Una madre que estaba embarazada de una bebé con síndrome de Down, recibió la sugerencia de su médico que interrumpiera el embarazo. Sin embargo, ella y su esposo se aferraron firmemente a su fe y decidieron continuar el embarazo. Ahora, su hija de 6 años está en la escuela y se comunica cada día mejor.
Cuando Courtney Baker, de 49 años y madre de tres hijos en el centro de Florida, estaba embarazada, una prueba prenatal confirmó que había una alta probabilidad de que Baker y su esposo Matt estuvieran esperando un niño con síndrome de Down.
«Quedamos en shock. Estábamos desolados, pero solo porque desconocíamos cualquier información sobre el síndrome de Down», dijo Baker a The Epoch Times en una entrevista por correo electrónico. «Solo conocíamos los peores escenarios, y no teníamos ningún tipo de apoyo cuando salimos de la consulta de nuestro obstetra. Los dos nos sentimos completamente perdidos».
El obstetra sugirió a la pareja solo unas pocas «opciones» para afrontar su embarazo, e incluso procedió a reservarles una cita con alguien que les hablaría sobre la decisión que debían tomar.
«Le dije que no había discusión. Era nuestra hija y la íbamos a tener. Él parecía sorprendido y nos reservó la cita de todos modos», dice Baker.
Seis semanas después, la pareja visitó a un especialista para revisar el progreso de su hija. El médico insistió en que debían pensar en abortar, dándoles una docena de razones para argumentar su opinión.
«En ese momento, ya le habíamos puesto nombre. Le dije que se llamaba Emersyn y que nos quedaríamos con ella. Volvió a hacernos preguntas y en las siguientes citas se convirtió casi en un matón», dijo Baker a The Epoch Times.
La pareja expresó que el médico parecía disfrutar al encontrar cosas malas en su bebé. «En nuestra última cita nos dijo que tenía los pies deformados y se rio. Matt y yo salimos de la consulta pensando que no volveríamos», dijo.
Baker y su esposo se aferraron fuertemente a su fe, ignoraron las presiones externas y siguieron adelante con el embarazo. Baker dio a luz a la bebé Emersyn en febrero de 2014.
«La fe jugó absolutamente un papel para mantener a Emmy», recordó Baker, por la decisión que tomaron. «Conozco los horrores del aborto desde que estaba en la escuela secundaria y vi un documental sobre un aborto en el que desmembraban al bebé. Nunca me quitaré esa imagen de la cabeza».
Al principio de su matrimonio, la pareja había hablado de cómo manejar la vida con un niño con necesidades especiales. Su primogénita, Rhyan, que ahora tiene 19 años, nació sorda y recibió implantes cocleares a una edad temprana. A través de esa experiencia, la pareja vio que no estaban solos en su camino. «Dios no solo nos acompañó en esa prueba, sino que utilizó la sordera de Rhyan para ayudar a otros», dijo Baker.
Baker cree firmemente que la experiencia con Rhyan les dio la fuerza necesaria y la fe de que Dios les ayudaría también en el camino de Emersyn.
15 meses después del nacimiento de Emerysn, Baker vio un posteo en Facebook de una amiga cuyo especialista prenatal vio las ecografías de su hijo con síndrome de Down y comentó que «era perfecto». Así que Baker se sintió obligada a escribir una carta a su médico.
«Ese posteo me hizo darme cuenta que hay médicos increíbles que son solidarios y velan por el interés del niño, independientemente de su mala salud o discapacidad», dijo Baker.
Admitió que, aunque el posteo era alentador, le dolió el corazón porque ella no tuvo la misma experiencia.
En la carta dirigida al médico, que invita a la reflexión, Baker mencionó que no está resentida, sino simplemente triste porque, durante los días más oscuros de su vida, en los que estaba «aterrorizada, ansiosa y completamente desesperada», él no le dio apoyo y ánimo, sino que pidió que interrumpiera el embarazo.
«Me entristece que estuviera tan equivocado al decir que un bebé con síndrome de Down disminuiría nuestra calidad de vida. Y me duele que le haya dicho eso a una mamá incluso hoy. Pero sobre todo estoy triste porque nunca tendrá el privilegio de conocer a mi hija, Emersyn», escribió Baker.
«Escribí la carta a mi médico para que viera la verdad y rezara para modificar su perspectiva. Quería que mi carta cambiara su forma de tratar a las futuras madres que recibieran un diagnóstico de síndrome de Down para su bebé», dijo Baker a The Epoch Times. «Los médicos tienen mucho poder. Él necesitaba saber la realidad sobre el síndrome de Down si iba a tener sus vidas en sus manos».
Sobre la pequeña Emerysn, de 6 años, Baker dice que es «pura alegría», y que lo que más le gusta es abrazar y ver a la gente abrazarse. A la simpática niña le encanta bailar y su sonrisa es contagiosa. Su personalidad y sus ojos brillantes son capaces de derretir el corazón incluso del más gruñón de los hombres, según su cariñosa madre.
«El amor que desprende la convierte en un foco de atención en un mundo cada vez más oscuro, y me rompe el corazón pensar en cuánta gente se está perdiendo lo que tenemos», dijo Baker al describir a su adorable hija, que entrará al jardín de infancia este otoño.
La niña, que comparte una linda relación con sus dos hermanas mayores, también tiene una fuerte conexión con la gente de la comunidad. Baker cree firmemente que su Emerysn cambiará las cosas con la ayuda de las innumerables personas que la apoyan.
Partiendo de su propia experiencia, Baker le dice a los padres que esperan un hijo con síndrome de Down que, aunque el proceso pueda hacerles sentir desesperanza o impotencia, esas emociones se desvanecerán cuando conozcan a su bebé.
«Les digo a las madres embarazadas que disfruten su embarazo, que puede ser una lucha», dice Baker. «Mi consejo para los padres que están criando a un niño con síndrome de Down es que continúen con los grupos de apoyo. Nos entendemos como padres con hijos con síndrome de Down.
Baker también animó a todas las madres con un hijo con síndrome de Down a compartir sus propias historias con la esperanza de motivar a alguien y cambiar las opiniones de forma positiva.
«Quiero llegar a un lugar en la sociedad donde no tengamos que luchar tanto para demostrar que las personas con síndrome de Down son solo eso: personas. Tienen pensamientos, emociones, gustos, disgustos y preciosos corazones que se pueden herir, como cualquier otro ser humano», dijo Baker.
«Y al igual que cualquier otro ser humano, merecen vivir y ser tratados con el mismo amor y respeto que damos a cualquier otra persona».
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