Inspirándose en las curvas y hendiduras naturales de cada piedra que encuentra, la artista japonesa Akie Nakata dibuja el carácter de cada una con su pincel. Las piedras se transforman en adorables criaturas que se pueden sostener en la palma de la mano.
Artista autodidacta y coleccionista de rocas desde la infancia, Akie lleva convirtiendo las piedras en mascotas del tamaño de la palma de la mano desde 2010. Cree que cada una tiene su propio carácter predestinado y una historia que contar. El proyecto de Akie comenzó cuando, mientras caminaba por la orilla de un río, halló una piedra que se le parecía a un conejo.
«Las piedras tienen sus propias intenciones», dijo a Bored Panda, «y considero mis encuentros con ellas como pistas para seguir adelante y pintar lo que veo en ellas».
A continuación, algunas de las obras maestras en miniatura de Akie:
Describiendo el proceso de pintura como un «diálogo», la artista ajusta la intensidad de la pintura acrílica para cada piedra, examinando cada contorno y cada pincelada meticulosa sobre la marcha. Akie conversa con sus creaciones, con la esperanza de que sus eventuales dueños las amen de la misma manera que ella, «porque todos estamos en la misma tierra, y venimos de la misma tierra», dijo.
Los animales van desde ratones tan simpáticos como un botoncillo, hasta habitantes de las profundidades marinas, pasando por altas jirafas. Algunos representan a mamás peludas con adorables bebés que se acurrucan juntos.
La extensa colección de rocas para mascotas de Akie también incluye: gatos dormidos, nutrias acurrucadas, leones descansando, pájaros, búhos y una familia entera de zarigüeyas en una sola piedra. La artista comparte su colección en Facebook, Twitter e Instagram, donde muchas piezas están a la venta.
En marzo, un pequeño oso polar descansando en el hielo encontró un hogar en Estados Unidos. Akie compartió una foto en Instagram: «Oso polar descansando pintado sobre una piedra natural que encontré. Se ve [relajado] en su hielo favorito, y es el oso polar de tamaño más pequeño que he encontrado [sic]. Solo mide 18 mm».
Además, algunas de sus pequeñas mascotas son más o menos de tamaño natural.
Como principio, Akie nunca procesa las piedras ni corta los bordes para alterar sus formas. La artista cree que poseen vida.
«Puede que las piedras queden fuera de nuestra definición habitual de organismos vivos, pero cuando pienso en el largo tiempo que tarda una piedra en pasar de ser un enorme peñasco en las montañas al tamaño y la forma que tiene, mientras [descansa] en mi palma, siento la historia de la tierra», explica filosóficamente.
Los ojos de las creaciones de Akie se caracterizan por su profundidad y detalle, y siempre son lo último que pinta. Cada criatura de piedra cobra vida con un pequeño toque final.
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