‘El comunismo es el sistema político más destructivo de la historia de la humanidad’, dice historiador

El foro de Toronto analiza los crímenes del comunismo

Por Joan Delaney - La Gran Época
09 de mayo de 2018 7:59 AM Actualizado: 30 de agosto de 2020 2:26 PM

Hacia finales del siglo XIX, el gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche describió el socialismo como “un asunto desesperado y agrio” y señaló que en una sociedad socialista, “la vida se niega a sí misma”.

Sin embargo, a pesar de sus deficiencias inherentes, Nietzsche predijo que el socialismo se extendería.

“La Comuna de París, que también tiene sus apologistas y defensores en Alemania, no es más que una pequeña indigestión en comparación con lo que se avecina”, escribió en “La voluntad de poder”.

“Predijo que el [socialismo] sería una gran fuente de conflicto a lo largo del siglo XX”, señaló el autor e historiador Dr. Michael Bonner. “El primer intento de establecer una utopía marxista-comunista ocurrió apenas 16 años después, y la sombría profecía de Nietzsche comenzó a cumplirse”.

(De izquierda a derecha) El Dr. Frank Xie, profesor adjunto de la Universidad de Carolina del Sur; el especialista en historia Dr. Michael Bonner; el diputado canadiense y exministro de gabinete Peter Kent; el senador canadiense retirado Consiglio Di Nino; y Sheng Xue, periodista y activista chino-canadiense, participan en un foro sobre China y el comunismo en la Universidad de Toronto, el 5 de mayo de 2018. (Omid Ghoreishi/La Gran Época)

Bonner habló en un foro titulado “El comunismo, China, su economía y su futuro político”, celebrado en la Universidad de Toronto el 5 de mayo. Él y otros oradores arrojaron luz sobre los males de la ideología comunista y el daño que ha causado. El evento también incluyó el lanzamiento de la versión china de “The Ultimate Goal of Communism” (El objetivo final del Comunismo), un nuevo libro de La Gran Época. La versión en inglés se publicará próximamente.

Al dar a la audiencia lo que él llamó “una historia de bolsillo del comunismo”, Bonner explicó que en noviembre de 1917, los insurgentes bolcheviques irrumpieron en el palacio de invierno del Zar en San Petersburgo y derribaron el primer gobierno democrático en la historia de Rusia. Así comenzó el primer gran régimen socialista del mundo.

“La ideología del comunismo comenzó a extenderse por todo el mundo y,como predijo Nietzsche, fue la doctrina y el sistema político más destructivo de la historia de la humanidad”, agregó.

“El comunismo obligó a la gente a vivir en sociedades opresivas sin alegría y sin libertad de ningún tipo”.

“Las políticas comunistas produjeron uno de los peores desastres ambientales de la historia de la humanidad, como la destrucción del Mar de Aral. Y la mayoría de las hambrunas del siglo XX ocurrieron en países comunistas”.

Bajo los soviéticos, los ejemplos más prominentes de brutalidad incluyen la hambruna intencional en Ucrania, que se calcula mató a 10 millones de personas entre 1932 y 1933; la campaña de represión política de Stalin, que cobró unas 600.000 vidas; y la ejecución de 100.000 prisioneros de guerra polacos.

Al principio, la Revolución Rusa no produjo una ola de socialismo en toda Europa, comentó Bonner, pero después del colapso de la bolsa en 1929 y el surgimiento del fascismo en la década de 1930, la planificación central comunista “apareció como alternativas viables al supuesto fracaso del capitalismo y el avance de la extrema derecha”.

También en esa época, “muchos intelectuales estaban dispuestos a pasar por alto las horrendas atrocidades cometidas por el único estado comunista del mundo”, recalcó.

“Bertrand Russell había criticado la agresión y el utopismo del bolchevismo en 1920, pero muchos compañeros de viaje y apologistas estaban dispuestos a ocultar o excusar los desastres y fracasos del comunismo. Los juicios públicos de Stalin y el asesinato de millones de personas fueron defendidos enérgicamente por George Bernard Shaw. Walter Duranty del New York Times había minimizado deliberadamente la escala de la hambruna soviética en Ucrania”. Además, las potencias occidentales y las Naciones Unidas hicieron caso omiso de la invasión soviética a Hungría en 1956, y algunos intelectuales de izquierda “se negaron a denunciar la invasión con el absurdo pretexto, de que al hacerlo cederían la autoridad moral”.

Tal apologismo sirvió para permitir la aceptación del comunismo, y aunque en gran medida fracasó en Occidente, su doctrina se extendió por todo el Este de Asia, África y Sudamérica.

El éxito económico de China es el resultado de las reformas capitalistas

Después de establecer la República Popular China, Mao Zedong pronto adoptó la colectivización al estilo soviético que, al igual que la Unión Soviética, provocaría hambrunas y muertes generalizadas.

Niños durante una hambruna de la era de Stalin en Ucrania. La hambruna, conocida como el “Holodomor”, tuvo lugar entre 1932 y 1933. (Dominio Público)

“En China, el modelo del comunismo soviético condujo a una campaña de modernización que dejó millones de muertos”, sentenció Bonner.

Se trataba de una situación similar en Camboya y Corea del Norte.

“Pol Pot, imitó el mismo ejemplo en Camboya, y asesinó a casi un cuarto de la población de sus compatriotas. En Corea del Norte, una doctrina de autosuficiencia se basó en el mismo principio y produjo una hambruna que mató a 3,5 millones de personas”.

“En la década de 1960, una nueva generación de revolucionarios marxistas emergió, y para el año 1980, el comunismo había penetrado Corea del Norte, Cuba, Vietnam del Norte y del Sur, Camboya, Laos, Yemen, Somalia, Afganistán y Angola”.

El Gran Salto Adelante de Mao provocó la muerte de 17 millones de personas, y los horrores de la Revolución Cultural no terminaron hasta que el propio Mao murió en 1976.

Mujer tibetana condenada en una sesión de lucha comunista en 1958. (Creative Commons/Wikimedia)

En cuanto al sorprendente desarrollo de China en los últimos 30 años, Bonner argumentó que un visitante occidental a China podría llegar a la conclusión que, mientras que la URSS fracasó, el régimen de Mao tuvo éxito, dado que el país sigue bajo el régimen comunista.

Pero en realidad, el éxito económico de China es un resultado directo de las reformas capitalistas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978. Deng se convirtió en jefe del Partido Comunista después de la muerte de Mao.

“Podemos dar crédito a Deng Xiaoping por haber transformado la economía colectivista de China en una fuerza capitalista”, remarcó.

“Lo que tuvo éxito, por lo tanto, no es la visión de Mao de un rígido control estatal de la economía, centralización, fronteras cerradas e igualitarismo radical, sino más bien capitalismo corporativo y empresarios desinhibidos”.

Bonner señaló, sin embargo, que “la supremacía del Partido Comunista persiste”, con el adoctrinamiento que comienza a una edad temprana en los Jóvenes Pioneros y la Liga Juvenil Comunista que preparan a niños, adolescentes y estudiantes universitarios para unirse al Partido, cuya pertenencia es esencial para encontrar empleo y obtener un ascenso.

“Pero cada vez menos personas están dispuestas a unirse al Partido”, agregó, destacando el éxito de Tuidang, un movimiento popular que apoya a la gente a renunciar a su lealtad al Partido Comunista.

“En 2004, la publicación de los llamados ‘Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista’ fue, para muchos en China, su primera exposición a los crímenes del comunismo. El fenómeno Tuidang lo aceleró, y hoy 300 millones de personas renunciaron al Partido Comunista”, destacó.

“El expresidente polaco Lech Walesa nombró al movimiento Tuidang: ‘tsunami de la historia’ y ‘espíritu de libertad y verdad’. Es tentador pensar que estamos siendo testigos de la agonía final del comunismo chino”.

Otro punto álgido es la “tensión creada por el descontento” que hierve a fuego lento justo debajo de la superficie en China, señaló Bonner, con unos 500 brotes graves de disturbios casi a diario en todo el país desde hace unos años.

Esto, junto con lo que algunos dicen que es una economía estancada, podría significar el comienzo del fin del comunismo en China.

“No importa cuán sólido y complejo pueda parecer cualquier régimen, en realidad es bastante frágil. Cuando la confianza pública se ha agotado, puede que se necesite poco para derribarla. Te dejaré con ese pensamiento”.

 

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