El fraude electoral no es un mito, ya hay casi 1300 casos probados, dijo un experto en elecciones a The Epoch Times.
Hans von Spakovsky, un abogado que maneja la Iniciativa de Reforma de la Ley Electoral de Heritage Foundation, señaló una base de datos que la fundación mantiene y que tiene 1298 casos probados de fraude electoral.
«Y esa no es una lista exhaustiva. Es solo una muestra de casos», dijo Spakovsky a The Epoch Times esta semana.
«Y el problema aquí es que, en muchos casos potenciales de fraude, no se hace nada al respecto. Los funcionarios electos no los envían a la policía, la policía no los investiga. Y sabemos que los casos potenciales que hay ahí fuera son mucho, mucho más grandes que los casos probados que tenemos en nuestra base de datos».
Las recientes adiciones a la lista incluyen a Reginald Holman, un miembro del ayuntamiento de la ciudad de Ashtabula, Ohio, quien se declaró culpable y renunció luego que una investigación confirmara que se había registrado ilegalmente en la dirección de sus padres en Ashtabula en lugar de su residencia real en otra ciudad; y Courtney Rainey, una residente de Misisipi quien fue declarada culpable de sobornar y acosar a personas para ganar una elección municipal.
El aumento sin precedentes del voto por correo en las elecciones primarias de este año y el aumento previsto para las próximas elecciones del 3 de noviembre preocupa a algunos expertos en elecciones, que señalan que en muchos casos se rechaza un porcentaje mayor de votos por correo que votos presenciales. Esto se suma a que el sistema es propenso al fraude, especialmente en los estados sin requisitos de firma.
Los problemas no solo afectan a las elecciones locales y estatales.
Uno de cada cinco votos por correo emitidos por los votantes de Nueva York en la primaria presidencial demócrata de junio fue rechazado. California rechazó más de 100,000 votos por correo en la primaria de marzo. En las elecciones generales de 2018, los votantes más jóvenes y de minorías que votaron por correo en Florida y Georgia tuvieron más probabilidades de que sus boletas fueran rechazadas.
«Este tema afecta más desproporcionadamente a los votantes más jóvenes y a los votantes que son personas de color que a cualquier otra persona», dijo a The Epoch Times el mes pasado el representante Rodney Davis (R-Ill.).
Ese mismo año, la carrera por el escaño en la Cámara de Representantes de Estados Unidos representando al Noveno Distrito Congresional de Carolina del Norte terminó con un margen de 900 votos. Siete personas fueron acusadas de presuntamente manipular los votos en ausencia en esa elección y un juez ordenó que se celebrara una nueva.
Otros asuntos incluyen votos emitidos por no ciudadanos y listas de votantes obsoletas.
Casi 350,000 muertos siguen inscritos en las listas de votantes en 41 estados, según una auditoría publicada el mes pasado.
El informe de Public Interest Legal Foundation descubrió decenas de miles de personas acreditadas para votar después de su muerte, decenas de miles de otros que estaban registrados en más de un estado y votaron en más de un estado, y decenas de miles de votantes que se registraron más de una vez en el mismo estado y emitieron más de un voto.
«El total de casos potenciales de fraude que descubrieron es de más de 140,000 casos, solo en las dos últimas elecciones federales», dijo Spakovsky.
La gente de todo el país ha estado recibiendo múltiples boletas en el período previo a la elección presidencial de este año, con fotografías de los documentos extendidos que circulan ampliamente en las redes sociales. Ese tema se relacionaba con las listas de votantes.
«Las listas de registro de votantes en todo el estado están en muy mal estado. Los funcionarios electorales no hacen un buen trabajo para mantener su exactitud. No son buenos para sacar a la gente después que se mudan o para sacarlos después que mueren», dijo Spakovsky.
«Y por eso, los estados que han tomado la decisión, creo que una decisión imprudente, de simplemente enviar por correo una boleta en ausencia a todos los votantes registrados, están garantizando que las boletas van a llegar a hogares de gente que ya no viven allí, o para personas muertas y el potencial está ahí para que otros recojan esas boletas y traten de usarlas para votar. Y el que pasen o no pasen va a depender de los funcionarios electorales, ¿Y qué tan buenos son ellos en la detección de las boletas fraudulentas? La historia pasada muestra que no son muy buenos en eso».
Con información de Jan Jekielek
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