Comentario
Era difícil discutir con mi interlocutora en Israel cuando hizo esta ominosa afirmación: «Irán preferiría que toda la población de Gaza sea asesinada».
Encajaría perfectamente con los propósitos propagandísticos de los mulás.
Yo estaba hablando con Nitsana Darshan-Leitner, ella misma irano-israelí y fundadora del Israel Law Center, una organización notable por ser la primera en demandar, a menudo con éxito, a los patrocinadores financieros del terrorismo en muchos países.
En Israel, ella me dijo que muchos se preguntan qué significa realmente la victoria en Gaza, porque ellos no están luchando contra nada que se parezca a un enemigo convencional. Lo que no es, por desgracia, la primera vez.
Aquí no hay nadie que se rinda», añadió, refiriéndose a los dirigentes de Hamás, los que sobreviven, que se esconden en túneles de su propia creación, más o menos ajenos a lo que ocurre a su alrededor. Es difícil saber cómo reaccionarían y cuánta autoridad tendrían en primer lugar.
Gaza es en gran medida una sociedad tribal, me recordó, dividida en clanes cuyos líderes se alían forzosamente con Hamás. También es difícil saber qué porcentaje de la población de Gaza apoya a Hamás, aunque nunca se han rebelado contra ellos.
La organización terrorista controla Gaza desde 2007, dos años después de que Israel se la devolviera a los palestinos y a la Autoridad Palestina a pesar de una considerable controversia. Fue entonces cuando Hamás le dio brutalmente en la espalda de la AP, una organización ahora denigrada tanto en Gaza como por los israelíes.
Los ánimos sobre el terreno, en Israel, según me contaron, se han vuelto progresivamente más sombríos, si eso es posible. Se dice que su ministerio de Defensa está buscando nuevas formas creativas de manejar la situación.
Mientras tanto, nadie sabe exactamente cuántos rehenes han sido tomados. El número se ha cifrado en 150, pero se supone que es mayor porque la identificación de los muertos ha sido difícil. Hamás quemó muchos cadáveres hasta hacerlos irreconocibles.
La Cruz Roja Internacional, cuyo cometido es supuestamente velar por el bienestar de los rehenes en la guerra, no ha prestado prácticamente ninguna ayuda, como detalla Darshan-Leitner en este vídeo. Las acusaciones de parcialidad antisemita por parte de la Cruz Roja se remontan al Holocausto.
Mientras tanto, Hamás ha estado produciendo vídeos propagandísticos propios de los niños secuestrados para mostrar su «compasión». Según el Jerusalem Post, un clip dice lo siguiente:
«En inglés, un hombre le dice al niño, ‘di ‘bismillah’ (en el nombre de Alá). El niño repite ‘bismillah'».
«‘Yallah, bebe’, le dice el hombre al niño. El niño entonces procede a tomar un sorbo».
¿Quién dice que esto no es una guerra religiosa?
Esto promete expandirse, incluso a Estados Unidos.
Como neoyorquino de nacimiento que ahora vive en Tennessee, el 14 de octubre contemplé horrorizado en las noticias por cable las manifestaciones pro palestinas (…) más bien «Maten a los judíos»(…) en mi ciudad natal, que sigue siendo la ciudad con más judíos del mundo.
Al escuchar el odio extremo de los manifestantes, la gran mayoría portando pancartas idénticas, en las que se leía «Del río al mar (…)», en señal del deseo de una «Palestina» que fuese judenrein, parecía como si la Noche de los Cristales rotos hubiera llegado a Nueva York, a pesar del loable apoyo a Israel de su alcalde, Eric Adams.
Uno de los comentaristas, yo creo que era Sarah Carter, que había asistido en persona a las manifestaciones en el Hunter College y en otros lugares, se preguntaba cuáles de los enfurecidos manifestantes, algunos estudiantes, otros bastante mayores, podrían ser ellos mismos agentes de Hamás, dispuestos a ejercer una violencia desmedida.
Buena pregunta.
Por su aspecto y su comportamiento, podría haber sido casi cualquiera de ellos, o todos.
Yo empecé a pensar, como lo había hecho con frecuencia durante esta conflagración, en la pesadilla que el presidente Joe Biden y sus secuaces habían creado con la frontera sur abierta, permitiendo la entrada prácticamente sin supervisión de ciudadanos de más de cien países, muchos de ellos enemigos declarados de Estados Unidos.
Por cierto, me acaban de decir que los israelíes ahora aprecian mucho el apoyo brindado (reabastecimiento de municiones y ahora dos portaaviones en las cercanías) por parte del presidente Biden y su secretario de Estado, Antony Blinken, aunque en el pasado se los consideraba con escepticismo.
Quizás estos hombres puedan ahora reconsiderar sus políticas en la frontera sur, esta vez por la seguridad de los estadounidenses.
Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.
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