Cuando Charles Dickens murió el 9 de junio de 1870, los periódicos de ambos lados del Atlántico enmarcaron su pérdida como un acontecimiento de luto nacional e internacional. Señalaron a los personajes de ficción que Dickens había creado como una parte clave de su legado artístico, escribiendo cómo «nos hemos reído con Sam Weller, con la Sra. Nickleby, con Sairey Gamp, con Micawber». El mismo Dickens ya había figurado en una pieza de ficción biográfica corta publicada durante su vida. Sin embargo, en los años siguientes a su muerte, los victorianos se apropiarían cada vez más de él como personaje de ficción, tanto en textos publicados como en obras de aficionados de circulación privada.
El funeral familiar privado de Dickens en la Abadía de Westminster creó una laguna en el conocimiento que algunos periodistas decidieron llenar con una imagen ficticia que consideraron más satisfactoria emocionalmente. El London Penny Illustrated Paper recreó visualmente el funeral, publicando una gran ilustración que mostraba un evento público atestado.
Bajo el subtítulo «Un honor nacional por Charles Dickens», el texto adjunto reconoce que la imagen es ficticia, pero alega que:
«Una ceremonia como la recreada en nuestro grabado habría indudablemente representado mejor el sentimiento nacional de luto ocasionado por la lamentable muerte».
La revelación de que Dickens había desempeñado trabajo infantil en una bodega de betún cuando su padre había sido encerrado por deudas, antes de alcanzar la fama internacional a los 20 años, le dio una historia de vida que la prensa describió como rival de la «novela más popular» de Dickens.
De los harapos a la riqueza
La famosa edición de «Vida» de Foster, publicada por Chapman & Hall en 1879, incluía 28 nuevas ilustraciones de la biografía por Fred Bernard. Entre ellas se encuentra una imagen emotiva de Dickens cuando era pequeño en la bodega de betún.
Dickens escribió un relato privado de esta época, para el cual la biografía de Forster es nuestra única fuente disponible. En este fragmento autobiográfico, Dickens describe cómo fue llevado a trabajar entre otros chicos en el almacén. Tuvo cuidado de no dejarles ver su sufrimiento, y de asegurarse de que trabajaba tan duro como ellos. Sin embargo, lo que Barnard representa es una escena de soledad, desesperación visible o tal vez agotamiento en el almacén que no se describe en este fragmento. La imagen se asemeja más a la ficcionalización de Dickens del primer día en el almacén de «David Copperfield».
En la novela, el joven Copperfield escribe: «Mezclé mis lágrimas con el agua en la que lavaba las botellas [ennegrecidas]». Barnard realza y exterioriza la emoción privada sobre la que Dickens escribió en el fragmento autobiográfico para crear una escena de ficción. Al hacerlo, difumina aún más los límites entre Dickens y el Copperfield ficticio.
La práctica de extrailustrar —el arte extender y personalizar un libro publicado con material insertado, era popular entre los lectores victorianos. Otras ilustraciones ficcionalizadas de la vida de Dickens, creadas por el ilustrador de Dickens Frederick W. Pailthorpe, se revelan en la Extrailustración de “Life» de Foster, de 14 volúmenes, que se encuentra en la Biblioteca Británica.
Algunas de ellas parecen haber sido creadas para el interés personal y la circulación privada entre los compañeros entusiastas de Dickens, más que para su publicación. Un boceto muestra a Dickens como un niño haciendo una reverencia a un amigo de su padre.
Esta imagen está basada en un incidente que Forster describe tuvo lugar en el almacén de betún donde trabajaba Dickens. Sin embargo, la ilustración de Pailthorpe ficcionaliza el lugar del evento, transponiendo al joven Dickens al frente de la casa de John Dryden, el expoeta laureado junto a quien Dickens sería eventualmente enterrado en la Abadía de Westminster. Al hacerlo, Pailthorpe crea una historia en la que Dickens siempre estuvo destinado a la grandeza literaria.
Ficción biográfica y «ficción de personas reales»
En el siglo XXI, los lectores han comentado las similitudes entre las historias de ficción que los jóvenes hermanos Brontë escribieron sobre figuras contemporáneas de la vida real como el Duque de Wellington, y las formas de fan fiction de los siglos XX y XXI. La historia de Oscar Wilde de 1889, «El retrato del Sr. W.H.«, se centra en una serie de hombres cuyas especulaciones biográficas sobre la vida de Shakespeare rozan la ficcionalización.
Sin embargo, el reciente trabajo académico sobre la ficción biográfica ha descrito que se ha producido «principalmente en el siglo XX». Los artículos de prensa en forma de fan fiction conocido como «ficción de personas reales» se han centrado en gran medida en ella como producto de la cultura de Internet (aunque se señala brevemente que muchas de las obras de Shakespeare también ficcionalizan figuras de la vida real).
El trabajo de archivo en la prensa victoriana, y en formas semiprivadas de respuesta de los lectores como los libros extrailustrados, puede profundizar a nuestra comprensión del papel que la ficcionalización biográfica jugó en la cultura victoriana. Demuestra una historia más larga y variada del deseo humano de apropiarse y recrear imaginativamente las figuras famosas contemporáneas. Y demuestra que parte del legado creativo de Dickens, así como sus propias obras, fueron las formas ficticias que su vida inspiró a crear.
Lucy Whitehead es una investigadora candidata al doctorado en la escuela de Inglés, Comunicación y Filosofía de la Universidad de Cardiff en Reino Unido. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.
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