He aquí un artista cuyas pinturas no resistirán el paso del tiempo, pero eso no le preocupa. Pinta murales en enormes formaciones rocosas naturales al aire libre con pintura biodegradable que se lava con la lluvia.
Los artistas serios saben que lo que cuenta no es el objeto de arte, colgado en la pared con marcos caros, sino el acto de crear y ser uno con la naturaleza (y, en estos días, mostrarlo en Instagram).
La impermanencia de estos enormes murales pone de manifiesto esa autenticidad de propósito.
Su nombre es David Popa. Utiliza pulverizadores industriales a presión, una fórmula de pintura única y otros medios naturales (tiza, carbón) que no son permanentes. Pero lo más importante para él es encontrar un trozo de paisaje natural y rocoso que sea intrínsecamente bello.
En sus colosales pinturas, rostros humanos parciales, manos y otros rasgos anatómicos se evaporan en la superficie de la roca entre grietas y peñascos. La forma humana y la naturaleza se funden armoniosamente. A continuación, Popa realiza tomas con drones desde arriba para mostrar realmente su magia.
Este artista de 29 años, nacido en Estados Unidos, aprendió a dibujar y pintar a una edad temprana gracias a su padre, Albert, que se inició en el arte pintando grafitis en las calles de Nueva York. Pero fueron los viejos maestros y los ideales clásicos los que le cautivaron. La escuela de arte alimentó entonces ese talento.
«No fue hasta que tomé un bote de spray y fui a un muro de grafiti legal local en mi primer año de universidad, cuando descubrí una forma más cinética y atractiva de hacer arte», dijo David Popa a The Epoch Times.
«Me obsesioné con encontrar la siguiente ubicación para hacer otro mural y me encontré en Finlandia el verano de mi último año de universidad».
Allí conoció a su mujer y decidió quedarse.
«Durante cuatro años, seguí haciendo murales en el contexto urbano, pero sentía que me faltaba una pieza del rompecabezas, que era mi amor por la naturaleza, a pesar de haber crecido en Nueva York», añadió.
(Cortesía de David Popa)
Popa comenzó a experimentar con carbón, tiza y pigmentos naturales de tierra para crear obras que se desvanecían después de ser creadas.
Su primera obra terrestre experimental fue en 2016, pero realmente despegó como artista en julio de 2019, cuando pintó un retrato blanco de su esposa en un islote del sur de Finlandia, y su obra apareció en las noticias nacionales.
«El proceso de hacer estas obras terrestres fue inicialmente solo un deseo de ‘jugar’, para ver qué sucedería si combinaba todos mis amores de la infancia», dijo, y agregó que los resultados recuerdan a las pinturas prehistóricas de los cavernícolas.
«Los materiales naturales que utilizo serían muy parecidos, si no los mismos, a los que utilizaron los artistas en las primeras pinturas rupestres de hace 40,000 años».
Popa busca ahora lugares cada vez más remotos para sus murales, algunos de los cuales solo pueden verse desde arriba, utilizando drones. Adopta experiencias efímeras y acontecimientos insospechados, como el cambio de las mareas e incluso el excremento de los pájaros que acentúan su obra.
«Muchos de mis coleccionistas alabaron esos trazos abstractos», dijo. «Puede imaginar que se sorprendieron cuando les dije que eran los pájaros».
Popa añadió: «Es esta conversación dinámica con el efímero mundo natural lo que me entusiasma y espero que invite al espectador a considerar la naturaleza de nuestra breve existencia y a deleitarse con sus profundos misterios y milagros cotidianos».
Aquí hay más obras terrestres de David Popa:
(Cortesía de David Popa)
(Cortesía de David Popa)
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