El régimen chino permite la expansión de Huawei en el extranjero a través de la iniciativa “Un Cinturón, Una Ruta”

Por Frank Fang - La Gran Época
23 de enero de 2019 7:03 PM Actualizado: 23 de enero de 2019 7:03 PM

El asediado gigante chino de telecomunicaciones Huawei fue capaz de expandir su negocio a nivel internacional, incluso cuando muchos gobiernos de todo el mundo expresaron sus preocupaciones sobre la seguridad de sus equipos.

Huawei comenzó como una pequeña empresa china y llegó a transformarse en uno de los gigantes tecnológicos más grandes del mundo porque sirve a los intereses del Partido Comunista Chino (PCCh): provee la tecnología avanzada que el Partido necesita para ejercer su influencia política a nivel mundial, a la vez que ayuda al régimen chino a llevar a cabo las actividades de vigilancia y espionaje.

Huawei fue capaz de construir su presencia en los sectores tecnológicos globales porque estuvo aprovechando la iniciativa de China de política exterior “Un Cinturón, Una Ruta” (OBOR, por sus siglas en inglés) en los últimos años.

En 2013, Beijing puso en marcha “Un Cinturón, Una Ruta”, un plan agresivo para construir rutas comerciales que conectan a China, con el sudeste asiático, África, Europa y América Latina. Mediante la financiación de proyectos de infraestructura en más de 60 países, el régimen chino está tratando de fortalecer su influencia geopolítica en todo el mundo.

Huawei es un participante clave en esos proyectos.

Cables para Internet

El 22 de octubre de 2018, Huawei Marine, una empresa conjunta entre Huawei y la empresa de comunicaciones submarinas Global Marine Systems con sede en el Reino Unido, anunció su proyecto Peace Cable: un sistema de cable submarino de alta velocidad de 12.000 km de longitud que conecta Pakistán, Sudáfrica, Kenia, Somalia, Yibuti, Egipto y Francia. El proyecto se encuentra actualmente en fase de fabricación de cables y materiales.

El proyecto será llevado a cabo conjuntamente por Huawei Marine y Peace Cable International Network, una subsidiaria del fabricante chino de fibra óptica Hengtong Group, y se espera que esté en servicio en el primer trimestre de 2020, según el sitio web oficial de Huawei, y servirá como una “nueva autopista de información” desde China a Europa y África.

Días antes, Mao Shengjiang, director de operaciones de Huawei Marine, dijo durante su intervención en el tercer Foro de la Red Submarina de Asia y el Pacífico que Huawei Marine fue “contratada para construir unos 40.000 km de cable submarino en todo el mundo, que [es lo suficientemente largo como para que los cables] puedan rodear la Tierra en el ecuador”.

Pero las ambiciones globales de Huawei Marine se vieron frenadas en junio de 2018, cuando Australia intervino para impedir que la compañía pusiera cables submarinos de Internet para las Islas Salomón. Australia se ofreció a financiar y construir los cables, algo que la nación isleña del Pacífico aceptó. Según Reuters, la decisión de Australia se basó en preocupaciones de seguridad, dado que Huawei habría tenido acceso a un centro de banda ancha en Sydney si se le hubiera permitido tender los cables submarinos.

Despliegue del 5G

Huawei es también un participante clave del plan del régimen chino para implementar la tecnología 5G en todo el mundo.

La tecnología 5G es la nueva generación de comunicaciones móviles inalámbricas. Los países compiten por el liderazgo porque esa tecnología se considera fundamental para el crecimiento económico futuro.

Según un informe de diciembre de 2018 del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés), con sede en los Estados Unidos, Huawei se convirtió en un líder de mercado en la fabricación de equipos vitales para las redes 5G, la red de acceso de radio (RAN).

La red RAN conecta a los usuarios móviles con la red central 5G. Según el informe, en el primer trimestre de 2018, Huawei es el líder del mercado de equipos RAN, con una cuota de mercado del 31 por ciento, seguido por Ericsson (29 por ciento) y Nokia (23 por ciento).

Los emprendimientos de Huawei en el extranjero, tanto en fibra óptica submarina como en 5G, fueron impulsadas en parte por la política nacional del proyecto OBOR de China.

Proyecto OBOR

En marzo de 2015, el régimen chino dejó bien en claro lo importante que son estas tecnologías para sus propios intereses: la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comercio emitieron conjuntamente una directiva en la que se detallaron los objetivos y las acciones de OBOR. Dos objetivos clave fueron la “construcción de fibra óptica transnacional para las comunicaciones” y la “sincronización de los estándares tecnológicos [entre China y otros países]”.

Al dominar los estándares 5G en las agencias internacionales de normalización, Huawei podría embolsarse los derechos de licencia de los proveedores de servicios móviles y de los gobiernos que utilizan su tecnología 5G. Huawei también obtendría ingresos de contratos futuros para trabajos de mantenimiento o reparación de sus equipos vendidos.

Estos planes están en línea con el deseo general de Beijing de volverse menos dependiente de la tecnología extranjera. En enero de 2018, Xinhua, el medio de comunicación estatal de China, informó sobre su intención de acelerar el desarrollo de los estándares técnicos para tecnologías como la 5G y la Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), bajo el nombre de “China Standards 2035”.

En mayo de 2018, Zhou Jialiang -que en ese momento era director de una empresa que trabajaba en Kirguistán y ahora es director de la cuenta Volkswagen de Huawei, según su página de LinkedIn- dijo en una entrevista con el medio de comunicación chino 21st Century Business Herald, que la iniciativa OBOR ofrecía muchas oportunidades para que la empresa ampliara su mercado en Asia Central y en otros lugares.

Zhou dijo que los diferentes proyectos de infraestructura de OBOR, tales como ferrocarriles, carreteras, aeropuertos y oleoductos, requerirían equipos de telecomunicaciones modernos para permitir que los sistemas se comuniquen entre sí, lo que representa una oportunidad de negocio importante para Huawei.

Al participar en el proyecto OBOR, Huawei, que había recurrido a préstamos en condiciones favorables y préstamos comerciales para la expansión en el extranjero, podría recibir financiación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) y del fondo de inversión estatal Ruta de la Seda.

El fondo fue diseñado para fomentar la inversión en los países que formaban parte del proyecto OBOR. Beijing prometió 40.000 millones de dólares cuando se estableció el proyecto en diciembre de 2014.

Los ejecutivos de Huawei dejaron en claro continuamente sus intenciones de capitalizar el proyecto insignia del régimen chino. Durante una conferencia anual en la Conferencia Mundial de Internet en China en diciembre de 2015, Richard Yu, CEO de la división de servicio al cliente de Huawei, Consumer Business Group, anunció que Huawei se embarcaría en su propia iniciativa “Un Cinturón, Una Ruta”: un plan para llegar a los mercados de todo el mundo sin explotar.

Proyectos ‘Ciudad Inteligente’

La iniciativa OBOR también implica la exportación de otro de los avances tecnológicos de China: la “Ciudad Inteligente”.

El Centro Estatal de Información de China publicó un documento de investigación en diciembre de 2015, detallando cómo la construcción de ciudades inteligentes podría ayudar a liderar la iniciativa OBOR. El periódico aplaudió a Huawei, así como a su competidor nacional ZTE, por asumir un papel importante en la construcción de “ciudades inteligentes” en otros países.

En mayo de 2017, en el Foro Cinturón y Ruta de Beijing, donde el mandatario chino Xi Jinping invitó a los jefes de Estado a participar en el proyecto, Xi reiteró la importancia de construir ciudades inteligentes bajo la iniciativa OBOR.

En el sitio web oficial de la compañía, Huawei promocionó su capacidad para brindar “soluciones inteligentes”, incluyendo “ciudades seguras” y “ciudades inteligentes”; en otras palabras, utilizando la tecnología de vigilancia y las cámaras de Huawei.

“Una Ciudad Inteligente es una compleja red de sistemas que conecta sectores como el transporte, la energía, el agua y la salud”, según el sitio web de Huawei. La compañía afirma que su solución “Ciudad Inteligente” puede construir una red, muy parecida al sistema nervioso de una persona, con “informes y análisis de situación en tiempo real que combinan computación en la nube, IoT, Big Data e Inteligencia Artificial (IA)”.

Pero dentro de China, esa tecnología se utilizó para vigilar a los ciudadanos y eliminar a los disidentes.

Los peligros de que Huawei exporte esa tecnología al extranjero fueron explicados por la Fundación Jamestown en un artículo publicado en junio de 2018.

“Mientras que las ciudades inteligentes del futuro podrían ser mejores y más eficientes, también podrían proporcionar a los regímenes autoritarios herramientas de vigilancia y control nunca antes soñadas”, advirtió la fundación. Además, cuando se utilizan en países democráticos, los equipos Huawei pueden “actuar como un conducto para la recopilación de información [para Beijing]”.

Un ejemplo de las “ciudades inteligentes” de Huawei está en Astana, la capital de Kazajstán, bajo la iniciativa OBOR, según un artículo publicado en 2017 por Huawei sobre su cuenta oficial en la red social WeChat.

En el artículo de WeChat, Huawei afirmaba que había reducido el número de infracciones de tráfico y las tasas de delincuencia después de colocar más de 10.000 cámaras en Astana.

La Fundación Jamestown, en el mismo artículo, señaló que en tres años, de 2014 a 2017, Huawei duplicó el número de países, de 20 a 40, en los que implementó su tecnología de “ciudad inteligente”. Surgió un patrón interesante: Huawei lo implementó primero en “una serie de regímenes autoritarios e híbridos” como Pakistán, Venezuela, Laos y Angola, antes de extenderlos a países democráticos, como Francia y Alemania.

En enero de 2018, la ciudad alemana de Duisburg firmó un memorando de entendimiento para una asociación de ciudades inteligentes con Huawei. Bajo este acuerdo, los dos socios trabajarán juntos en proyectos tales como la expansión de la red WiFi de la ciudad, la mejora de las soluciones gubernamentales en la nube, la gestión del tráfico, el alumbrado público inteligente y la tecnología 5G.

Energía inteligente

Los proyectos OBOR de Huawei también incluyen otra “solución inteligente”: vender su sistema de “energía inteligente” a compañías petroleras y países productores de petróleo, según un artículo publicado el 8 de noviembre de 2016 en su sitio web.

Durante un discurso en la Cumbre Global de Energía de Huawei celebrada en Abu Dhabi, Jerry Ji, un ejecutivo de la unidad del Grupo de Negocios Empresariales de Huawei, dijo que “Huawei está comprometido a ayudar a las empresas petroleras y de gas a enfrentar los desafíos y construir competitividad en el mercado global en la era digital actual”.

La respuesta de Huawei es ofrecer tecnología de soluciones de datos a las compañías de energía. En noviembre de 2016, Huawei y Abu Dhabi Marine Operating Company, una subsidiaria de Abu Dhabi National Oil Company, de propiedad estatal de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), anunciaron que establecieron un nuevo centro de datos en la nube para ayudar al país árabe a procesar enormes volúmenes de datos creados por la exploración y producción de petróleo en alta mar.

Huawei, en un artículo publicado en su sitio web en junio de 2018, anunció que sus soluciones de datos de petróleo y gas se implementaron en 45 países, brindando el servicio al 70 por ciento de las 20 principales compañías de petróleo y gas del mundo. Algunos de estos acuerdos de “energía inteligente” fueron declarados oficialmente proyectos OBOR por el régimen chino.

También como parte de sus soluciones de “energía inteligente”, Huawei firmó un proyecto de planta de energía solar en Argentina, el primer proyecto OBOR exitoso de la compañía en el país sudamericano.

El proyecto solar, una central de 300 megavatios (MW), se está construyendo en el pueblo de Cauchari, en el noroeste de Argentina, con financiación procedente de préstamos chinos. La planta, que adoptó el sistema “Smart PV” mejorado por Internet de Huawei, está siendo construida por Shanghai Electric, una subsidiaria de la compañía estatal de construcción de China, PowerChina.

Que Huawei tenga en su poder datos tan delicados puede tener ramificaciones peligrosas, dados sus estrechos vínculos con Beijing. En febrero de 2018, el Consejo de Asesores Económicos de los Estados Unidos, que realiza investigaciones económicas para asesorar a la Casa Blanca, destacó el potencial para que ocurran ataques cibernéticos a sectores de infraestructura críticos de los Estados Unidos para “generar efectos negativos colaterales especialmente grandes en la economía en general”. Algunos ejemplos de infraestructura crítica son los servicios públicos, la agricultura y las finanzas.

En el informe del Consejo se cita un informe de PricewaterhouseCoopers de 2014 en el que se explica la motivación de esos ataques: los Estados-nación apuntan a los proveedores de infraestructuras críticas para robar secretos comerciales y propiedad intelectual, incluida la información financiera y relacionada con los empleados, con el fin de “hacer avanzar sus ventajas políticas y económicas”.

Varios legisladores estadounidenses expresaron recientemente su preocupación por la seguridad por el hecho de que las ventas de equipos solares de Huawei en Estados Unidos podrían amenazar a toda la red eléctrica estadounidense.

Según el Financial Times, el representante republicano por Pensilvania, Tom Marino, escribió una carta al secretario de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, sobre su preocupación de que “ la entrada [de Huawei] en mercados solares a gran escala y residenciales pueda suponer una amenaza para la infraestructura de nuestra nación”.

Sistema Nacional de Emergencia

Uno de los proyectos OBOR más característicos es el sistema nacional de emergencia desarrollado en Ecuador, según el portal web oficial OBOR de China.

El sistema de emergencia, denominado ECU 911, es construido por la China National Electronics Import and Export Corporation (CEIEC), de propiedad estatal china. Huawei suministró decenas de miles de dólares en equipos para el sistema, incluyendo 4500 cámaras de vigilancia, algunas de ellas equipadas con tecnología de reconocimiento facial, enrutadores, puntos de acceso inalámbrico, conmutadores de red y controladores de acceso inalámbricos.

Shashank Joshi, miembro de alto rango del Royal United Services Institute, un centro de estudios con sede en el Reino Unido, expresó su preocupación por la compra de equipos de vigilancia de China, ya que fomenta los principios autoritarios y la vigilancia omnipresente, según un editorial de agosto de 2018 titulado “El ojo que todo lo ve en Ecuador está hecho en China” y publicado por la revista Foreign Policy.

Por su parte, David Denoon, profesor de política y economía de la Universidad de Nueva York y director del Centro de Relaciones entre Estados Unidos y China de la universidad, señaló otro aspecto de explotación de trabajar con empresas chinas.

“Los sistemas de telecomunicaciones y vigilancia se consideran proyectos atractivos [para China] porque permiten controlar el contenido local y suelen dar lugar a contratos a largo plazo para piezas de repuesto [en equipos de vigilancia]”, dijo Denoon a Foreign Policy.

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