Guía esencial de los trastornos alimenticios: tratamientos y enfoques naturales

Por Mercura Wang
23 de febrero de 2024 9:01 PM Actualizado: 23 de febrero de 2024 9:01 PM

¿Cuáles son los tratamientos para los trastornos alimenticios?

El tratamiento exitoso de los trastornos alimenticios se puede lograr con una detección e intervención temprana, y es necesaria una acción inmediata para una recuperación completa. Las opciones de tratamiento para los trastornos alimenticios incluyen:

1. Psicoeducación: Incluye recursos de autoayuda y recursos para que las familias ayuden a los pacientes.

2. Asesoramiento y rehabilitación nutricional: El asesoramiento nutricional es un componente crucial del tratamiento de los trastornos alimenticios y aborda temas como el conocimiento nutricional incorrecto, la comprensión del hambre, la saciedad, el tratamiento de las prohibiciones y el sentimiento de culpa. La relación entre el paciente y el dietista es fundamental durante el proceso del tratamiento.

Un dietista puede ayudar a alguien con un trastorno alimentario a establecer hábitos alimenticios saludables, con el objetivo de prevenir el hambre y los antojos y, al mismo tiempo, garantizar una nutrición adecuada. Una alimentación constante y regular la cual desempeña un papel crucial en el tratamiento de la bulimia.

3. Psicoterapia: también conocida como terapia de conversación, la psicoterapia abarca una serie de tratamientos diseñados para ayudar a las personas a reconocer y modificar emociones, pensamientos y comportamientos angustiosos. Se pueden utilizar varios tipos de psicoterapia para tratar los trastornos alimenticios, que incluyen:

Terapia cognitivo-conductual (TCC): la terapia cognitivo-conductual se centra en gestionar los problemas mediante la modificación de los patrones de pensamiento y los comportamientos. Reconoce la interconexión de pensamientos, sentimientos, sensaciones físicas y acciones, con el objetivo de romper ciclos negativos y abordar los problemas que nos sobrecargan de una forma más positiva y manejable. La TCC es el tratamiento de elección para el TCA, ya que se tolera y tiene una tasa de remisión superior al 60 por ciento. Sin embargo, los pacientes con TCA y anorexia o bulimia comórbida no suelen responder bien a la TCC.

Psicoterapia interpersonal: La psicoterapia interpersonal reconoce los síntomas psicológicos como respuestas a los desafíos actuales en las relaciones cotidianas, incluidos los conflictos, los cambios vitales, el duelo, la pérdida y las dificultades para iniciar o mantener relaciones.

Terapia familiar: En esta terapia los padres de adolescentes con anorexia se hacen cargo de la alimentación de su hijo. Esto parece ser eficaz para promover el aumento de peso y mejorar los hábitos alimenticios y el estado de ánimo del niño.

Terapia conductual dialéctica: Esta terapia consiste en educar a los pacientes sobre las habilidades necesarias para manejar conductas problemáticas asociadas con problemas emocionales. Esta terapia puede enseñar a los pacientes sobre alimentación consciente, regulación emocional, resistencia a situaciones desfavorables y prevención de recaídas.

4. Farmacoterapia: este enfoque utiliza fármacos para tratar los trastornos alimenticios, así como otras afecciones psiquiátricas que experimentan los pacientes. Generalmente no es la primera opción de tratamiento.

Para las personas con anorexia, se puede considerar el uso del medicamento antipsicótico olanzapina si el tratamiento inicial resulta ineficaz.

La fluoxetina, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), es el único medicamento aprobado por la FDA para la bulimia. Este medicamento puede disminuir la aparición de atracones y vómitos, aunque se desconocen los resultados a largo plazo. También es eficaz para abordar la ansiedad y la depresión recurrente.

Los ISRS se consideran los medicamentos de primera línea para el TCA. Se demostró su eficacia a corto plazo y se desconocen los efectos a largo plazo. Como alternativa a los ISRS, la lisdexanfetamina está aprobada por la FDA para tratar el TCA de moderado a grave en adultos de 18 a 55 años.

¿Cómo afecta la mentalidad que tenemos ante los trastornos alimenticios?

La mentalidad se refiere a las actitudes, creencias y procesos cognitivos establecidos de una persona que dan forma a su percepción de sí misma y del mundo. La forma en que una persona percibe su peso corporal y los hábitos alimenticios puede tener un profundo impacto en su salud y bienestar. Por lo tanto, la mentalidad desempeña un papel importante en la prevención, desarrollo, manejo y tratamiento de los trastornos alimenticios, de diferentes maneras.

1. Percepción de la imagen corporal

Una mentalidad negativa sobre la propia imagen corporal puede contribuir al desarrollo de trastornos alimenticios. Por ejemplo, la insatisfacción corporal predice de forma fiable la aparición de estos trastornos en los adolescentes.

Se recomienda a los proveedores de tratamiento de trastornos alimenticios que exploren la neutralidad corporal tanto para la prevención como para la intervención de los trastornos alimenticios, ya que la neutralidad corporal puede servir como factor protector contra la insatisfacción corporal. De lo cual implica tres elementos principales:

• Ser más realista, consciente y flexible con el cuerpo.

• Valorar, respetar y cuidar la funcionalidad del cuerpo.

• No definir la autoestima basándose en la apariencia.

Cambiar la mentalidad de un paciente sobre la insatisfacción corporal, obsesión por el peso, apariencia a la neutralidad corporal y la autoestima, basada en valores distintos a la apariencia, puede ayudar a la persona a recuperarse por completo.

2. Perfeccionismo

El perfeccionismo y un deseo excesivo de éxito o control pueden contribuir al desarrollo de trastornos alimenticios.

Los perfeccionistas inadaptados tienden a tener una mentalidad fija y creen que las características personales son fijas e inmutables. Las personas con una mentalidad fija pueden frustrarse y abandonar el tratamiento por miedo al fracaso. Durante el proceso de tratamiento, inculcar una mentalidad de crecimiento puede actuar como un amortiguador contra los reveses temporales.

La investigación también descubrió que, en comparación con una mentalidad fija, una mentalidad de crecimiento puede reducir indirectamente el riesgo de desarrollar trastornos alimenticios, adoptar comportamientos poco saludables para controlar el peso y experimentar angustia psicológica.

3. Miedo al éxito

En un estudio realizado con 104 estudiantes universitarias, los investigadores descubrieron conexiones entre los síntomas de los trastornos alimenticios y factores como el miedo al éxito, el autodesprecio, la inseguridad y la ansiedad. Los hallazgos sugieren un modelo potencial para el desarrollo de los trastornos alimenticios con la influencia de las experiencias de la primera infancia en la autoconfianza y la autoaceptación.

Otro estudio encontró que las mujeres jóvenes podrían mostrar miedo al éxito entre la aparición de los síntomas iniciales de anorexia y el desarrollo completo del trastorno, lo que sugiere que este miedo podría servir como un marcador potencial del riesgo de desarrollar anorexia.

4. Mentalidad de escasez

La inseguridad alimentaria, que es la falta de acceso constante a suficientes alimentos, puede llevar a las madres a exhibir conductas alimentarias poco saludables, que pueden incluir la restricción psicológica de los alimentos o una mentalidad de escasez, que considera un número irracional de alimentos fuera de los límites. Esto, en última instancia, conduce a la culpa. A su vez, esto puede influir potencialmente en comportamientos similares en sus hijos, como los atracones. Los episodios de atracones de estos niños pueden llevar a prácticas de alimentación más restrictivas por parte de los padres.

¿Cuáles son los enfoques naturales para los trastornos alimenticios?

Existen varios remedios naturales para tratar los trastornos alimenticios. Sin embargo, como su eficacia y dosificación no fue confirmada mediante una investigación exhaustiva, es necesario consultar a un médico antes de utilizarlos.

1. Hierbas medicinales

En un modelo experimental en ratas, se demostró que el extracto seco de la hierba de San Juan (hypericum perforatum) tiene propiedades terapéuticas potenciales en los trastornos alimenticios relacionados con los atracones, como la bulimia y el TCA.
La hierba de San Juan contiene varios compuestos biológicamente activos, como hipericina, pseudohipericina, hiperforina, adhiperforina y flavonoides. El impacto potencial de esta hierba en los atracones tiene sumo interés debido a sus propiedades antiestrés. También puede contribuir a inhibir los atracones al suprimir los comportamientos de tipo adictivo, en particular los asociados a las fases de atracón/intoxicación de la adicción.

2. Terapia de luz brillante

La terapia con luz brillante implica la exposición a una luz brillante que imita la luz solar natural.

En un estudio en el que participaron 34 pacientes de bulimia y TCA, los participantes recibieron luz brillante por la mañana y luz normal durante 10 días consecutivos, y experimentaron una reducción de los atracones y de la preocupación por la comida. Además, las alteraciones del ritmo circadiano relacionadas con los atracones pueden contribuir al estado de ánimo negativo y podrían aliviarse con la exposición a la luz brillante. Estos resultados implican que la luz brillante de la mañana podría ser un complemento útil a los tratamientos basados en pruebas de los trastornos relacionados con los atracones.

3. Yoga

El yoga, fomenta una experiencia directa con el cuerpo, puede aumentar eficazmente la conciencia corporal, contrarrestando así el desarrollo de la insatisfacción corporal y previniendo los trastornos alimenticios.

Un estudio asignó aleatoriamente a 38 pacientes femeninas con bulimia o TCA en dos grupos, uno de los cuales realizó un programa de intervención de yoga de 11 semanas. En comparación con el otro grupo, el grupo de yoga mostró reducciones significativas en la puntuación global del Examen de Trastornos de la Alimentación, la restricción y la preocupación por la alimentación. Estas diferencias continuaron aumentando en el seguimiento de 6 meses. Los hallazgos sugirieron que el yoga podría ser beneficioso en el tratamiento de los trastornos alimenticios.

4. Meditación

Un metaanálisis de 74 muestras descubrió que practicar mindfulness se asocia con niveles más bajos de problemas relacionados con los trastornos alimenticios tanto concurrentes como futuros. La conexión es más significativa en el caso de los atracones, la alimentación emocional o externa y la insatisfacción corporal, así como en aspectos de la atención plena como ser consciente y no juzgar.

Otra revisión integrada de ocho estudios encontró que las terapias multimodales basadas en la atención plena parecían funcionar de forma eficaz. Los investigadores concluyeron que incorporar la atención plena como un aspecto integral de la terapia o practicarla con regularidad podría ser más útil clínicamente que las intervenciones de alimentación consciente de un solo episodio.

5. Diarios alimenticios

Un nutricionista supervisa los diarios de alimentos, que suelen ser una parte esencial de un programa de TCC. Los diarios alimenticios ofrecen un registro completo de los hábitos alimentarios y las estrategias de control de peso. El análisis de estos diarios ayuda a identificar los atracones desencadenantes y las purgas, lo que mejora la conciencia general de la ingesta de alimentos.

En un estudio, un pequeño grupo de adolescentes con anorexia y bulimia participaron en un programa de tratamiento de 8 semanas, donde llevaban diarios de alimentos y los compartían entre ellas para recibir consejos constructivos. El estudio encontró que ayudó a las chicas a ser más conscientes de sus patrones alimenticios, con el potencial de realizar cambios en su comportamiento.

¿Cómo prevenir los trastornos alimenticios?

Los esfuerzos de prevención de los trastornos alimenticios tienen como objetivo disminuir los factores de riesgo negativos, como la insatisfacción corporal, la baja autoestima y la depresión, y al mismo tiempo mejorar los factores protectores como una autodefinición positiva y una alimentación saludable. Estas medidas se centran en fomentar una relación más saludable con el cuerpo y reducir conductas que contribuyan al desarrollo de trastornos alimenticios.

Si bien no está claro que los programas de prevención puedan reducir las tasas de trastornos alimenticios diagnosticados, han demostrado una reducción exitosa de los factores de riesgo asociados con estas afecciones.

Los diferentes tipos de programas incluyen:

Prevención universal: Consiste en educar a todas las personas de una población, como los estudiantes de primaria de una escuela, que presentan distintos grados de riesgo.

Prevención selectiva: Este método de prevención se centra en grupos específicos, como las niñas que se enfrentan a la pubertad, que no tienen trastornos alimenticios pero están en riesgo de desarrollarlos.

Prevención dirigida: Este tipo de programa se concentra en personas de alto riesgo con síntomas o señales de advertencia leves, como una gran insatisfacción corporal.

Un estudio descubrió que los programas de prevención en las escuelas primarias habían demostrado eficacia al cambiar exitosamente las actitudes en alrededor del 50 por ciento de los estudiantes y mantener cambios de comportamiento en aproximadamente el 20 por ciento. Los programas interactivos, en particular los que intervienen en los entornos sociales de los alumnos con la participación de compañeros y docentes, y dotan a los estudiantes de habilidades de resiliencia, que parecen ser más efectivo. El estudio también encontró eficaces los programas de prevención secundaria.

También puede realizar las siguientes actividades en el hogar, la escuela y el lugar de trabajo para ayudar a prevenir los trastornos alimenticios:

• Infórmese a usted y a sus hijos sobre los trastornos alimenticios, como sus factores de riesgo y consecuencias para la salud.

• Ser crítico con los estándares de belleza y la imagen corporal poco saludables presentados por los medios.

• Promover la comprensión del aumento de peso natural durante la pubertad.

• Sea un modelo positivo para un estilo de vida saludable y conductas alimentarias positivas.

• Fomentar hábitos alimenticios saludables en las familias.

• Evite etiquetar los alimentos como “buenos” o “malos”.

• Cree tiempo y espacio para las comidas en la escuela o el trabajo.

• Fomente la autoestima basada en cualidades distintas a la apariencia.

• Apoye a otros en el fomento de mentalidades positivas.

Revisado médicamente por Beverly Timerding, MD.


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