La ciudad perdida de Petra, tallada en los acantilados de arenisca roja del suroeste de Jordania, fue la capital de un antiguo reino. Petra, que en su momento fue un próspero centro de comercio y que ha permanecido en ruinas durante siglos, ahora es una de las Siete Nuevas Maravillas del mundo.
Cada año, el sitio de 102 millas cuadradas suele atraer a más de un millón de visitantes a lo que fue el antiguo Reino de Nabatea. Sin embargo, la mayoría de los turistas apenas alcanzan a ver su majestuosidad.
«Solo hemos descubierto el 15 por ciento de la ciudad», declaró a National Geographic el arqueólogo Zeidoun Al-Muheisen, de la Universidad jordana de Yarmouk. «La gran mayoría —el 85%— sigue bajo tierra y sin tocar».
Los visitantes de Petra primero recorren un cañón sinuoso de casi un kilómetro de longitud, conocido como el Siq, decorado con esculturas de dioses y animales durante todo el camino, hasta llegar al centro de la arquitectura recuperada. El «tesoro» de Petra, llamado Al Khazneh, es la primera señal del recorrido.
Con una altura de 127 pies y 82 pies de ancho, sus formidables columnas de arenisca que culminan en capiteles recuerdan a los templos de la antigua Roma.
Esta estructura está clasificada como un tesoro, pero Al Khazneh es en realidad una tumba.
Los arqueólogos aún no han encontrado ningún objeto en su interior, pero muchos sospechan que la tumba fue construida para el rey nabateo Aretas IV, que gobernó Petra en su apogeo, entre el 9 a.C. y el 40 d.C.
Los beduinos de principios del siglo XX creían que una urna en el segundo piso de Al Khazneh contenía las riquezas de un faraón egipcio, de ahí la errónea clasificación inicial del edificio.
Los nabateos, una tribu nómada, construyeron Petra (originalmente llamada Raqmu) en el siglo IV a.C. para estabilizar una próspera red de comercio de incienso árabe, seda china y especias indias. Este asentamiento de 30,000 habitantes tenía influencias arquitectónicas de las culturas mediterránea y árabe.
En el año 106 d.C., la ciudad fue ocupada por los romanos, quienes integraron a los nabateos en su imperio y añadieron una expansión grecorromana.
Después del siglo VIII, sus habitantes abandonaron la ciudad y Petra se «perdió» durante cientos de años. Solo quedaron los pastores nómadas, que utilizaron las estructuras abandonadas de Petra para dar refugio a su ganado y a ellos mismos.
Finalmente, el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt redescubrió Petra en 1812 en un viaje a Siria —disfrazado de beduino llamado jeque Ibrahim Ibn Abdallah— y se convirtió en el primer occidental que vio la gloriosa ciudad.
En el relato de su viaje, Burckhardt escribió: «Se encontró un mausoleo excavado, cuya situación y belleza están calculadas para dar una extraordinaria impresión al viajero».
Los exploradores occidentales acudieron a la redescubierta Petra para deleitarse con su belleza y estudiar su arquitectura.
En diciembre de 1993, encontraron pergaminos escritos en griego, que databan del periodo bizantino, en una iglesia excavada cerca del Templo del León Alado de Petra. Los investigadores del Centro Americano de Investigación Oriental de Ammán que estudian los pergaminos esperan arrojar luz sobre los siglos de abandono de la ciudad.
De momento, la enormidad del hallazgo y su enigmática historia la han convertido en una de las favoritas del cine; la ciudad de Petra ha acogido películas como «Indiana Jones y la última cruzada», «El regreso de la momia» y «Aladín».
En 1985, la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En 2007, se convirtió en una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, cautivando al público hasta el día de hoy.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.
