El régimen comunista chino se dirige hacia la desintegración y Occidente necesita estar preparado para manejar las consecuencias, según un destacado académico especializado en China.
Arthur Waldron, historiador de China y profesor de Relaciones Internacionales del Instituto Lauder en el Departamento de Historia de la Universidad de Pensilvania, hizo estas declaraciones en una entrevista reciente en American Thought Leaders (Líderes de Opinión Estadounidenses) de The Epoch Times. Expresó su opinión sobre el inminente colapso del Partido Comunista Chino (PCCh), la política exterior de Estados Unidos hacia China y las implacables protestas de Hong Kong que plantean un gran desafío al régimen de Beijing.
Desintegración del PCCh
El PCCh ha iniciado un camino de decadencia y se dirige hacia un destino similar al de la Unión Soviética cuando colapsó en 1991, dijo el profesor.
«Creo que China está en esta etapa de desintegración o ‘jie ti (解體)’, y es algo que no se ve inmediatamente», dijo Waldron.
La práctica de parte del régimen chino de la sustracción forzada de órganos -que resulta en la muerte de decenas de miles de presos de conciencia cada año para abastecer el mercado de trasplantes de órganos- y el maltrato a los uigures y otras minorías musulmanas en la región noroccidental de Xinjiang, lo convirtieron en «el régimen más malvado» desde la Alemania nazi, dijo Waldron.
Recordó una conversación con una persona que no reveló su identidad, y que es un asesor cercano del líder chino Xi Jinping.
«Me dijo: Arthur, ¿qué demonios vamos a hacer? Todo el mundo sabe que este sistema [político] no funciona. Hemos llegado a un ‘si hu tong'» (死胡同), dijo Waldron, explicando que la frase china significa una «calle sin salida».
El asesor continuó: “Pero lo que no sabemos es cuál es el siguiente paso a dar porque… hay minas por todas partes y si damos un paso, podemos desencadenar una terrible explosión”.
La economía china ya no vuela tan alto como antes. El crecimiento del PIB del gigante asiático en el tercer trimestre aumentó un 6.0 por ciento interanual, la tasa más baja en 27 años. Según Reuters, la caída del crecimiento fue atribuida por los economistas a la debilidad de las industrias relacionadas con la exportación, en particular el sector manufacturero.
«Este régimen sabe que está en grave peligro, a nivel nacional», dijo Waldron, antes de agregar: «Así que el verdadero problema intelectual es cómo salir del comunismo».
Política exterior de EE.UU.
«Digo que la política de Kissinger hacia China, y la política de Nixon hacia China, es el mayor fracaso de la política exterior estadounidense», dijo Waldron.
Después de más de dos décadas de aislamiento diplomático, el exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger, bajo el mando del expresidente Richard Nixon, abrió las relaciones de Estados Unidos con la República Popular China al viajar al país asiático en 1971.
En ese momento, China estaba bajo el dominio del exlíder Mao Zedong. La visita de Kissinger allanó el camino para que Nixon visitara China en 1972, y fue el primer presidente de Estados Unidos que visitó China mientras estuvo en el cargo.
«En ese momento, incluso el propio Mao Zedong sentía que el Partido Comunista [chino] iba a colapsar pronto, pero esa visita del presidente Nixon y Kissinger salvó al Partido Comunista», dijo el activista prodemocrático, Wei Jingsheng, en un mitin celebrado en Washington, D.C., en septiembre de 2005.
Bajo el mandato del expresidente Jimmy Carter, Estados Unidos rompió los lazos oficiales con Taiwán y reconoció a Beijing en 1979.
La decisión del gobierno de Estados Unidos de dar la bienvenida a China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 también fue contraproducente, según Waldron.
«Lo trajimos [a China] para tratar de convencerlos de alguna manera de que sean lo que Nixon y Kissinger soñaron que serían, es decir, que aprenderían de Estados Unidos y comenzarían a democratizarse, pero no lo hicieron», dijo Waldron.
De hecho, no solo China no se hizo más libre, sino que «el régimen del Partido es más estricto y está mejor organizado ahora de lo que estaba bajo Mao», añadió Waldron.
Hasta ahora, el comercio y la inversión de Estados Unidos, incluida la de los fondos de pensiones, en China, es la que mantiene a flote al Partido Comunista Chino, señaló Waldron.
«Si tuvieran que vivir de lo que pueden obtener de sus empresas estatales, que pierden dinero, y de los impuestos, sería una situación completamente diferente», afirmó Waldron.
El 6 de noviembre, un grupo de legisladores estadounidenses bipartidistas encabezados por el senador Marco Rubio (republicano de Florida) presentó un proyecto de ley destinado a impedir que un fondo de jubilación federal invierta en acciones chinas.
Waldron creía que la actual administración debería «adoptar realmente una postura lo más dura posible» hacia China.
En cuanto a la futura política exterior de EE.UU. respecto a China, Waldron dijo que el actual secretario de Estado Mike Pompeo tiene una dura tarea por delante.
«Creo que quizás el mayor desafío que enfrentan Pompeo y su gente hoy en día es darse cuenta de que tenemos que empezar a pensar acerca de [cómo] China llega a este callejón sin salida», dijo Waldron. «Ellos tienen que decidir qué van a hacer en el callejón sin salida y nosotros tenemos que decidir qué vamos a hacer en respuesta».
Hong Kong
En Hong Kong, las actuales protestas a favor de la democracia están a punto de entrar en su sexto mes sin un final a la vista, ya que la policía sigue siendo acusada de utilizar tácticas de mano dura para sofocar las manifestaciones, y el gobierno de la ciudad y Beijing se niegan a satisfacer las demandas de los manifestantes alimentando así la ira pública.
«El origen de esta crisis [de Hong Kong] es la desastrosa toma de decisiones por parte de las autoridades comunistas, y luego su incapacidad para entender esto y dejar que se prolongue», remarcó Waldron.
Explicó que si Beijing hubiera cumplido su promesa hecha en 1997 y 1984, los hongkoneses solo estarían preocupados por ir a un centro de votación para votar cada uno o dos años.
Hong Kong, una antigua colonia británica, fue entregada a Beijing en 1997, después de que ambas partes firmaran la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984. En virtud del tratado, el régimen garantizó que Hong Kong conservaría su autonomía con respecto al régimen chino y sus libertades durante 50 años.
Según la Ley de Política entre Estados Unidos y Hong Kong de 1992, Hong Kong se considera una entidad especial, separada de China, en materia de comercio, inversiones y visas. Sin embargo, el trato especial podría llegar a su fin poco después de que el gobierno de Estados Unidos promulgara recientemente la Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong, que exige que el secretario de Estado revise anualmente si la ciudad es «suficientemente autónoma» de China para justificar sus privilegios económicos con Estados Unidos.
«Creo que el estatus especial ha terminado. Espero que no, pero creo que se acabó», dijo Waldron. «Creo que la policía ha sido comprometida, gravemente. El sistema legal está ahora bajo ataque».
Recientemente, un espía chino que desertó a Australia reveló que agentes chinos estaban detrás del secuestro de cinco libreros de Hong Kong en 2015.
En cuanto al ataque incendiario en Hong Kong contra la edición china de la imprenta de The Epoch Times realizada el 19 de noviembre por cuatro hombres enmascarados vestidos de negro, Waldron dijo que sospechaba que eran miembros de las tríadas.
«Una de las características que hemos visto y dramatizado en Hong Kong es la estrecha colaboración entre la mafia china o las tríadas y el gobierno [de Hong Kong]», dijo Waldron.
Cuando un gobierno no quiere escuchar a sus ciudadanos y quiere mantenerlas a raya, crean violencia, enviando tríadas para atacar a la gente, y es una táctica efectiva porque asusta a la población, agregó.
El 21 de julio, hombres con camisas blancas pertenecientes presuntamente a las tríadas irrumpieron en la estación de metro de Yuen Long y atacaron a los pasajeros con varillas, palos y bastones. La policía recién llegó al lugar unos 45 minutos después.
Seis días después, en Yuen Long, cuando miles de manifestantes salieron a las calles para protestar contra los ataques en el metro, Amnistía Internacional emitió una declaración en la que señalaba a la policía como los agresores que golpearon a los manifestantes que ya se estaban retirando y por atacar a los civiles.
«Estos 5 o 6 meses han enseñado a todo el mundo en Hong Kong que los comunistas chinos son peligrosos, odiosos y que no se puede confiar en ellos», dijo Waldron.
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