El día de Año Nuevo en la ciudad china de Xi’an, una mujer embarazada de ocho meses tuvo un aborto espontáneo mientras esperaba en el frío helado afuera de un hospital. Le habían negado la entrada porque su resultado negativo de la prueba para COVID-19 solo sería válido unas pocas horas después.
Una mano sostuvo su vientre mientras se apoyaba en el borde de un pequeño taburete rosa fuera del hospital Xi’an Gaoxin. La sangre goteó, formando un pequeño charco rojo a sus pies.
“Espere”, fue la respuesta de una palabra de los funcionarios del hospital cuando un empleado les preguntó sobre la mujer, según informes de los medios chinos.
La mujer estuvo esperando durante dos horas, y cuando el hospital finalmente cedió y la admitió en atención de emergencia, ya era demasiado tarde. La mujer había perdido a su bebé.
Su terrible experiencia, cuyas imágenes se publicaron en una red social china similar a Twitter llamada Weibo, encendió un torrente de ira y angustia en Xi’an, la ciudad que ha confinado a todos sus residentes a sus hogares desde el 23 de diciembre mientras lidia con el aumento de los casos de COVID-19.
Durante las últimas dos semanas, los exasperados residentes inundaron las redes sociales chinas con súplicas por alimentos y suministros básicos, lo que provocó la indignación pública y aumentó las dudas sobre la sostenibilidad de la iniciativa del régimen chino encaminada a no tolerar casos de COVID sin importar el costo, conocida como «zero-COVID».
«En la actual Xi’an, puedes morir de hambre o enfermarte y morir, pero no puedes morir de COVID-19», escribió un comentarista online.
También se han compartido en las redes sociales decenas de historias similares a la de a la mujer embarazada. Una de ellas era de una mujer cuyo padre experimentó dolores agudos en el pecho el 2 de enero. Llamó a la línea de emergencia, pero le dijeron que no estaban seguras de cuándo podían conseguir una ambulancia. Cuando a su padre de 61 años le permitieron ingresar al hospital ocho horas después, su condición había empeorado significativamente. Tenía un desgarro en la aorta, una afección potencialmente mortal; murió poco después.
«No puedo imaginar la desesperación y la agonía por la que pasó mi papá durante esas últimas horas de su vida», escribió.
Una muerte similar ocurrió cuando un hombre de 39 años que sufría un ataque cardíaco fue rechazado por tres hospitales porque no podía presentar un registro de pruebas para COVID negativo. En un momento, sintió tanto dolor que se golpeó la cabeza contra la pared. Un cuarto hospital lo admitió después de que salieran los resultados de sus pruebas. Cuando lo colocaron en una cama de hospital, ya no respiraba y no tenía latidos, le dijo un médico al amigo del hombre, quien grabó la conversación en un video.
Mientras tanto, un hombre con presión arterial alta quien dijo que se apellidaba Lin le dijo al medio de comunicación asociado de The Epoch Times, NTD, que fue bloqueado en el puesto de control de su recinto vecinal cuando intentó llegar al hospital para que lo medicaran.
“Me dejaron salir a regañadientes después de que discutí con ellos durante 40 minutos”, dijo el 6 de enero. En ese momento habían prohibido la circulación de vehículos, por lo que el hombre de casi 80 años luchó contra los mareos por 40 minutos mientras caminaba hacía el hospital. Al llegar le dijeron que su presión arterial lo puso en alto riesgo de sufrir un derrame cerebral.
“Fue un gran tormento”, dijo.
La presión pública ha obligado a los funcionarios a suavizar algunas de sus políticas. Los padres de un niño de 7 años con leucemia, cuya quimioterapia en etapa 3 se retrasó una semana, lograron reservarle una cita en el hospital después de que su llamado público generó una gran atención.
“Lo que es más horrible que la muerte es estar frente al hospital esperando la muerte”, dijo un usuario de Weibo.
Para muchos, la respuesta de las autoridades chinas es poco más que una fachada.
En el caso de la mujer embarazada, las autoridades de Xi’an tomaron medidas rápidas después de que un video de ella reuniera decenas de millones de visitas en el microblog chino Weibo. Dos jefes de departamento del hospital fueron despedidos y un director general fue suspendido de su cargo.
Los funcionarios de la ciudad, después de iniciar una investigación, dijeron en una conferencia de prensa que el incidente fue «un accidente por negligencia».
Pero las medidas consiguientes de los censores chinos han llevado a algunos a observar que el régimen parece más preocupado por mantener su imagen que por ayudar a la gente.
La cuenta de Weibo de la sobrina de la mujer, que publicó el vídeo, desapareció abruptamente.
«Notable», escribió un usuario de Weibo, tras darse cuenta de la eliminación. «Pueden resolverlo todo tapando la boca a la gente».
La hija del paciente con el problema cardiaco que murió el 2 de enero le dijo a NTD que el Hospital del Centro Médico Internacional Xi’an, que trató a su padre, se había puesto en contacto con ella y le dijo que «no publicara cosas a voluntad en Internet». El hospital no respondió a la consulta de The Epoch Times al cierre de esta edición.
Temprano el 5 de enero, algunos lugareños recibieron un «anuncio importante» en WeChat, otra plataforma de mensajería china popular, advirtiéndoles que sus grupos de chat estaban siendo monitoreados activamente, según capturas de pantalla compartidas con Radio Free Asia. Los «rumores» y los videos relacionados con el brote fueron estrictamente prohibidos en los chats, según el anuncio, y agregó que cualquier propagación de «noticias negativas» provocaría la suspensión de las cuentas.
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