversiones y exportaciones.
«Un nuevo régimen debe proporcionar a Estados Unidos y a sus socios y aliados el foro para coordinar los controles de las exportaciones para una gama más amplia de objetivos estratégicos, incluidos los que son específicos para China, Rusia u otros países preocupantes que puedan identificarse», dijo Kilcrease.
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