Arrojando nueva luz sobre la cuestión de si el tratamiento de «afirmación de género» reduce el riesgo de suicidio entre las personas que sufren disforia de género, un nuevo estudio descubrió que las personas transexuales de Dinamarca tienen un riesgo de suicidio significativamente mayor que la población general del país del norte de Europa.
Para su estudio, publicado el martes en la revista Journal of the American Medical Association, los investigadores del Instituto Danés de Investigación para la Prevención del Suicidio de Copenhague examinaron los historiales médicos y jurídicos de 6.6 millones de personas nacidas en Dinamarca a lo largo de 42 años.
El equipo identificó y se centró en 3759 personas (0.06%) que se declararon transgénero a una edad media de 22 años mediante un cambio de sexo legal o un diagnóstico hospitalario, o ambos, entre 1980 y 2021. Antes de 2014, los ciudadanos daneses debían someterse primero a una esterilización y cirugía de «afirmación de género» antes de poder cambiar legalmente su identidad de género.
Según el estudio, este grupo de personas transexuales ha sufrido 92 intentos de suicidio, 12 suicidios y 245 muertes por otras causas durante ese periodo.
En comparación con el resto de las personas del estudio, los participantes transexuales tienen 7.7 veces más probabilidades de intentar suicidarse y 3,5 veces más probabilidades de morir por suicidio. Incluso la tasa de mortalidad no suicida es 1.9 veces superior a la de sus homólogos no transexuales.
Los investigadores creen que esas cifras son un recuento insuficiente, ya que utilizan datos del Sistema de Registro Civil danés, una base de datos centralizada que contiene información a nivel individual sobre todas las personas que residen en Dinamarca. Basarse en datos gubernamentales significa que el estudio podría no contabilizar con exactitud las tasas de suicidio de quienes se autoidentifican como transexuales pero nunca se han registrado como tales ante el gobierno.
El estudio descubrió además que la edad promedio a la que los participantes transgénero realizaron su primer intento de suicidio fue de 27 años, mientras que fue de 36 años para el grupo no transgénero. En el caso de las 12 personas transexuales que murieron por suicidio, su edad promedio era de 45 años, mientras que 36,308 suicidios se produjeron entre personas no transexuales con una edad promedio de 52 años.
Además, la edad promedio a la que se produjeron las muertes no suicidas entre los participantes transgénero fue de 70 años, ocho años menos que la del grupo no transgénero.
Aunque el estudio no hablaba mucho de la razón que subyace a los comportamientos suicidas prevalentes en la población transexual de Dinamarca, los investigadores dijeron que podría tener que ver con el «estrés de minoría».
«Las personas transexuales pueden estar expuestas a una negatividad sistémica en relación con su identidad trans en forma de acoso, discriminación, exclusión y prejuicios, lo que a su vez puede provocar alienación y estigma interiorizado, problemas de salud mental y, en última instancia, conductas suicidas», escribieron los autores.
Cabe señalar que Dinamarca ya está considerada como uno de los países más favorables a la comunidad transexual del mundo. En una clasificación publicada por la sección europea de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA-Europa), Dinamarca ocupa el tercer lugar de los 49 países europeos con una puntuación de 75 en cuanto a protección de los derechos de las minorías sexuales y de género, sólo por detrás de Malta (89) y Bélgica (76).
Estudio sueco
Curiosamente, los autores mencionaron un estudio de Suecia, según el cual el riesgo de suicidio aumentaba entre las personas transexuales tras su transición quirúrgica.
En el estudio sueco, publicado en 2011 en la revista online de acceso abierto PLOS One, los investigadores del Karolinska Institutet de Estocolmo emparejaron a cada uno de los 324 participantes sometidos a transición quirúrgica con 10 controles no transexuales seleccionados al azar y compararon la mortalidad de los dos grupos.
De forma similar a las conclusiones del nuevo estudio danés, se descubrió que las personas transexuales tienen 4.9 veces más probabilidades de intentar suicidarse y 19.1 veces más probabilidades de morir por suicidio que sus controles.
«Las personas transexuales, tras la reasignación de sexo, tienen riesgos considerablemente mayores de mortalidad, conducta suicida y morbilidad psiquiátrica que la población general», escribieron los autores suecos. «Nuestros hallazgos sugieren que la reasignación de sexo, aunque alivia la disforia de género, puede no ser suficiente como tratamiento del transexualismo, y debería inspirar una mejor atención psiquiátrica y somática tras la reasignación de sexo para este grupo de pacientes», según el estudio de 2011.
El estudio de 2011 también descubrió que las personas transexuales tenían «mayor riesgo de ser condenadas por cualquier delito o delito violento tras la reasignación de sexo».
El estudio de JAMA se produce a medida que más personas que hicieron la transición a una edad temprana manifiestan que se arrepienten de haber mutilado sus cuerpos, por lo demás sanos, y que sus problemas de salud mental subyacentes no se han curado, y a veces han empeorado, debido a las transiciones médicas o quirúrgicas.
The Epoch Times ha reportado sobre una demanda interpuesta por una niña de California contra un hospital y sus tres médicos por incurrir en «abusos médicos ideológicos y con ánimo de lucro», alegando que la sometieron precipitadamente a una extirpación de senos cuando sólo tenía 13 años, de la que ahora se arrepiente.
En su demanda presentada ante un tribunal de California a principios de este mes, Layla Jane, de 18 años, afirma que estuvo «expuesta a influencers transexuales en Internet» que la animaron a «entretenerse con la creencia errónea» de que en realidad era un chico. Tras una breve conversación de 30 minutos con Jane y sus padres, los tres médicos demandados decidieron que a Jane se le podían extirpar los pechos.
«Los demandados no cuestionaron, elicitaron ni intentaron comprender los acontecimientos psicológicos que llevaron a Kayla a la creencia errónea de que era transexual, ni evaluaron, apreciaron o trataron su polifacética presentación de síntomas comórbidos», dice la demanda.
«En lugar de ello, los demandados asumieron que Kayla, una niña de doce años con problemas emocionales, sabía mejor que nadie lo que necesitaba para mejorar su salud mental y le entregaron figuradamente el talonario de recetas. No hay ningún otro ámbito de la medicina en el que los médicos extirpen quirúrgicamente una parte del cuerpo perfectamente sana e induzcan intencionadamente un estado de enfermedad de la glándula pituitaria disfuncional basándose simplemente en los deseos de la joven adolescente paciente».
Jane declaró a The Epoch Times que la operación no la hizo sentirse mejor. Acusó a sus médicos de centrarse erróneamente en «afirmar» físicamente su supuesto nuevo género en lugar de abordar sus problemas de salud mental.
«Nadie —ninguno de mis médicos— intentó hacer nada para que me sintiera cómoda en mi cuerpo, ni se opuso de forma significativa ni hizo preguntas; sólo afirmaron», declaró la adolescente a The Epoch Times.
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