Durante los últimos días de 2021, el presidente populista de El Salvador, Nayib Bukele, comenzó a acercarse a China como un salvavidas económico mientras la política exterior en la pequeña nación centroamericana experimentaba un cambio sutil pero importante.
El principal de esos cambios fue el notable enfriamiento de la relación con Estados Unidos.
Históricamente, El Salvador ha mantenido una fuerte relación con Washington. Aunque en noviembre pasado, la renuncia de la principal diplomática de EE. UU. en El Salvador, Jean Manes, terminó siendo un presagio involuntario de que cosas peores estaban por venir. En diciembre, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones financieras a tres altos funcionarios salvadoreños, todos los cuales tienen estrechos vínculos personales con Bukele.
Aunado a una creciente dependencia económica de China y un período tenso en las relaciones con EE. UU., algunas de las maniobras autoritarias de Bukele también han generado preocupación en la comunidad internacional.
Buscando soluciones en Oriente
«China busca dos cosas fundamentales en Centroamérica: desplazar a Taiwán y ocupar espacios de interés para Estados Unidos. Con El Salvador, logró ambas cosas», explicó Douglas Farah, analista político de América Latina.
El Salvador rompió lazos diplomáticos con Taiwán en 2018 bajo el expresidente de El Salvador, Sánchez Cerén, lo que rápidamente llamó la atención en Washington. Después de que Bukele asumiera el cargo en junio de 2019, se unió rápidamente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China en septiembre. En la actualidad, El Salvador es una de las tres naciones centroamericanas en unirse a la empresa comercial en expansión del gigante asiático, que cuenta con 139 países que participan como miembros o patrocinadores del proyecto.
Farah señaló que, desde una perspectiva de inversión, El Salvador tiene mucho que despierta los intereses chinos. Oportunidades para megaproyectos como puertos, pesca comercial y acceso estratégico a las áreas costeras del Pacífico en América Central, por ejemplo.
Sin embargo, asegurar la inversión podría resultar complicado para Bukele, a pesar de las interacciones amistosas en enero con el embajador de China en El Salvador, Ou Jianhong.
La agitación económica está burbujeando bajo la superficie del gobierno salvadoreño. Además de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, Bukele necesita obtener un préstamo de USD 1300 millones del Fondo Monetario Internacional (FMI) o de otro inversionista para hacer un pago de USD 800 millones en Eurobonos.
Aunque los expertos del FMI no están convencidos todavía de extender un cheque, señalaron que la pobreza afecta al 30 % de la población de El Salvador, mientras que la cantidad de nuevos empleos creados cada año no es suficiente para frenar este problema. Además, el FMI identificó a las pandillas y a los sindicatos de extorsión como los culpables de la falta de expansión de la mayoría de las empresas en el país, lo que limita la actividad económica a los mercados informales y reduce cualquier producción significativa.
Además, el instituto calificó la corrupción como uno de los principales elementos de disuasión para hacer negocios con El Salvador.
Una serie de eventos desafortunados
Durante la gélida renuncia de la exdiplomática estadounidense, Jean Manes, en noviembre pasado, mencionó que el gobierno de Bukele «no muestra interés» en mejorar los lazos entre las naciones.
Manes ya conocía a Bukele cuando fue elegido, por lo que fue enviada con la esperanza de mejorar la comunicación entre El Salvador y la Casa Blanca.
«Me mandaron como puente [a El Salvador] y el gobierno ha decidido no tomarlo», dijo Manes, mientras agregó que las puertas a EE. UU. estaban «siempre abiertas» siempre y cuando el gobierno de Bukele quisiera retomar unas relaciones más cordiales.
Poco después, el 8 de diciembre, el Departamento del Tesoro de EE. UU. agregó a la viceministra de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador, Osiris Luna Meza, y al presidente de la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social, Carlos Marroquín Chica, a su lista de sanciones por corrupción de la Ley Magnitsky debido a reportes de reuniones con sindicatos del crimen salvadoreños.
En 2020, los funcionarios antes mencionados se habrían reunido con representantes de las organizaciones criminales Mara Salvatrucha—más conocida como MS-13—y Barrio 18 para negociar una reducción de homicidios y apoyo al partido de Bukele a cambio de indulgencia para los líderes de las pandillas encarcelados.
Los funcionarios de Washington confirmaron los hechos en diciembre, que colocaron a Luna y Marroquín en la lista de la Ley Magnitsky, bloqueando su acceso al sistema financiero estadounidense.
En un segundo golpe crítico a la administración de Bukele, su jefa de gabinete, Martha Carolina Recinos, fue agregada a la misma lista al día siguiente por sospechas de malversación de fondos del gobierno y adquisiciones relacionadas con la pandemia.
El presidente salvadoreño rechazó las acusaciones contra sus funcionarios y dijo que Estados Unidos solo aceptaría la «sumisión absoluta” de sus socios en lugar de la amistad o las iniciativas bilaterales.
Poco después, el presidente salvadoreño anunció la cooperación de China en la construcción de un nuevo estadio de fútbol en El Espino con capacidad para 50,000 espectadores.
«¿Quién es tu amigo? ¿El que te da un estadio, una biblioteca, un centro de convenciones, un muelle y una planta potabilizadora? ¿O el que te pone en listas, te sanciona y financia a tus oponentes?», dijo Bukele, arremetiendo contra la administración del presidente estadounidense Joe Biden.
Un funcionario del Departamento de Estado de EE. UU. dijo a The Epoch Times: «No nos oponemos al compromiso y la inversión de la RPC en toda la región. Sin embargo, reiteramos las peticiones de larga data de las capitales latinoamericanas de que las acciones de la RPC respeten las leyes y los intereses locales, especialmente en lo que respecta a los derechos humanos de todos, incluidos los trabajadores, y a la protección del medio ambiente».
El representante del Departamento de Estado agregó que el gobierno de EE. UU. no obligará a sus socios a elegir entre ellos o China.
El «dictador más genial del mundo»
Apenas unos días después de que Bukele se uniera a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, el jefe de Estado cambió el título de su biografía de Twitter por el de «El dictador más genial del mundo» el 21 de septiembre del año pasado. El presidente millennial lo interpretó como una broma tras el escrutinio de los medios, pero a los organismos de vigilancia de los derechos humanos no les causa gracia.
Después de que el partido político de Bukele obtuviera una mayoría de dos tercios en la Asamblea Nacional en febrero pasado, los aliados del presidente intentaron destituir y reemplazar rápidamente a todos los jueces de la sala constitucional de la corte suprema de El Salvador, junto con el fiscal general de la nación. Los miembros de la cámara afirmaron que se trataba de un ataque a la independencia judicial que iba en contra de la constitución de la nación.
El presidente salvadoreño también arremetió contra los jueces y no acató los fallos de la sala constitucional durante el año pasado.
Bukele continuó con el cambio acelerado de nombramientos, rodeándose de administradores leales a sus intereses, incluyendo a funcionarios clave de derechos humanos y anticorrupción.
En respuesta a los representantes de la Casa Blanca que cuestionaron algunos de los rápidos cambios administrativos, Bukele respondió: «Queremos trabajar con ustedes (…) Pero con todo respeto: estamos limpiando nuestra casa… y eso no es de su incumbencia».
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