Como pálidos fantasmas, una manada de osos polares blancos merodea una estación meteorológica soviética abandonada y en ruinas en una pequeña isla del extremo oriental del Ártico ruso.
Esta manada de inquietantes osos podría haber pasado desapercibida en la isla de Kolyuchin si David Kokh, un fotógrafo de 41 años radicado en Moscú, no se hubiera embarcado en su esperado viaje a la isla de Wrangel el pasado mes de septiembre. Él nos contó cómo sucedió el extraordinario encuentro y la impresionante sesión fotográfica.
«Navegamos a lo largo de la costa y recorrimos más de 1200 millas de paisajes vírgenes, pueblos perdidos en el tiempo, lugares con fauna diversa y mares llenos de vida», dijo Kokh a The Epoch Times. «Un día se esperaba mal tiempo, así que nuestro capitán se acercó a una pequeña isla, Kolyuchin, para refugiarse de la tormenta».
(The Epoch Times)
Esa isla del Ártico, ubicada frente a la costa nororiental de Rusia, al noroeste del estrecho de Bering, entre Alaska y Rusia, es conocida por su estación meteorológica polar que funcionó durante la época soviética, dijo el fotógrafo. Se cerró finalmente en 1992, pero en la actualidad sigue existiendo un pueblo abandonado en la isla.
Kokh describió que sintió una especie de «emoción infantil» al descubrir la familia de osos polares acurrucados en medio de las lúgubres y deprimentes viviendas. «El viento tempestuoso, la lluvia y las construcciones abandonadas en las costas rocosas hacían que todo pareciera super irreal», dijo. «De repente, notamos movimiento en las ventanas de las casas. Alguien sacó unos binoculares y vimos las cabezas de los osos polares».
Los osos aparecieron como espectros en medio de la tenebrosa niebla de la isla desde hace mucho tiempo desierta. «Fue el escenario perfecto», añadió.
Kokh pudo retratar la fauna en cámara sin perturbarlos ni exponerse al peligro gracias a la cámara de su dron Mavic 2 Pro. El dron estaba equipado con hélices poco ruidosas para no asustar a los enormes osos. Empleó trucos y maniobras inteligentes con su dron para minimizar las molestias. «No estaba cerca de ellos, así que no corrí ningún peligro», dijo.
Los osos polares vigilaban como centinelas, se asomaban a las ventanas, solos o en parejas, merodeaban los balcones y descansaban en el césped. «Los osos se paseaban por las casas, había unos veinte animales a la vista al mismo tiempo, la mayoría machos», dijo Kokh. «Las hembras se mantuvieron a un lado con sus cachorros, más cerca de la orilla de la isla».
Además de la emoción del encuentro y la satisfacción de captar un momento raro y único, Kokh pudo compartir la sesión de fotos de los osos polares con el mundo en su Instagram, donde se hizo viral. «El momento en el que me encontré con los osos polares en la estación meteorológica abandonada del norte de Chukotka fue muy especial para mí, seguro que nunca lo olvidaré», dijo. «Estoy increíblemente agradecido por poder compartir este momento con las personas de todo el mundo».
Kokh cree que el trabajo de un fotógrafo es «contar una historia». Su historia, añadió, es la de la relación entre nosotros mismos, la vida salvaje y la naturaleza.
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